Las primeras salidas de casa
El hecho de que no se paseara a los niños no significaba que se mantuviesen permanentemente en casa. Transcurridos los primeros meses la madre llevaba al crío allí donde ella fuera ya que nunca lo dejaban solo en casa. En la sociedad tradicional rural la mujer tenía que ocuparse de diversas tareas agrícolas de modo que cuando no tenía a nadie que cuidara de la criatura se veía obligada a cargar con ella hasta el lugar de trabajo y prestarle allí los cuidados y atenciones que requiriese, a la vez que desempeñaba sus otras labores.
En Carranza (B) cuando la madre salía a la pieza o al prado llevaba al niño a la espalda. Mientras trabajaba lo dejaba en el suelo encima de una sábana o manta viejas o en un sábano sobre el que se extendía un paño o sábana. A veces también se llevaba una cesta amplia y se le ponía dentro.
En Ezkio (G) si la madre tenía que dedicarse a las labores de la huerta, dejaba al niño en una esquina de la misma envuelto en unas mantas. Otras veces lo mantenía sujeto a su espalda.
Esta misma costumbre fue recogida por Satrústegui, según este autor la madre nunca dejaba al niño solo en casa sino que lo llevaba a la espalda adonde ella fuera. Una vez en el lugar de trabajo lo dejaba en un surco sobre una tela de saco para que se durmiera. Cuando se despertaba, la madre le daba de mamar y después lo posaba de nuevo en el surco. Si el niño no quería dormir y comenzaba a llorar lo ponía a la espalda y seguía con su trabajo[1].
En Urduliz (B) la madre llevaba al crío consigo allí donde fuera, a la huerta, al monte... astotzaran sartzen ziren, ta solo ertzatxure edo basora, aitte ta ama jooten ziren lekure. En Orozko (B) todos los informantes coinciden en señalar que nunca se dejaba al niño solo en casa; cuando la madre iba a la huerta también lo llevaba.
En Zeanuri (B) cuando todos los miembros de la familia y entre ellos la madre tenían que salir de casa para realizar algún trabajo solían llevar con ellos al crío pequeño. Lo dejaban junto a la heredad siempre a la sombra mientras ellos se dedicaban a su trabajo, cuando lloraba la madre le atendía y le daba el pecho.
En Markina (B) cuando la madre tenía cosas que hacer metía al niño en una cesta y la enganchaba a un árbol, eta norberak zeozer egin bier ezkero, otzarii lotu arbola bati eta otzaran sartu umii.
En Beasain (G) a la hora de ir al campo o a la huerta, se le llevaba en un recipiente para medir el grano, llamado gaitzerue o imie y se dejaba en la esquina de la pieza o huerta con el niño dentro y siempre a la vista de la madre. En esta localidad los informantes recuerdan que en cierto caserío, cuando el niño era pequeño y sus padres tenían que ir a labrar una heredad, lo ponían bien atado sobre la piel de oveja que se colocaba en la testa de los bueyes al uncirlos. La madre iba delante como boyera, itzulan, y el padre por detrás guiando el arado, area. De esta manera el niño era acunado por el movimiento de los bueyes.
En Zerain (G) si la familia trabajaba junta en la heredad y no había nadie más para cuidar al niño llevaban un celemín al borde del terreno y colocaban a la criatura dentro de él, vigilándola desde lejos, emikoa eraman soro baztarrera, umea bertan sartu ta eukitzen zan lana egiñ arte.
En Bidegoian (G) cuando toda la familia tenía que trabajar en las labores del campo y no había quién se encargara del niño, se le llevaba en cuna al terreno donde se trabajaba y la madre, o cualquier otro, lo vigilaba de vez en cuando desde donde estuviese. Cuando el niño ya tenía unos meses se colocaba en el gurdi txikia que era una especie de taca-taca de madera que se hacía en el mismo caserío y así su madre podía trabajar.
- ↑ José M.ª SATRUSTEGUI. Euskaldunen seksu bideak. Oñati, 1975, p. 187.