Citas de novios
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En la actualidad las parejas se ven con frecuencia, pero antaño no ocurría lo mismo, lo habitual era que sólo coincidiesen los domingos por la tarde con motivo del baile. Los lugares más comunes para citarse eran los mismos que habían servido como puntos de encuentro.
Lugares de encuentro
El lugar más apropiado para que se vieran los novios era el baile (Allo, Goizueta-N). En función de lo avanzado que se hallase el noviazgo y del grado de confianza que el chico tuviera con los padres de la novia, se reunían directamente en el baile (Oñati-G; Aoiz-N), quedaban citados de camino al mismo (Treviño-A) o el muchacho acudía a la casa de la chica a buscarla para llevarla al baile y una vez finalizado la acompañaba de nuevo a casa.
Otro punto de reunión lo constituía el baile de las romerías del mismo pueblo y también de las circundantes, a los cuales acudían siempre andando (Elgoibar-G).
Las primeras citas y reuniones solían tener lugar en la calle; los escenarios más frecuentes eran la fuente (Allo-N) y los alrededores de la casa de la novia (Ezkio-G; Allo-N).
También se reunían para pasear. En Allo (N) daban largos paseos por la carretera de Estella. En Aoiz (N) el momento de cita por excelencia era el paseo anterior o posterior al rosario. La pareja paseaba por la carretera permaneciendo a la vista de todo el mundo. Había veces en que se citaban en el portal de la casa de la novia y allí charlaban mientras los padres de ella vigilaban desde la ventana.
En Lekunberri (N) el domingo era el día de paseo. Después de comer se celebraban las vísperas y a continuación todas las chicas iban paseando en grupo, volviendo al regreso con el novio.
En Moreda (A) los novios que estaban de luto paseaban por la carretera de Labraza por ser lugar menos frecuentado que la de Viana, adonde acudían la mayoría de los jóvenes.
También se reunían a la salida de los actos religiosos, en las romerías organizadas con motivo de las fiestas patronales y en las ferias.
En Treviño (A) los novios se citaban en la ermita de San Formerio, sobre todo el día de la romería, a la que acudía todo el Condado. En Orozko (B) las parejas no dejaban de acudir al monte Gorbea el día de San Ignacio.
En Izurdiaga (N) un día de encuentro especial de las parejas era la fiesta del Angel de la Guarda; esta jornada se celebraba la "feria de los novios" y era costumbre que acudieran al campo a merendar.
A principios de siglo la encuesta del Ateneo recogió un tipo de información similar a la expuesta hasta aquí. Los novios tenían ocasión de verse y hablarse en los lavaderos y fuentes públicas, en las casas donde por la noche solían reunirse las mujeres a hacer labor, en las avenidas de los talleres y obradores, los mercados, teatros, iglesias y sobre todo en los bailes que tenían lugar todos los días festivos. Las rejas, balcones y puertas también se utilizaban con mucha frecuencia con este objeto. Los centros de reunión principales durante las noches de invierno eran las fiadas, hilanderos en donde las mozas hilaban el lino que se cultivaba en las tierras de cada casa. Al llegar cierta hora cesaba el trabajo y al son de pandero, conchas y panderetas de sonajas se improvisaba un baile. Tras el mismo el chico acompañaba a la novia hasta la puerta de su casa, donde charlaban un momento[1].
En Santa María de Oya (A) los novios tenían ocasión de verse y hablarse en los hilanderos, en los bailes, en el campo y en las calles. En Bilbao (B) en paseos y bailes. En Gernika (B) todos los días festivos, excepto los de Adviento y Cuaresma, en el baile. En Bergara (G) en las romerías y bailes públicos y también en el campo. En Oñati (G) en las romerías que se celebraban en las inmediaciones, ocasionalmente en los hilanderos y cuando se desgranaban las mazorcas de maíz y los días de fiesta en los paseos que realizaban. En Tafalla (N) en invierno cuando se reunían de trasnocho, ellas a hilar y chicos y chicas a deshojar el maíz. En Aoiz (N) en los lavaderos, bailes y fuentes públicas. En Pamplona (N) en reuniones, bailes, paseos y teatros y en las novenas y demás actos religiosos. En Sumbilla (N) en la casa de la novia y en el baile. En Tudela (N) en los bailes, en los paseos, a la salida del templo, en la esquina de la calle y en la reja y en el Valle de Burunda (N) todos los días, especialmente en invierno, en los hilanderos[2].
