Puntos de encuentro en tiempos pasados
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Realización de labores. Arto-zuritzea
La realización de determinados trabajos sirvió en tiempos pasados como motivo de encuentro de los jóvenes. En Gamboa (A) tanto los chicos como las chicas intentaban coincidir en el campo o en el monte mientras labraban, cosechaban o cuidaban el ganado.
En Amorebieta Etxano (B) delante de la casa en la que se habían reunido los jóvenes a desgranar el maíz o con motivo de la trilla se organizaba una romería, arto-zuritzen da akabetan zanien erromerie etxe aurrean; gari jotia einde gero be erromerie.
En Hazparne (L), Izpura y Donaixti-Ibarre (BN) los encuentros que se celebraban para desgranar el maíz, artho-xuritzea, eran ocasión propicia para conocerse. En la última localidad añaden que también lo eran los días de los grandes trabajos estivales.
En Arberatze-Zilhekoa (BN) los padres organizaban fiestas como gaztain jokoa, después de la recolección del maíz, en las casas donde hubiera jóvenes. Se bailaba al son de las canciones que se cantaban ya que no hubo música hasta la aparición de los fonógrafos. Se recurría a los bailes de moda y también a las danzas.
En Gatzaga (G) un trabajo que finalizaba en auténtica fiesta era el liñu-igurtzia o peinado del lino. El cariz marcadamente festivo podía deberse a que no se realizaba todos los anos. Cada temporada eran solamente tres o cuatro los caseríos que sembraban lino con el exclusivo fin de atender a las necesidades de la casa y de la familia. Los amigos y los vecinos más próximos acudían a los mismos para realizar las últimas operaciones del terminado de las madejas. El trabajo se realizaba durante los atardeceres y las noches de invierno. Hacia la media tarde del día señalado iban acercándose las jóvenes y las mujeres; ya anochecido llegaban los hombres y los jóvenes después de haber finalizado las tareas domésticas. Se trabajaba con intensidad y a ritmo rápido pero siempre en un ambiente cordial y lleno de buen humor. Finalizado el trabajo y después de una cena, comenzaba la juerga que continuaba hasta la madrugada. Se cantaba y bailaba al son del pandero y se tocaban las castañuelas con cucharas de palo. Terminada la fiesta los chicos se prestaban solícitos a acompañar a las mozas hasta sus respectivos domicilios[1].
En Ezkurra (N) antiguamente cuando las agramaderas, garbariak, trabajaban de noche juntas en una casa, los mozos iban donde ellas, bailaban y les acompañaban a sus hogares.
En Nabarniz (B) una informante recuerda haberle oído a su madre que en su época las chicas se reunían las tardes de los sábados en casa de una de ellas de forma rotatoria. Esta costumbre se conocía con el nombre de rondas, errondak zapatuetan beti gure amak eta eitten ebezan, lantzien neska baten etxien. Primero ocupaban el tiempo realizando alguna labor como la de coser o confeccionar calcetines y después tomaban chocolate a la taza. Al anochecer, hacia las nueve o las diez, hacían su aparición los muchachos y luego se divertían juntos en la ronda, erronda juergia eitten eben, entreteniéndose con juegos y danzas pues siempre había alguien que tocaba un instrumento. Al parecer esta diversión se prolongaba hasta bien avanzada la noche, goizalderarte egoten el ziren. Cuando la informante era joven (años veinte) ya se había perdido la costumbre de las rondas.
Caro Baroja señala algunas ocasiones como las más propicias para entablar relaciones amorosas, entre ellas las veladas invernales en que las mujeres se dedicaban a hilar y a las que no se permitía la entrada más que a los niños y a los hombres maduros. Sin embargo había días, como los sábados, en que los mozos cortejaban a las chicas dentro del recinto donde se hilaba, u ocasiones en que las acompañaban hasta sus casas, de vuelta. Otro momento propicio para los mismos fines era el otoñal, en que los vecinos de cada barrio se dedicaban a desgranar el maíz en común, operación que terminaba con improvisados bailes y pantomimas[2].
En Obanos (N) señalan que en los años treinta con la excusa de determinadas faenas agrícolas se organizaban charadas, fogatas, alrededor de las cuales se reunían y contaban chistes.
En Orozko (B) los jóvenes salían juntos a recoger castañas para después asarlas en una casa, en la que se reunían todos a comerlas. Asimismo había noches de invierno en que se juntaban en cocinas del barrio para hilar y desgranar maíz, gorutan eta arto-zuriten.
En Apodaca (A) la salida al lugar donde el lechero recogía la leche de las casas era otra de las formas de encuentro. En Sangüesa (N) se empleaban recursos varios como ir a hacer los recados. En Moreda (A) las muchachas salían al pique, al encuentro, de los jóvenes cuando iban al estanco a por tabaco. En Aoiz (N) añaden que a mediados de siglo el lugar más señalado para cortejear era el conocido como El Puesto; allí vendían verdura tres chicas jóvenes a quienes ayudaban amigas que acudían a hacerles compañía y charlar, lo que atraía gran número de mozos de la zona.
