Acompañamiento a casa. Neska laguntzea
Además del encuentro en el baile ha sido muy usual que el chico acompañara a la chica a casa. Este signo externo constituía un paso más pues suponía que habían comenzado una relación de noviazgo. De hecho, en Orozko (B) durante las primeras semanas y con el fin de evitar habladurías, las parejas intentaban salir de la plaza hacia casa por separado y sin ser vistas, para reunirse en un punto cercano del camino. Incluso para señalar que unos jóvenes se habían hecho novios se decía que el chico acompañaba a la chica.
En Lezama (B) cuando se quería formalizar la relación el chico le pedía a la muchacha si quería que la acompañase a casa diciéndole: "Lagundu eingo neuskizu" (Te acompañaría a casa), o preguntando si tendría miedo en que lo hiciese, "Bildurrik badeko laguntako etxera". Si la chica contestaba con una negativa es que no le interesaba; si por el contrario accedía se consideraba como el inicio de una relación formal. A partir de ese momento todos los domingos, o a la vuelta de las romerías o del rosario, el chico acompañaba a la chica a casa. Si ésta quería romper la relación simplemente le decía que no fuese.
En Ezkio (G) la aceptación por parte de la muchacha, dejándose acompañar a casa, era la señal del inicio de relaciones. En Telleriarte (G) denominaban a este hecho como neska-laguntzea. En Lekunberri (N) el chico acompañaba a casa a la chica preferida, etxea laundo (etxera lagundu), y el que ella lo permitiera significaba que también le gustaba.
En Artajona (N) antes de que se produjese la declaración formal, la manera que la muchacha tenía de darle a entender al chico que lo aceptaba era dejarle que la acompañase a casa después del baile del domingo.
En Elgoibar (G) el número total de piezas que se tocaban en el baile era de nueve y cuando faltaban tres el chico que estaba interesado en una chica le pedía baile. Al finalizar daban una vuelta y él la acompañaba al caserío. Ella podía rechazarlo no permitiéndole hacerlo, pero cuando una chica se dejaba acompañar durante varios domingos seguidos se suponía que había comenzado el noviazgo.
En Moreda (A) y Abadiano (B) relatan que estando en el baile, según se acercaba la hora del toque de las oraciones del atardecer, aramaittekuek en Abadiano, los chicos se acercaban a las chicas para acompañarlas a casa; si el que se acercaba no era de su agrado, la muchacha procuraba rehuirlo.
En Viana (N) se procuraba bailar la última pieza con la chica que le gustara a uno para poder acompañarla a su casa y quedar así para otro día.
La ruptura también se daba a entender diciendo que el chico ya no acompañaba a la chica a casa (Orozko-B).