A medida que la relación entre los dos jóvenes se iba afianzando, elgarrekin atxikitu (Hazparne-L), sus encuentros tenían lugar cada vez más cerca de la casa de la novia, hasta que por fin el chico entraba en la misma.
En Gamboa (A) se veían al anochecer una vez finalizadas las labores diarias, reuniéndose en un lugar cercano al hogar. Si llevaban tiempo saliendo juntos los padres les daban permiso para verse dentro de la casa, normalmente en el portal. En Allo (N) el domicilio de la chica también era lugar de cita, primero en la entrada y más adelante en la cocina.
En Artajona (N) el novio acudía a la vivienda de la novia para salir con ella. Si la relación no era bien aceptada por los padres se citaban en las inmediaciones de la casa, en un punto cercano pero no visible desde la misma. La manera de avisar a la chica era silbando o carraspeando. De todas formas lo habitual era que el novio subiera al hogar de su prometida. El hecho de que "entrara en casa" confería al noviazgo un carácter más serio e implicaba la aceptación por parte de sus futuros suegros.
En Garde (N) se reunían en la casa de la novia, pero lo hacían en pocas ocasiones y sólo cuando la relación estaba muy consolidada. La entrada del novio en casa de la chica era un acto de respeto hacia los padres. La muchacha anunciaba a sus padres la fecha en que iba a llevar al novio a casa. Esa tarde el chico tocaba la puerta; la madre bajaba a recibirlo y mantenían una conversación a la entrada con el fin de comprobar sus intenciones. La novia entraba en casa del novio mucho más tarde y lo hacía en muy pocas ocasiones. Era muy común que diese rodeos para evitar encontrarse con los padres del mismo. En Goizueta (N) cuando el noviazgo estaba consolidado se consideraba que la casa de la chica era el lugar apropiado para que se vieran los novios.
En San Martín de Unx (N) las visitas de los chicos a las casas de sus novias sólo se admitían cuando habían formalizado su relación pensando en el matrimonio. Consistían en estar un rato de conversación, tomar un trago de vino y marchar de vuelta a casa. En Lekunberri (N) el novio acudía a casa de la novia y allí permanecían junto al fuego charlando.
En Viana (N) la visita del novio a la casa de la novia al atardecer se llamaba cortejar. Permanecían ambos en la entrada, pues el novio no subía al piso.
Las encuestas del Ateneo, realizadas a principios de este siglo, confirman lo expuesto. En Caparroso (N) se veían en la puerta de la casa y por último acababan entrando en el hogar con permiso de los padres. En Castejón (N) durante el verano charlaban en los poyos situados a los lados de las puertas; los que aún no contaban con el permiso de los padres permanecían a distancia cantando por las noches. En Estella (N) cuando las relaciones tenían la aprobación de los padres el novio pasaba largos ratos en casa de la novia. En Monteagudo (N) los novios se veían y hablaban cuantas veces quisieran especialmente en el hogar de la chica. En Azpeitia (G) se veían por la noche en el domicilio de ésta. En Falces (N) en las clases acomodadas, después de la petición oficial, el novio iba a casa de la chica todas las noches después de la cena y permanecía allí una o dos horas.
En Getaria (G) las citas eran a la puerta de casa cuando las relaciones eran oficiales, mientras tanto se reunían a escondidas.
En Artziniega (A) los chicos iban a buscar a las novias a su casa o a la puerta del trabajo, aguardando a una cierta distancia para que no les vieran. Sólo cuando las relaciones se consolidaban les esperaban en el portal; no entraban en casa hasta fechas próximas a la celebración del matrimonio.
