La confirmación en tiempos pasados
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En las localidades encuestadas se ha recogido que la costumbre era que las confirmaciones tuvieran lugar cuando el obispo visitaba la propia localidad o una localidad próxima, a la que en este caso se desplazaban los confirmandos.
Es general también la constatación de que antaño la edad en que se recibía este sacramento era más indeterminada que hoy. Había niños y jóvenes mezclados, desde recién nacidos hasta gente madura. De hecho eran confirmados casi todos los que no lo hubieran sido desde la visita anterior del prelado diocesano. Era igualmente nota común que antes se confirmara todo el mundo, cosa que no ocurre hoy. Sólo en contados casos se instruía a la gente en un periodo muy breve que estaba al cuidado del cura o del maestro.
Los confirmantes no se ataviaban de forma especial para este rito que tenía lugar en día laborable y sin ningún género de ostentación. A lo sumo en ciertos lugares señalan que se vestían con la ropa del domingo o estrenaban alguna prenda. Todos a una eran apadrinados por algunos personajes importantes de la localidad, recayendo frecuentemente este honor en la persona del alcalde y su mujer.
La visita pastoral. Obispoaren etorrera
En algunas localidades, según los testimonios recogidos, la llegada del obispo en visita pastoral era considerada como un gran acontecimiento más importante que la impartición y recepción del sacramento de la Confirmación, donde quedaba subsumida esta ceremonia religiosa. Con tal motivo se engalanaban las calles y el pueblo se preparaba para darle la bienvenida.
En Apodaca (A) era un día de fiesta en la localidad. Se aprovechaba que hubiera varios niños confirmandos para que el obispo viniera y a la vez hiciera la visita a la iglesia local. Solía venir "de renque" (turno) por la zona. La preparación de los niños y los ensayos del acto eran de cuenta del cura. El día anterior a la visita del obispo había "vereda" (prestación de ayuda vecinal) para limpiar el camino de matos y a la entrada del pueblo, cerca de la iglesia, se montaba un arco que era el punto donde se recibía al prelado con toque de campanas y disparo de cohetes. Era un día grande. Desde este lugar se iba a la iglesia en procesión con la cruz alzada al frente. Se decía misa solemne: de tres en fila o en "renculera" con cantores y gran solemnidad. Si no había misa se hacía un corto oficio religioso y a continuación el obispo procedía a la confirmación. Los chavales disfrutaban porque ese día tenían fiesta en la escuela y podían dedicarse a jugar.
En Moreda (A) la administración del sacramento de la confirmación estaba asociada a la visita del obispo a la localidad. Antiguamente, todo el pueblo en procesión subía a recibir al prelado en la plaza que se adornaba con cercos y arcos de yedra y flores. Se volteaban las campanas, había música a cargo de la banda local y cohetes. Era todo un acontecimiento en la vida municipal.
En Artziniega (A) se guarda el recuerdo de que la visita del obispo era un día grande. El pueblo se engalanaba con flores y banderas para recibir al prelado. En Urduliz (B) con motivo de la venida del obispo se adornaba el pórtico de la iglesia con arcos hechos de hojas de laurel, Obispoo etorten zaneen, elizpe guzti imintten zan arkukeez, erramu-orriik firuten sartu ta orrekaz arkuuk iñ eta dana adornata imintten zan.
En Bernedo (A) el acto de la confirmación no tenía gran relieve. Lo que verdaderamente gozaba de realce era el propio hecho de que el obispo visitara el pueblo. Las confirmaciones quedaban integradas en las otras actividades que se desarrollaban en la jornada. Las visitas pastorales se producían muy espaciada-mente y eran aprovechadas para confirmar a los que no lo estuvieren ya fueran éstos recién nacidos.
En Garde (N) las confirmaciones dependían de la visita del obispo al pueblo, cosa que se producía cada seis o siete años. Lo que verdaderamente se festejaba era la venida del señor obispo a la localidad. Para la visita pastoral se engalanaban las calles. El prelado revisaba los libros parroquiales que luego firmaba para dejar constancia de su paso por el lugar. Inspeccionaba el estado de la pila bautismal y del sagrario y escuchaba las reclamaciones que tuvieran a bien hacerle.
