Personas al cuidado del niño

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Habitualmente las personas encargadas de cuidar y pasear a los niños han sido las mujeres de la casa. En algunas localidades era la madre de la criatura la que normalmente realizaba la tarea de sacarlo a la calle; sin embargo, en otras no resultaba común que lo pasease ya que no solía tener tiempo a causa de sus numerosas obligaciones. Debe tenerse en cuenta además que el número de hijos en cada familia era elevado por lo que se consideraban prioritarias otras atenciones, siendo delegada la del paseo en cualquier otra mujer de la casa, ya fuera abuela, tía o hermana.

En algunas poblaciones era costumbre que niñas aún muy jóvenes, que no tenían ningún parentesco con la criatura que cuidaban, se ocupasen de hacer de niñeras a cambio de una módica cantidad de dinero o tan sólo de la merienda. Así en Nabarniz (B) manifiestan que hace unos sesenta años, década de los treinta, a una de estas criadas, ume-jabotzaillie, de unos doce años de edad, se le pagaba de 300 a 400 pesetas al año. Estas chicas podían ser del vecindario o de un lugar más alejado.

Las familias adineradas disponían de personas contratadas cuya única finalidad era cuidar de los niños; el nombre más conocido que recibían éstas era el de añas secas, en contraposición a las añas de leche que se ocupaban de amamantarles cuando aún eran bebés.

El hombre, salvo en contados casos, no se preocupaba del cuidado ni del paseo de sus hijos. En las ocasiones en que el padre sacaba de paseo al niño lo llevaba a hombros, ainkarkulu (Nabarniz-B) y un poco más mayorcitos a burriquitos, atzekolepo (Nabarniz-B). Hoy en día en cambio es muy habitual ver a los padres con los cochecitos paseando a sus hijos.

Duranguesado (B), c. 1930. Fuente: Archivo Asociación Gerediaga: Foto Germán.

Las mujeres de la casa

En Sangüesa (N) se les sacaba de paseo por la localidad y la mayoría de las veces era la hermana mayor la que paseaba al niño, ya que la madre tenía que encargarse de las labores de la casa, del campo y del cuidado del resto de los hijos.

En Viana (N) era raro que la propia madre sacase al niño a pasear, ésta se tenía que dedicar a las labores de la casa, además de ayudar en el campo y atender al resto de los hijos, por lo que eran las hermanas mayores del niño o alguna tía joven la que se encargaba de pasearlo.

En Mendigorria (N) se recurría a las hermanas mayores o a las tías para su cuidado, así como a la abuela, quien desempeñaba un papel esencial en la educación del niño[1].

En Goizueta (N) las hermanas mayores daban pequeños paseos llevando a los niños en brazos. En Orozko (B) estas mismas se responsabilizaban de cuidarlos y llevarlos a pasear o sacarlos de casa.

En Lekunberri (N) solía ocuparse de esta tarea la madre o si ésta tenía mucho trabajo, las hermanas mayores. Cuando el bebé se mantenía sentado, colocaban una manta en el suelo y le tenían atarin a la puerta de casa entretenido con un trozo de pan o algún juguete.

En Apodaca (A) lo solían pasear las hermanas y las chicas de la escuela después de clase, mientras la madre estaba en la pieza o encargándose de las labores domésticas. Lo llevaban entre dos a volandas, otras veces también "a arricotes". Si tenía abuela, era la encargada de esta labor. Iban con él a la era o simplemente caminaban por delante de la casa También daban pequeños paseos con el burro, metiendo los niños en los capazos.

En Hondarribia (G) aunque normalmente lo sacaba la abuela, si no podía se ocupaba de ello la madre y las hermanas. Una informante recuerda que de niña sus padres le obligaban a pasear a sus hermanos pequeños mientras sus amigas iban a jugar, con la consiguiente rabia e impotencia que esto le producía.

En Bernedo (A) cuando en la familia había hermanos mayores éstos sacaban a sus hermanitos todos los días por la tarde, siempre que el tiempo lo permitiera.

En Amézaga de Zuya (A) solía llevar al pequeño cualquier persona si bien, a menudo, eran los hermanos mayores o la abuela quienes se encargaban de su cuidado, dado que la madre solía ir a trabajar al campo.

En Lezama (B) como la madre solía estar ocupada en las labores de casa, era la abuela o alguna hija mayor la que paseaba y cuidaba al niño mientras estuviese en la calle.

Begoña (B). Primeros de siglo XX. Fuente: Abaitua, Eulalia. Senitartea. La familia. Bilbao, Museo arqueológico, etnográfico e histórico vasco, 1994.

