El balbuceo del niño

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La mujer encargada de atender y cuidar al niño es la que se ocupa también de enseñarle las primeras palabras e interpretar sus primeros balbuceos. Antaño en muchos casos además de la madre podía ser la abuela, alguna tía o la hermana mayor.

Cuando balbucea esas primeras palabras, que son incompletas y a veces confusas, suele decirse que el niño tiene "lengua de trapo" para expresar la dificultad que presenta entender su lenguaje, a veces solamente comprensible para los más cercanos de la familia En Moreda (A) se dice que habla chapurriau o que habla entremedias.

Ante las preguntas que se hace a las madres para conocer los progresos del niño ésta suele contestar "ya dice papá", "ya quiere empezar a hablar", "ya chapurrea" o "ya dice un chapurrean..." (Artajona-N).

Ayudas a la iniciación del habla

Uno de los sistemas más recurridos tanto en tiempos pasados como en la actualidad para que los niños aprendan a pronunciar sus primeras palabras consiste en insistirles en voz alta, despacio y con una vocalización bien marcada, monosílabos que con su repetición forman palabras como pa-pa, ma-ma, ta-ta, etc., o bien palabras muy cortas como aita o ama. En Bernedo (A) otro de los primeros sonidos que se les enseña es ajooo y en Izal y San Martín de Unx (N) anjooo.

Más adelante se les anima a que vayan repitiendo y asociando las palabras con las personas, alimentos y objetos que designan y les rodean. Van conociendo a los animales y los sonidos que emiten: -Zelan egiten dau katuak? -Miau; -Txakurrak? -Guau; la vaca, -Muu, etc.

También a través de expresiones muy cortas se les inculcan los sentimientos de repulsa hacia algunas cosas o acciones, como cuando introducen alguna porquería en la boca y se les dice "ori ez, aj! ka-ka" con gesto de repugnancia; se les acentúa la sensación de peligro: "kontuz pu-pu "; se les estimula si consiguen algún objetivo aplaudiéndoles "viva-viva", "ederto!"; se les inculca cariño o respeto hacia personas y animales acariciándolos y a la vez diciendo "guapo, guapo", "maite, maite"; se les enseña a echar besos con la mano "paa" o a decir "agur" al despedirse.

Durante este proceso de aprendizaje se practican con el niño sencillos juegos acompañados de cancioncillas.

Obanos (N), 1987. Fuente: M.ª Amor Beguiristain, Grupos Etniker Euskalerria.

En Aoiz (N) para que aprendiesen a pronunciar los sonidos "br" y "ñ" existía un juego que consistía en que la madre pronunciase algo parecido a "brito-braño-bruño, brito-brito, brito-braño-bruño...", mientras pasaba los dedos desde el meñique al índice por los labios. Esto hacía especial gracia al niño, que trataba de repetir los sonidos y el recuento de los dedos.

Un tratamiento practicado desde tiempos pasados y que se ha constatado en Valdegovía (A) consistía en cortarles el frenillo con el fin de facilitarles la pronunciación de la "r" cuando presentaban dificultades para ello. En Alsasua (N) para significar que una persona es habladora precisamente se dice "Miipeko zaina untsa egina"[1] (no tener frenillo en la lengua). Hoy en día (1995) esta práctica sigue vigente y la realiza el pediatra sin esperar a que el niño manifieste problemas en el habla, simplemente cuando observa que el frenillo está muy tenso.

Prácticas creenciales

En tiempos pasados era habitual acudir con los niños que no rompían a hablar o que presentaban dificultades en el habla a determinadas ermitas o lugares de culto con el fin de solucionar sus problemas. Con la misma intención se recurría a ciertas prácticas de naturaleza religiosa.

Son numerosas las ermitas a las que se ha acudido con los niños. En Bernedo (A) les llevaban a la de Santa Isabel del pueblo de Jauregui. En Salvatierra (A) a Santo Domingo en la iglesia de la aldea de Munain. En Apodaca (A) al Santuario de Oro donde les ponían un escapulario de San Bernardo. En el valle de Arratia (B) a la ermita de San Juan del barrio de Altzuaga[2]. En Abadiano (B) a San Antonio de Urkiola. En Bermeo (B), durante los tres primeros años de su vida, a San Andrés sita en Sukarrieta; en este último caso normalmente se iba el día del patrón, 30 de noviembre, para cumplir con la visita.