En Urduliz (B) aunque las chicas tuvieran novio no se encontraban con éstos hasta llegar al baile. Iban juntas al mismo y allí, después de bailar durante toda la tarde se encontraban con sus parejas que les acompañaban a casa. Los novios sólo iban a buscarlas a casa cuando llevaban largo tiempo saliendo juntos y estaban próximos a casarse.
En Abadiano (B) los novios seguían acudiendo con sus cuadrillas respectivas a los bailes y fiestas de la zona y sólo cuando la pareja estaba consolidada acudía el chico a recoger a la novia a su casa. En esta localidad lo mismo que en Orozko (B) se señala que los jóvenes de barrios distintos colocaban un pañuelo blanco en un montículo o en cualquier otro punto visible desde el caserío de su novia que sirviera de señal para comunicarse.
En Bermeo (B) al comienzo del noviazgo los novios del casco urbano quedaban en el parque, pero por la noche el chico acompañaba a su novia hasta el portal de la casa, donde se despedían. Consolidadas las relaciones acudía a esperarla también. Desde la calle le lanzaba un silbido y la chica se asomaba a la ventana para comunicarle que ya bajaba. Hoy en día el medio de comunicación es el teléfono.
En Beasain (G) al comienzo del noviazgo las parejas quedaban en los mismos puntos de reunión que los demás jóvenes, y cuando llevaban un tiempo saliendo, el chico esperaba y acompañaba a casa a la novia. Hoy en día entran pronto en el hogar de las chicas. En la zona rural es normal que el novio vaya el domingo a comer a casa de su pareja.
En Bidegoian (G) se encontraban en los puentes de entrada al pueblo y cuando la relación era conocida, el chico acudía a un lugar cercano al caserio de la chica y allí paseaban hasta el toque de las Avemarías. Hoy en día quedan en un establecimiento público y una vez que la relación está afianzada, en casa de la novia.
Con el paso del tiempo el cine comenzó a ser un lugar idóneo para citarse. En Elgoibar (G) a partir de los años cincuenta. En Aoiz (N) era costumbre invitar a la moza a "la sesión", es decir, al cine.
En tiempos pasados la asistencia de las mujeres a los bares estuvo muy limitada por lo que no solía ser el lugar habitual de encuentro de los jóvenes tal y como ocurre ahora.
En Muskiz (B) señalan que antes las parejas quedaban en lugares públicos de la localidad, en los pórticos o soportales en invierno y en lugares abiertos en verano. Las mujeres no empezaron a entrar en los bares hasta los años setenta.
En Garde (N) una vez formalizadas las relaciones los novios paseaban solos para ir conociéndose y cuando atardecía iban al bar, adonde nunca acudían las jóvenes que no tuvieran novio. Había un reservado donde sólo estaba permitido que entraran las parejas consideradas consolidadas. Muchas mujeres recuerdan un vino muy dulce que servían llamado beso de novia. Al toque de oración los hombres acompañaban a las novias hasta la puerta de su casa.
Días de encuentro
El día en que habitualmente los novios podían verse era el domingo coincidiendo con el baile. En algunas localidades se ha constatado además la costumbre de que se citasen un día entre semana.
En Salvatierra (A) las visitas de los mozos a las mozas tenían lugar un día de labor hacia la mitad de la semana y sobre todo los días festivos y las efectuaban a la salida de la iglesia, de los talleres de costura, con motivo de hacer recados o por previo acuerdo.
En San Martín de Unx (N) las visitas de los novios a la casa de sus novias tenían lugar los miércoles y sábados, después de la faena del campo.
En Urduliz (B) en los años 3040 se veían los domingos por la tarde en el baile y en caso de que hubiera alguna fiesta entre semana también era aprovechada por los novios para encontrarse. A partir de los años 50-60 salían los jueves y los domingos por la tarde. Se reunían en la estación de tren para ir al baile o al cine. Estos dos eran los puntos preferidos durante el invierno, en el periodo estival acudían a donde hubiera fiestas.
