Asistencia a la escuela
En tiempos pasados, según se ha recogido en la investigación de campo, la edad de comienzo escolar se situaba entre los seis y los siete años. La escuela obligatoria tenía una duración breve, normalmente hasta los doce años y a lo sumo se extendía hasta los catorce.
Las materias impartidas lo eran también en grado elemental y las enseñanzas se limitaban prácticamente a que los niños aprendieran a leer, escribir, contar y doctrina cristiana. A las niñas se les enseñaba también costura. En pequeñas localidades, en la sacristía o en dependencias parroquiales bajo la dirección del cura o del maestro, se enseñaban rudimentos que venían a ser una mezcla de catecismo y conocimientos generales, lo que posibilitaba hacer la primera comunión.
En el ámbito rural a ello hay que añadir que por motivo de los ciclos agrícolas y las exigencias derivadas de la tenencia de ganado doméstico, el absentismo escolar era muy elevado. Esta situación tenía una triple manifestación: la incorporación inicial a la escuela era tardía; durante el curso se producían bajas en las épocas de primavera y comienzo del verano mientras que la presencia era muy asidua en los meses de otoño e invierno, salvo por graves inclemencias del tiempo; y por último, la edad de abandono de los estudios para integrarse en el mundo laboral de los mayores era muy temprana, los doce o los catorce años, en comparación con hoy día. Para corregir en parte la escasa asistencia de algunos alumnos y el interés de otros en proseguir sus estudios, florecieron en algunas localidades las escuelas nocturnas (gaubeko eskola).
Pasados los años, la edad de iniciación escolar se ha adelantado porque así lo exigen los planes de educación y existen más recursos. De este modo fue surgiendo la educación preescolar, los parvularios y las guarderías infantiles. La escolarización por tanto ha ido ganando en profundidad, pasándose de unas enseñanzas más tenues a otras más intensas.
Paralelamente, en algunas localidades desde antiguo, se constata la existencia de colegios de religiosos y religiosas que ejercen una labor subsidiaria de los centros públicos o principal en lo referente a la educación escolar.
Con el tiempo, como consecuencia de la escasez de alumnos, se produjeron las concentraciones escolares en las cabeceras de comarca, adonde se desplazan los niños del territorio circundante. Actualmente los muchachos se trasladan incluso a localidades populosas alejadas de sus lugares de origen para demandar los servicios educativos deseados.
En las escuelas tanto de niños como de niñas se hablaba y se enseñaba en castellano aun en las localidades en que la lengua comúnmente empleada en casa y en la calle fuera el euskera. En las encuestas se ha registrado la aparición desde hace algunos años con carácter general de las escuelas de enseñanza en euskera, ikastolak.
Finalizada la enseñanza obligatoria primaria y la secundaria, antiguamente se producía la inmediata incorporación al mundo laboral. Hoy día es mucho mayor el número de jóvenes que continúa los estudios medios y superiores.
En algunas localidades se ha recogido una costumbre u obligación antigua consistente en gratificar a los enseñantes con pagos en especie. Así antaño, en Ribera Alta (A) se acostumbraba regalar periódicamente al maestro, en premio a su dedicación, productos de la huerta y cuando se hacía la matanza del cerdo se le obsequiaba con trozos de las distintas partes del mismo, lo que se denominaba "la ración". En Apodaca (A) la escuela privada se creó en los años veinte mediante fundación privada y el pueblo daba a los maestros una suerte de leña, foguera, que se la bajaban por turno, de vereda. También les proporcionaban una huerta con agua en Roítegui para que la sembraran.
Bonifacio de Echegaray recogió abundantes ejemplos de localidades de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra en las que los maestros, o quienes hacían sus veces, eran retribuidos en especie por los vecinos. Incluso aporta algunos casos de construcción de la escuela por cuenta del vecindario[1].
- ↑ Bonifacio de ECHEGARAY. "La vecindad. Relaciones que engendra en el País Vasco" in RIEV, XXIII (1932) pp. 400-405.