En Gatzaga (G) lo realmente importante era la recepción al señor obispo. La confirmación se administraba muy de tarde en tarde, cada diez años aproximadamente y eran confirmados todos cuantos no hubieran recibido el sacramento anteriormente[1]. En Oñati (G) la tradición recogida es similar, cuando venía de visita el obispo confirmaba a quienes estuvieran sin recibir este sacramento desde su visita anterior.
Lo normal era que la confirmación tuviera lugar en la propia localidad. A veces ocurría sin embargo que el obispo acudía a una localidad próxima en cuyo caso los niños se desplazaban a ella para ser confirmados.
Barandiarán recogió que en Ataun (G) en los años veinte el sacramento de la confirmación se le confería al niño cuando el prelado de la diócesis iba a administrarlo al mismo pueblo o a alguno de los alrededores[2].
En Elosua (G) en los años 20 para la confirmación había que desplazarse a las localidades próximas de Bergara o Azkoitia. Poco antes de la Guerra Civil de 1936 se recuerda que el obispo visitó el barrio de Elosua.
En Gaztelu (G) hasta mediados de los años 60 se solía administrar la confirmación en la vecina localidad de Lizartza a donde bajaban los confirmandos el día y la hora señalados[3].
En Abadiano (B) se recuerda que antiguamente el obispo visitaba pocas veces el pueblo y por ello a veces los niños acudían a la localidad próxima de Durango aprovechando que el prelado había viajado a este lugar. En otras ocasiones se producía el fenómeno contrario, que del vecino pueblo de Atxondo venían a confirmarse a Abadiano.
En Nabarniz (B) antiguamente se trasladaban a confirmarse a la localidad próxima de Gernika.
En algunas localidades se han recogido datos sobre quienes hacían de padrinos en la función religiosa. Parece ser que en tiempos pasados fue corriente que esta misión recayera en algún personaje distinguido del lugar.
En el Valle de Orozko y en Zeanuri (B) la parroquia designaba un padrino y una madrina de todos los confirmandos en la ceremonia colectiva. Eran elegidos entre los personajes más notorios de la localidad: alcalde y esposa, patrono de la iglesia y señora, algún benefactor notable con su mujer, etc.
En Getaria (G) antiguamente el alcalde y su mujer apadrinaban en la ceremonia religiosa a todos los confirmandos. También en Gatzaga (G) se ha constatado que los padrinos de este acto solían ser el alcalde y su mujer o algún otro personaje importante[4].
En Artajona (N) hasta mediados de los años 60 apadrinaban a todos los niños el alcalde y su mujer, esta última delegaba la representación a veces en alguna hija. Actualmente (años 90) son los padres quienes apadrinan a los niños.
En Monreal (N) hasta la década de los cincuenta o sesenta hacían de padrinos de todos los confirmantes una pareja de la mejor casa del pueblo. En Obanos (N) era un matrimonio del pueblo quien apadrinaba a todos los niños.
En Goizueta (N) recuerdan que quienes se confirmaban solían tener su padrino y su madrina, a los que el obispo advertía del compromiso y obligaciones que adquirían en dicho acto.
Confirmación en edad indeterminada
Es general el dato de que las visitas pastorales antiguamente tenían lugar de tiempo en tiempo. A modo de ejemplo en algunos lugares se ha recogido que era trienal (Gernika, adonde acudían desde Nabarniz-B), cuatrienal (Hondarribia-G), o acontecía cada seis o siete años (Urduliz-B; Garde-N), o cada diez (Gatzaga-G). La edad de los confirmantes era muy variada.
En Amézaga de Zuya (A) los niños eran confirmados de ordinario cuando contaban doce años de edad aproximadamente, si bien también podía serlo un recién nacido.