En tiempos pasados el sábado debió de ser el día habitual de cita a juzgar por las denominaciones que han perdurado en euskera para referirse al mismo. En Hondarribia e Irun (G) se llamaba al mismo amortiko eguna y en la zona navarra del Bidasoa neskegun, precisamente por ser el día en que estaban autorizadas las entrevistas entre los enamorados[3]. Asimismo en suletino el sábado era nombrado como neskan eguna[4]. En Lapurdi se empleaba la voz larunbata. En Lekunberri (BN) el sábado al anochecer era el momento favorable para los encuentros entre jóvenes, emaztekia.
En Donaixti-Ibarre, Iholdi e Izpura (BN) los sábados era costumbre que los jóvenes efectuaran visitas nocturnas a las solieras. Se cuentan numerosas historias en las que los chicos no siempre salían bien parados. Ante la llegada inesperada de los padres de familia se veían obligados a escapar apresuradamente y a esconderse en las cochineras o en los apriscos.
Satrústegui, haciendo referencia a los vascos en general, dice que las relaciones prematrimoniales sobrevivieron de una manera más o menos solapada hasta nuestros días en algunas zonas del país. Una de las últimas manifestaciones fue la visita sabatina que los mozos giraban de noche al domicilio de sus prometidas. Recoge asimismo el testimonio de un anciano sacerdote quien le aseguró que los mozos de Valcarlos (N) solían dormir los sábados en las casas de sus novias. Amoros eguna, día de los amantes, llamaba él a esta jornada, expresión que recuerda la palabra nesken eguna, sábado, en acepción bastante generalizada en otras regiones[5].
A principios de siglo la encuesta del Ateneo recogió algunos datos al respecto. En Falces (N) los novios se veían siempre que sus ocupaciones se lo permitiesen, los mozos acompañaban a las chicas a los recados, a la fuente, procuraban trabajar en el mismo tajo y estar juntos en los bailes y en los trasnochos. En Estella (N) veían a la chica por la mañana cuando iba a la compra, por la tarde al ir a la fuente y por la noche en las tertulias llamadas trasnochos, también en algunas faenas agrícolas y en los bailes[6].
Sin embargo, en Artajona (N) los días para verse eran los domingos y alguno laborable. Señalan que no era bien aceptado que las parejas se reunieran con mayor asiduidad.
En Obanos (N) las salidas de los novios tenían lugar sólo por las tardes, no estaba bien visto que las chicas lo hiciesen por la mañana como no fuese a hacer las compras o a trabajar.
Hoy en día los novios se reúnen en cualquier sitio tanto de la localidad como de fuera. Muchas veces el novio va a buscar a la chica en coche a su casa, salen y vuelve a llevarla por la noche (Berganzo, Bernedo, Mendiola, Ribera Alta, Valdegovía-A; Amorebieta-Etxano, Gorozika, Lemoiz, Orozko-B; Berastegi, Elosua, Telleriarte-G; Ezkurra, Izal, Lezaun, Monreal, Obanos, Sangüesa-N). Los lugares habituales de reunión suelen ser los bares y los locales de baile (Carranza, Urduliz-B).
Actualmente no se da tanta importancia a la entrada en casa del novio o de la novia y las relaciones con los padres se establecen rápidamente (Garde-N).
Los novios también se ven mucho más a menudo que antaño, casi todos los fines de semana y algún que otro día de labor, dependiendo de dónde viva cada uno. En verano o en época de vacaciones las citas son más numerosas, llegando a ser diarias. En caso de no poderse ver entre semana recurren al teléfono para mantener el contacto.
- ↑ EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIAh1.
- ↑ EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIAh1.
- ↑ Luis de URANZU. Lo que el rio vio. Biografía del río Bidasoa. San Sebastián, 1955, p. 409.
- ↑ Philippe VEYRIN. Les Basques de Labourd, de Soule et de Basse Navarre. Leur histoire et leurs traditions. Bayonne, [1943], p. 265.
- ↑ José Mª SATRUSTEGUI. Comportamiento sexual de los vascos. San Sebastián, 1981, p. 118.
- ↑ EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIAh1.