En Berastegi (G) normalmente paseaban al niño los hermanos mayores o algún vecino. La madre sólo se dedicaba a ello en los escasos ratos libres. Esto mismo ocurría en Bidegoian (G) en los caseríos, le paseaba normalmente la abuela o algún hermano ya que la madre tenía que trabajar en el campo o con el ganado.

En Gamboa (A) el niño era cuidado por la madre cuando disponía de un rato libre; incluso mientras realizaba las labores domésticas siempre lo tenía al alcance de la vista. Cuando estaba ocupada recibía los cuidados de otra mujer de la casa, bien una hermana del niño, una tía o la abuela.

En Moreda (A) la labor de pasear al niño siempre fue realizada por la madre, nunca por el padre. En alguna ocasión también le paseaban las hermanas o los abuelos.

En Pipaón (A) se ocupaban del paseo la abuela y los hermanos. La madre salía con el niño los domingos. En Salvatierra (A) le sacaba de casa la madre y sus hermanas.

En Abadiano (B), por lo general era la madre o la abuela la que lo llevaba a pasear. En ocasiones también los hermanos mayores o la criada. Cuando el niño comenzaba a andar solía ir a menudo con el abuelo.

En Lezaun (N) cuando el niño era pequeño lo sacaba la abuela a la puerta de la casa o a los alrededores, a veces si la madre no tenía mucho trabajo se encargaba de esto. También lo dejaban al cuidado de una hermana mayor o una sobrina o hija de los vecinos.

En Telleriarte (G) los encargados de pasear al niño eran los abuelos y si éstos no podían se ocupaba de ello la madre.

En Mendiola (A) si los abuelos del chiquillo residían en el mismo pueblo era frecuente que algunas tardes de la semana pasearan a su nieto mientras sus padres se dedicaban a otras faenas. En Aoiz (N) realizaban esta labor las abuelas.

Las niñeritas. Seintzainak

Ha sido una costumbre extendida que las jovencitas del pueblo se encargasen del cuidado de los niños a cambio de la merienda o de la comida. En algunos casos cobraban una pequeña cantidad por los servicios prestados (Bernedo, Gamboa-A; Orozko, Urduliz-B; Lekunberri, Obanos, Sangüesa, Viana-N) y en ocasiones vivían permanentemente en la casa del pequeño.

Estas niñas se ocupaban además del paseo del niño. Desempeñaban su labor en una época en la que aún no habían aparecido los cochecitos de bebés y las sillas de paseo.

Seintzaina. Zeanuri (B), 1924. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: Fondo Felipe Manterola.

En algunas localidades eran exclusivas de las familias adineradas pero en la mayoría, debido a su ínfimo costo, desempeñaban su labor en todo tipo de casas.

Ya se ha mencionado antes que en Apodaca (A) a veces se encargaban de pasear al niño las chicas de la escuela después de clase y en Lezaun (N) una hija de los vecinos. En esta última localidad las niñas se ocupaban de los bebés a partir de los siete años.

En Lekunberri (N) en algunas casas tenían niñeritas, niñas de entre siete y diez años que vivían en las mismas, cuyo trabajo consistía en sacar a los bebés en brazos y ocuparse de darles la comida, lavarles, etc.

En Zeanuri (B) en las familias que estaban criando niños solían entrar a servir niñas de doce años que habían dejado la escuela. Vivían en las casas como si se tratase de hijas creciditas y su única tarea consistía en cuidar a los críos de mantas. Solían permanecer un par de años hasta que retornaban a su hogar o salían a servir como criadas con sueldo, kriidak, a otra casa.

En Urduliz (B) cuando el niño era más mayorcito, unas jovencitas de la vecindad se encargaban de su cuidado a cambio de la manutención. Apur bet andiautxuauuk giñeneen, neskato bardingotxuuk etorten ziren gu gobernaten, lo comido por lo servido.

En Mendigorria (N) se contrataban igualmente niñeras para llevar a los críos de paseo. Eran chicas jóvenes que se ocupaban de esta labor a cambio de una merienda consistente en pan y mostillo, chocolate, uvas pasas u otra cosa[2].

En Olite (N) aunque generalmente eran las madres quienes se encargaban de cuidar a los niños, muchas familias tenían niñeras. Normalmente eran muy jóvenes, niñas de 10 y 11 años. Debido a su ínfimo coste no eran exclusivas de personas ricas sino que las tenía mucha gente. Desde aproximadamente los años cincuenta el número de las mismas decreció ya que había menos niños y eran las madres las que se encargaban de pasearlos y estar con ellos[3].

En Bernedo (A) algunas familias tenían niñera. Recibían el nombre de orzayas y eran chicas de doce o catorce años que de esta manera se ganaban la merienda y a veces algún dinero, ya que completaban sus servicios haciendo recados o encargos.

