La lactancia
Según se ha recogido en algunas poblaciones, durante las primeras horas e incluso durante más tiempo, el niño no recibía más que agua, agua azucarada o un poco de miel con el que se le untaban los labios para estimular el reflejo de succión.
En Berganzo (A) al nacer el bebé se le proporcionaba té o agua con una cucharita para que limpiase y luego la madre le daba el pecho. En Ezkio (G) mojaban los labios al niño con agua azucarada para que se fuese acostumbrando al pecho de la madre; se consideraba que al cabo de cuatro o seis horas era capaz de mamar. En Arberatze-Zilhekoa (BN) la partera le daba agua azucarada.
En Allo (N) el primer día de vida el pequeño no tomaba más alimento que agua hervida y un poquito de miel con la que le untaban los labios. En Goizueta (N) este primer día no mamaba; si tenía mucha hambre se hervía un poco de agua y se le daba mezclada con algo de azúcar. En Izurdiaga (N) le alimentaban con agua y azúcar durante tres días, hasta que le "subía" la leche a la madre. En San Martín de Unx (N) el recién nacido no mamaba de su madre hasta el día siguiente al parto. Tampoco en Durango (B) pues se consideraba que antes de transcurridas veinticuatro horas la leche de la madre no tenía ningún valor nutritivo; actualmente, en cambio, nada más nacer le da el calostro porque se piensa que "le limpia las tripas".
En Trapagaran (B) había costumbre de administrar al bebé nada más nacer una cucharadita de vino tinto para "restarle el frenesí".