En Berganzo (A) la tradición fue similar a la de Amézaga. Antes de los años 50 la visita del obispo era aprovechada para impartir la confirmación a todos los niños, incluidos los recién nacidos. A partir de la citada década los confirmandos eran adolescentes entre los doce y los catorce años. Recuerdan que el acto se celebraba en domingo con asistencia a la ceremonia religiosa de casi todo el pueblo; el alcalde con la vara de mando, a la cabeza. Primero se decía la misa y a continuación el prelado confirmaba a los niños. Tiempo después se introdujo la costumbre de que la edad de los receptores de este sacramento pudiera oscilar entre los 7 y los 20 años. En el barrio de Baroja, perteneciente al municipio de Peñacerrada, próximo a Berganzo, la confirmación se administraba por la tarde.
En Gamboa (A) se recuerda que el acto de la confirmación pasaba bastante desapercibido y los niños que la recibían tenían entre 10 y 14 años. También en Mendiola (A) eran niños de doce o trece años los confirmandos pero al ser las visitas pastorales tan infrecuentes, del colectivo formaban parte en ocasiones niños muy pequeños. En Markina (B) se hacía en torno a los doce años y en Ribera Alta (A) a los diez aproximadamente pero era común que en el grupo que iba a recibir la confirmación hubiese niños entre los ocho y los trece años. En Izal (N) se hacía entre los ocho y los diez años.
En Urduliz (B) a principios de siglo las confirmaciones eran bienales y los niños solían contar diez años de edad. En torno a los años 50 el obispo visitaba la localidad cada seis años por lo que la edad de los confirmandos variaba. Según los informantes hacían todos juntos, jóvenes y mayores, danak batera itten gendun, gazteek eta zaarrak. Previamente los niños recibían una preparación catequética durante quince días. En Trapagaran (B) se hacía a los doce años, edad que luego se vio rebajada a los diez, y en Zeberio y Lezama (B) a los nueve o diez; en esta última localidad señalan que tenía la consideración de ser una continuación de la primera comunión.
En Iholdi (BN) y Berastegi (G) la confirmación se hacía entre los doce y los catorce años. En Berastegi se conocía otra vía distinta de la ordinaria: cuando el prelado Muñagorri que era oriundo de este lugar venía de visita al pueblo, se aprovechaba la oportunidad para que confirmara a los adolescentes de la villa que lo requirieran. El día de la confirmación era muy celebrado por los escolares que disfrutaban por no tener que asistir a clase.
En Aoiz (N) las confirmaciones se recibían entre los 10 y los 15 años, en Beasain (G) hacia los trece y en Goizueta (N) se confirmaban los jóvenes que no lo estuvieran cuando el obispo visitara la localidad. Algo parecido ocurría en Lezaun (N) donde recuerdan que se solían confirmar niños de muy distinta edad.
En Ezkio (G) no había una edad determinada, la hacían personas que iban desde los ocho hasta los dieciocho años. También en Telleriarte (G) los confirmandos eran de distintas edades desde niños muy pequeños hasta mayorcitos.
En Elgoibar (G) se recibía y se sigue recibiendo hacia los diecisiete años. En Getaria (G) en otro tiempo se hacía alrededor de los 18 años pudiendo variar la edad, exigiéndose haber recibido ya la primera comunión.
En varias localidades se ha constatado que la confirmación tenía lugar a una edad más temprana que la señalada en los casos anteriores, en torno a los siete años.
Así en Artziniega, Moreda (A) y Bidegoian (G) la edad idónea para recibir este sacramento se situaba alrededor de los siete años.
En Muskiz (B) tenía lugar aproximadamente un año después de haber hecho la comunión y en Allo (N) la única exigencia era asimismo el haber recibido la primera comunión.
En Garde (N) hasta los años 60 la edad de confirmación de los niños solía oscilar entre los cuatro y los diez años.
En Artajona (N) se hacía con ocho o nueve años. Al comenzar el acto religioso se recuerda que se cerraban las puertas de la iglesia y nadie podía salir ni entrar de ella durante la ceremonia.
Hay algunas localidades donde se ha recogido que no sólo podían ser confirmados los menores sino que lo común era que recibieran la confirmación de muy niños.