En Iholdi e Izpura (BN) señalan que los mercados y ferias eran lugares importantes de encuentro. En la segunda localidad indican que las ferias celebradas en las poblaciones cabeceras de comarca revestían especial interés y que las chicas, para vencer la timidez, acudían en grupos de tres o cuatro, lo que les ayudaba a no inhibirse para solicitar de los chicos ser invitadas a tomar chocolate con pasteles.
En Sangüesa y Viana (N) se consideraba que un buen momento para "echarse novia" eran las bodas, de ahí el dicho de que "de unas bodas salen otras bodas". En Izpura (BN) era usual que la chica que fuera invitada a una boda solicitara llevar como acompañante al chico que le gustaba; en esta localidad se recuerda el adagio "Un mariage est source de d'autres unions" (Una boda es fuente de otras uniones).
En Zunharreta (Z) los jóvenes, incluidos los niños, acostumbraban reunirse en una cocina grande o en la sala, eskatza. Se organizaban juegos y se bailaba. Se cantaban las piezas bailables y también algunas canciones vascas antiguas. A veces se notaba que los jóvenes se hacían la corte, korteka, pero solían comportarse de forma discreta. Los enamorados, si los había, lo disimulaban.
La fuente
Otro lugar de encuentro importante durante la primera parte de este siglo fue la fuente del pueblo, especialmente en localidades de población concentrada.
En Allo (N) la fuente pública y el trayecto desde este punto hasta la casa ha sido, a juicio de muchos informantes, motivo no sólo del inicio de relaciones sino del mantenimiento de éstas. Téngase en cuenta que el ir a por agua fresca al atardecer era la única excusa que tenían las chicas para salir de casa los días laborables, oportunidad que como es lógico, era aprovechada por los mozos quienes, después de venir del campo y mudarse, se concentraban allí y les salían al paso con el pretexto de que traían reseco. Una informante lo relata de la siguiente forma: "Ibas a por agua fresca a la fuente, donde siempre había una cuadrilla grande de chicos sentados en el paredón, y cuando uno de ellos te salía a beber agua sin gana ya sabías a lo que venía; el caso es que al final volvíamos a casa con el agua caliente".
En Moreda (A) las chicas iban frecuentemente a por agua para facilitar que el chico que les interesaba saliera a hablar con ellas. Al llegar a casa vaciaban el cántaro para poder regresar de nuevo a la fuente.
En Markina (B) los encuentros en la fuente pública se consideraban hasta tal punto importantes que cuando se puso agua corriente en las casas el comentario fue que iba a incrementarse el número de solteronas.
En Viana (N) creen que la fuente era un lugar especial para echarse novia. Allí acudían las chicas al atardecer y los chicos se ofrecían a llevarles el cántaro, y poco a poco se captaban su amistad. Lo mismo sucedía en Berganzo y Gamboa (A). En Apodaca (A) el mozo pretendiente procuraba encontrarse con la moza al sacar el ganado a abrevar.
López de Guereñu recoge unos versos que hacen relación al encuentro de los jóvenes en la fuente:
- Cuando vas a la fuente,
- vete tiesica
- pa que digan los chicos:
- ¡Vaya qué chica!
- Caminito de la fuente,
- camino largo y penoso;
- para los enamorados
- el camino largo es corto[3].
A la salida de actos religiosos
En algunos pueblos los jóvenes tendían a reunirse a la salida de los actos religiosos. Así en Obanos (N) la forma que las chicas tenían de establecer contacto con los muchachos consistía en ir a misa mayor los domingos o al rosario en las tardes de mayo. Los mozos se situaban en los porches a mirarlas mientras entraban o salían de la iglesia. Ellas procuraban arreglarse para llamar su atención. Los chicos que iban acercándose al grupo de amigas tenían que aguantar las bromas y risas de éstas hasta conseguir galantear a la moza que les gustaba.
En Apodaca (A) y Garde (N) a la terminación del rosario los mozos esperaban a las muchachas y hacían por coincidir con la que más les interesara. También en Lekunberri, Monreal y Sangüesa (N) los jóvenes se acercaban a las chicas después de la misa o del rosario y paseaban a continuación por la carretera, procurando que la muchacha elegida les aceptara. Cuando la relación no le interesaba al chico, éste no acudía más a esperarla y así finalizaba. En Hazparne (L) los jóvenes también podían encontrarse a la salida de misa.
En Lezama (B) a principios de siglo los jóvenes se relacionaban a la salida de los oficios religiosos, en el rosario y en las vísperas.