En Bermeo también recuerdan el caso de un niño que llevaron a la iglesia de Errigoiti en representación de su hermano gemelo, que era quien realmente tenía el problema. Le hicieron dar tres vueltas alrededor de la iglesia de tal modo que a cada vuelta tenía que introducir la mano en una bolsa con calderilla que habían traído los padres, y toda la que entrase en su mano la depositaban en el altar del santo.

En Busturia, Gorozika y Nabarniz (B) si tardaba en comenzar a hablar se le llevaba ante el cuerpo incorrupto del santo de Errigoiti. Esta costumbre todavía estaba vigente por los años sesenta. En Nabarniz a los niños con dificultades en el habla también les llevaban a San Juan de Gaztelugatxe para que sanasen.

En Durango (B) al niño que tenía dificultades para hablar se le llevaba en ocasiones a San Antonio, que se venera en la parroquia de Rigoitia; también a ermitas de San Andrés.

En Markina (B) para que los niños hablaran bien, sin tartamudear, se iba con ellos a Zenarruza el día de San Roque, en agosto, y se les pasaba en procesión bajo el arco de entrada del recinto de la colegiata.

En Lezama (B) para evitar problemas en el habla, muchas mujeres acudían con sus criaturas a la ermita de la Cruz el día de la Santa Cruz, 14 de septiembre.

En Lemoiz (B) cuando se retrasaba o hablaba defectuosamente la madre hacía alguna promesa a la Virgen y lo llevaban a la Basílica de Begoña.

En Arrasate (G) acudían a la ermita de San Josepe y después de rezar una oración a la Virgen colocaban una rosquilla en los cuatro dedos que, extendidos en actitud de bendecir, tenía la imagen de San Andrés. En Gatzaga (G) también se ha constatado que esta costumbre era practicada por algunas mujeres[3].

En la anterior localidad guipuzcoana de Gatzaga acudían además a las ruinas de San Juan de Jarindo[4]. Según Azkue en Olaeta (Aramaio-A) también se subía con los niños que no se decidían a hablar al monte llamado Jarindo, donde antes hubo una ermita[5].

En Telleriarte (G) acudían a la parroquia de San Andrés, a la Magdalena de Oñati y a la ermita de Olatz en Azpeitia. En la de la Magdalena bebían agua de una campanilla. En Oñati (G) también se le llevaba a la ermita de la Magdalena para que aprendiera a hablar.

En Zerain (G) se iba con ellos a la ermita del Espíritu Santo en Zegama o a la de Santa Isabel de Zumarraga.

En Ursuaran (G) a la ermita de Santa Bárbara el día de la Ascensión[6].

En Donoztiri (BN) se recurría a votos y visitas a santos de determinados santuarios como el de Otsarte en Iholdi. En Iholdi (BN) acudían a esta ermita de Otsarte, Otsarteko kapera, o a la de San Blas, localizadas ambas en esta población.

En Uharte-Hiri (BN) iban a la ermita de Notre Dame de Soihartza, situada en un monte de la localidad.

En Donibane-Garazi (BN) les llevaban en tres peregrinaciones a las capillas de la Ascensión, San Antonio y Altzieta[7]. En Barkoxe (Z) también a tres lugares: a Santa Bárbara, a la capilla de Malta y a la de María Magdalena[8].

Una práctica diferente a las relatadas hasta aquí fue constatada en Luzaide (N) donde recuerdan el caso de una niña que venía bastante retrasada en el habla y que llevaron a Orreaga-Roncesvalles a que le leyeran los evangelios[9].

Cuando a los niños les costaba "soltar la lengua", en Amézaga de Zuya (A) les ponían una estampa de San Blas o le daban agua, miel u otras golosinas bendecidas durante la festividad en honor a este santo (3 de febrero). También les mojaban la lengua con agua bendita. Según Azkue en la Montaña Navarra, Bizkaia y Gipuzkoa se constató la costumbre de dar a beber al niño agua bendita procedente de tres iglesias[10].

En Sakana (N) recurrían igualmente al agua bendita para buscar solución a este problema. El agua bendecida "launbat santu goizien botila txiki batekin ur beiketua hartu eta haurrai edanazi"[11], (la mañana de sábado santo se cogía agua bendita en una botella y se le daba de beber al niño).

En Ormaiztegi (G), Dima y Ermua (B) se creía que si en el bautizo se rezaba defectuosamente el credo el niño sería tartamudo[12].


 
  1. José M.ª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, p. 199.
  2. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 239.
  3. Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 51.
  4. Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 51.
  5. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 239-240.
  6. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 239-240.
  7. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 239-240.
  8. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 239-240.
  9. José M.ª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, p. 198.
  10. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 251.
  11. José M.ª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, p. 198.
  12. Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 187.