Vitoria (A), c. 1930. Fuente: Archivo Municipal de Vitoria.

En Sangüesa (N) las familias pudientes buscaban una niñera que por una ochena y la merienda se ocupase de sacar al crío en brazos arropado siempre por un chal de punto. Hacia el año cuarenta cobraba una peseta y la merienda. El paseo era casi siempre por la tarde y se reunían varias niñeras a hablar e incluso a jugar, pues eran muy jóvenes, muchas veces en edad escolar.

En Obanos (N) en cuanto se corría la voz de que estaba embarazada una muchacha de una familia con recursos venía alguna madre a ofrecer a su hija como niñerica. Estas niñas eran muy jóvenes, por la mañana iban a la escuela y por la tarde paseaban al niño en brazos por poco más que la merienda. La costumbre estuvo tan generalizada que el ayuntamiento puso clases nocturnas para las muchachas que apenas habían asistido a la escuela.

En Viana (N) las familias acomodadas tenían niñera, una muchacha de unos catorce años en adelante. Generalmente se contrataban sólo para la tarde. Hacia el año cuarenta cobraban un real además de la merienda, que consistía en chocolate con una rebanada de pan. A falta de coches llevaban al niño envuelto en una toquilla sobre el brazo izquierdo. En esta localidad a principios de siglo hubo en el convento de San Francisco, regentado por las Hijas de la Caridad, una escuela de niñeras. Estaba provista de cunas en las que depositaban a los niños mientras ellas aprendían algunas asignaturas y a coser y bordar, de esta manera suplían la falta de asistencia a la escuela. En Monreal (N) las casas de mejor posición también tuvieron niñeras que se encargaban de cuidar y pasear a los niños.

En Cintruénigo (N) las niñeras abundaron hasta los años cincuenta y sesenta y se encargaban preferentemente de entretener a los niños y de sacarlos a la calle para que les diera el aire, a veces también de vestirlos, asearlos y darles de comer[4].

En Orozko (B) y en Salvatierra (A) en las familias que tenían niñera era ella quien se ocupaba de pasear al niño. En Gamboa (A) en algunas casas también tenían una criada, normalmente una jovencita del pueblo, que ayudaba a la madre en las labores domésticas y en el cuidado de los niños pequeños. En Moreda (A) a veces se ocupaba igualmente de pasear al niño una chica que estuviese a cargo de su cuidado.

Las añas secas

Las familias ricas tenían añas secas para el cuidado de los niños que se ocupaban de su paseo.

En Berganzo (A) recuerdan que la gente rica de Vitoria tenía añas, unas sirvientas que vestían delantal blanco con volantes y una lazada grande detrás. El vestido era de color negro con lunares pequeños o simplemente negro de manga larga. Estas añas solamente se veían en Vitoria y llevaban a los niños en grandes coches de capota.

En Mendiola (A) aunque no era frecuente, las familias más pudientes y ricas tenían mujeres encargadas del cuidado de los niños; eran las añas, quienes entre otras cosas debían ocuparse del paseo.

En Cintruénigo (N) las familias que se lo podían permitir contaban con niñeras, amas y nodrizas[5]. También se ha citado con anterioridad el caso de Aoiz (N) donde las familias acomodadas tenían doncellas que se ocupaban de atender a los niños.

Añas. Donostia (G), c. 1950. Fuente: Baroja, Pío. El País Vasco. 3ª ed. Barcelona, Ediciones Destino, 1966.


 
  1. Rosa Esther FERNANDEZ. "Estudio etnográfico de Mendigorria (Navarra)" in Contribución al Atlas Etnográfico de Vasconia. Investigaciones en Alava y Navarra. San Sebastián, 1990, p. 372.
  2. Rosa Esther FERNANDEZ. "Estudio etnográfico de Mendigorria (Navarra)" in Contribución al Atlas Etnográfico de Vasconia. Investigaciones en Alava y Navarra. San Sebastián, 1990, p. 372.
  3. Carmen JUSUE y Francisco Javier CORCIN. "Encuesta Etnográfica de Olite (Navarra)" in Contribución al Atlas Etnográfico de Vasconia. Investigaciones en Alava y Navarra. San Sebastián, 1990, p. 541.
  4. M.ª Paz LARRAONDO. "Estudio Etnográfico de Cintruénigo" in Contribución al Atlas Etnográfico de Vasconia. Investigaciones en Alava y Navarra. San Sebastián, 1990, p. 211.
  5. M.ª Paz LARRAONDO. "Estudio Etnográfico de Cintruénigo" in Contribución al Atlas Etnográfico de Vasconia. Investigaciones en Alava y Navarra. San Sebastián, 1990, p. 211.