En Lekunberri (N) la confirmación solía hacerse antes de la primera comunión, a la edad de seis años. También en Monreal (N) se ha conocido la costumbre, vigente hasta la década de los años setenta, de recibir este sacramento antes de la primera comunión. En Pipaón (A) hasta principios de siglo la confirmación se impartía aunque no se hubiera recibido la primera comunión; más tarde se empezó a administrar a los niños que la hubieran hecho.
En Sangüesa (N) antaño no había edad fija para recibir el sacramento de la confirmación pero casi siempre se hacía antes de los siete años y en Viana (N) los componentes de los grupos de confirmantes eran de edades muy dispares entre tres o cuatro años y diez o doce.
En Obanos (N) como confirmantes coincidían niños de diferentes edades. Era normal por ejemplo que recibieran este sacramento varios hermanos a la vez sin que hubieran hecho la primera comunión.
En Nabarniz (B) eran confirmados niños de muy diferentes edades, hasta recién nacidos, batzuk ariñau eta beste batzuk nekezau, jaio ta arakuek be bai. Una informante recuerda que fueron confirmados tres hermanos simultáneamente, un recién nacido, otro de tres años y ella de seis.
En Abadiano (B) antiguamente les confirmaban incluso a los niños de uno o dos años de edad. En Carranza (B) se ha constatado que el registro de edades de los receptores de este sacramento era muy variable. Algunos informantes de Markina (B) apuntan que se confirmaba a los recién nacidos, konfirmaziñoie, jaiotakuun. También en Salva-tierra (A) se ha recogido que hasta los años sesenta la confirmación se hacía a cualquier edad. Otro tanto ocurría en Treviño y en Valdegovía (A).
En el Valle de Orozko (B) hasta mediados de los 50 muchos niños recibieron este sacramento a edades tempranas, incluso antes del primer año. A partir de los cincuenta fue retrasándose la edad pero todavía en la visita que el obispo giró a la localidad en 1952 confirmó a todos los niños que habían recibido la primera comunión.
Fórmulas burlescas de la confirmación
El obispo finalizaba el rito de ungir con el crisma individualmente a cada confirmando dando un ligero golpe con la mano en la mejilla, lo cual se ha considerado como una bofetada simbólica y admonición para acordarse del sacramento recibido. Con este pretexto fue común a muchas localidades el que los niños se gastasen una broma los unos a los otros.
Generalmente el hecho transcurría de la siguiente forma: Uno de los muchachos, en presencia de quienes ya conocían el resultado de la acción, trataba de explicar a otro la manera en que el obispo procedía a realizar la confirmación. Para ello pronunciaba una fórmula y al decir la última palabra propinaba un cachete en el carrillo al compañero que prestaba atención a sus explicaciones.
Se han recogido varias fórmulas todas ellas muy similares y a título de ejemplo transcribimos las siguientes:
En Artajona (N) se decía:
- Obispo de Roma,
- con cruz y corona
- para que te acuerdes de mí,
- toma.
En Garde (N) se ha constatado un dicho similar
- Soy el Obispo de Roma
- para que te acuerdes de mí,
- toma.
Las dos fórmulas siguientes provienen de Moreda (A) y Durango (B) la primera y de Mendiola (A) la segunda y son casi idénticas a la anterior:
- Obispo de Roma
- para que te acuerdes de mí,
- toma.
- Obispo de Roma
- para que te acuerdes,
- toma.
De Telleriarte (G) son las dos que vienen a continuación que participan de un claro sabor local:
- Obispo de Roma
- para que te acuerdes
- toma la txanpona.
Y esta otra parecida:
- Obispo de Pamplona,
- toma la txanpona.
- ↑ Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, pp. 96-97.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. "Nacimiento y expansión de los fenómenos sociales. Bosquejo de una cultura" in AEF, IV (1924) p. 165.
- ↑ Pedro RODRIGUEZ DE ONDARRA. "Costumbres religiosas y datos históricos concernientes a la parroquia de Sta. M.ª de la Asunción, en Gaztelu (Guipuzcoa)" in AEF, XXI (1965-1966) p. 43.
- ↑ Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, pp. 96-97.