Causas de la soltería

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Las encuestas mencionan causas de carácter general que conducen a la soltería. Entre éstas se citan la timidez personal, el aspecto físico, el no haber encontrado a la persona adecuada para formar un hogar, el haber dejado pasar los años de juventud, la desproporción del número de jóvenes de cada sexo, los lutos continuados y los desengaños amorosos. En numerosas localidades se indica que para los jóvenes varones es una rémora para iniciar sus relaciones con chicas el hecho de encerrarse en la cuadrilla de amigos solteros (Gamboa, Mendiola, Moreda, Pipaón, Ribera Alta, Valdegovía-A; Abadiano, Carranza, Durango, Lemoiz, Orozko, Urduliz-B; Arrasate, Bidegoian, Getaria, Elosua, Zerain-G; Artajona, Garde, Izal, Izurdiaga, Lekunberri, Sangüesa-N). En Carranza señalan también como causa de soltería el deseo de conseguir una pareja cuyo estatus social se halle muy por encima del del aspirante.

También se señala a los padres como responsables de la soltería de sus hijos. En Bermeo y Orozko (B) se indica que se llegaba a suspender la celebración del matrimonio cuando no se lograba un acuerdo económico entre las partes. Algo similar ocurría en Aoiz (N) donde algunos padres, sobre todo entre las familias de alto nivel económico, impedían el matrimonio de sus hijos a la espera de casarlos con personas de fortuna igual o mayor que la propia. En Obanos (N), la diferente posición social de la familia contraria era motivo para no aceptar a la pareja elegida. En Amézaga de Zuya (A) y en Viana (N) señalan que algunos jóvenes retrasaban el matrimonio por no abandonar a los padres, ya que éstos querían que sus hijos les cuidaran de por vida.

Uno de los motivos de soltería entre las mujeres era el hecho de tener que cuidar a los padres, a un familiar mayor y enfermo, o a un hermano sacerdote. Una vez traspasada la edad de entablar relaciones era más difícil encontrar con quien casarse (Lezama, Urduliz-B).

En Abadiano (B) hubo una época en que algunas jóvenes quedaron solteras por propia voluntad; debido a sus creencias religiosas pensaban que la vida de soltera era más entregada a Dios y podían además hacerse cargo .de los padres. En Valdegovía (A) hubo quienes permanecieron solteras para asistir a sus ancianos padres, sacrificando incluso el deseo de ser religiosa.

En Carranza (B) en las décadas de los cincuenta y sesenta algunas jóvenes residentes en barrios con escasa tradición ganadera y dedicadas a los servicios, optaron por no casarse con ganaderos por pensar que éstos se hallaban por debajo de sus posibilidades. Aspiraban a contraer matrimonio con los hijos de las familias adineradas de propietarios, profesionales liberales e indianos que tenían sus residencias en estos barrios; pero quedaron solteras por ser su estatus inferior.

En el Valle de Elorz (N) había hombres que permanecían solteros, donados, por afecto a la casa paterna y por ayudar a su hermano "mayorazgo" en los trabajos del caserío[1].

En Viana (N), así mismo, se han dado casos en que los hermanos solteros se quedaban "arracimados" en la casa del hermano heredero y casado, para no dividir el patrimonio.

Otra de las causas señaladas de soltería, mencionada más arriba, es la presión que han ejercido los amigos solteros dificultando que un miembro de la cuadrilla saliese con una chica y entablara relaciones. Así se señala en Obanos (N) donde dicen que algunos jóvenes que emigraron a Gipuzkoa o a otras regiones por motivos laborales y se casaron, no lo hubieran conseguido nunca de permanecer en el pueblo. Lo mismo ocurre en Busturia (B) donde una de las trabas para emparejarse ha sido el pertenecer a una crecida cuadrilla de solteros cuyos lazos de unión son difíciles de romper. Con frases irónicas como: arrapatu zaitue (te han cazado) o ez zara leengoa (no eres el mismo de antes), los amigos intentan que la nueva relación no se formalice. En Bermeo (B) indican que las costumbres que imperan en el pueblo, como el "chiquiteo" o ronda de tomar vino en cuadrillas exclusivamente de hombres y una cierta retracción por parte de éstos a acercarse a las chicas, motivan un distanciamiento entre jóvenes solteros y solteras que tienen pocas ocasiones para contactar y entablar amistad.

En Amézaga de Zuya (A) así como en Muskiz (B) no consideran que la fealdad sea obstáculo grave para formalizar una relación; en esta última población afirman que no se queda soltero el feo o la gorda ya que como reza el refrán "siempre hay un roto para un descosido".

En San Martín de Unx (N) los informantes no entienden que haya mujeres que queden solteras sin haber tenido obstáculos para casarse, aunque también haya algunas que optan libremente por ese estado. Se recuerda lo que dijo en cierta ocasión una de estas solteras, de buen aspecto, cuando fue advertida de su estado por una comadre en el lavadero: "¡Anda, que tú te has quedado soltera! ". A lo que ella respondió: "¡Pues no está la carne en el plato por falta de gato! ", aludiendo a que se había quedado soltera pero no por falta de pretendientes. Los consultados consideran que los solteros no siempre se conforman con su situación, pues, por lo general quieren casarse y creen que si en el pueblo hubiera habido un buen salón de baile el número de solteros hubiera sido inferior.

En Allo (N) los familiares de solteros hubieran preferido verlos casados, pero jamás se les obligó a tomar estado. A algunas madres ya mayores y con hijos solteros, incluso hoy en día, sobre todo si son varones, se les oye decir: "No quisiera morirme sin dejar a N. recogido". En Durango (B) se advierte que las madres han tenido generalmente mayor interés por ver casados a sus hijos que a sus hijas; la razón de esta distinción podría estribar en que, en otros tiempos, les veían a ellos más desvalidos para organizar su vida doméstica. En Busturia (B) se señala que existe una presión importante, por parte de las familias, para que los hijos se casen. En Ribera Alta (A) la soltería no estaba socialmente mal vista, pero todos los padres deseaban ver a sus hijos casados antes de morir.

En Gamboa (A) se consideraba normal que en las familias con varios hijos alguno se quedara soltero, aunque hubiera intentado casarse.

Cuando moría uno de los novios, sobre todo de cierta edad o tras largo noviazgo, el superviviente difícilmente emprendía otra relación (Garde-N).

En Monreal (N) se constata que si para la edad de los treinta años un joven no se casaba permanecía soltero. En Ribera Alta (A) los jóvenes siguen yendo al baile hasta los treinta y cinco años y si alcanzada esta edad no han conseguido encontrar pareja dejan de asistir al mismo y sus costumbres cambian.


 
  1. Javier LARRAYOZ. “Encuesta etnográfica del Valle de Elorz” in CEEN, VI (1976) p. 76.