Fórmulas de declaración. Babarrunak jan
El modo más común que el chico ha utilizado para declararse a una muchacha ha sido de palabra, unas veces mediante fórmulas explícitas y otras, en cambio, recurriendo a expresiones no tan directas como insinuarle a la chica que comería a gusto alguno de los platos que ella le cocinara. Tampoco se ha descartado la declaración por escrito mediante cartas o tarjetas (Amézaga de Zuya, Apodaca, Bernedo, Pipaón, Treviño, Valdegovía-A; Carranza, Durango, Lemoiz-B; Arrasate, Berastegi, Hondarribia-G; Arberatze-Zilhekoa-BN; Garde, Lekunberri, Lezaun, Monreal-N). Se han empleado además fórmulas gestuales o el ofrecimiento de regalos o prendas a modo de declaración cuya aceptación daba pie al inicio de relaciones.
En Lezaun (N) las declaraciones las efectuaban los mozos de palabra. Eran ellos los que daban el primer paso, aunque siempre había alguno que no se atrevía o no era capaz y alguien le ayudaba actuando de intermediario.
En Muskiz (B) señalan que aunque las declaraciones fuesen parecidas y condujesen a lo mismo, siempre eran únicas. El carácter del chico determinaba la forma de hacerlo y muchos temían ser rechazados por lo que incluso buscaban interlocutores. En Beasain (G) también dicen que algunos chicos necesitaban de una pequeña ayuda para declararse.
En Berganzo (A) la declaración, de palabra, se hacía en el baile. En Berastegi (G) también era de palabra y el signo de aceptación consistía en comenzar a verse los domingos; en Durango (B), Elgoibar (G) y Viana (N) lo era que domingo tras domingo la chica se dejara acompañar a casa y en Aoiz (N) que permitiese ser acompañada en el paseo y en el baile. En Carranza (B) la chica daba a entender su aceptación bailando mayor número de piezas con él, permaneciendo más tiempo en su compañía y dejándose acompañar a casa cuando concluía el baile.
En Urduliz (B) una vez habían entablado cierta amistad el chico preguntaba a la chica si quería empezar una relación con él. Esta nunca contestaba inmediatamente sino que demoraba la respuesta alegando que debía pensarlo, egun beratan ez jakon iñoz erantzunik emoten. La muchacha no decía nada en su casa acerca de la proposición ya que no existía la confianza suficiente con la madre para hablar de estas cosas. Si la respuesta era afirmativa por parte de la chica, pasado un tiempo el chico empezaba a acompañarla a casa después del baile. Transcurrido un tiempo la primera vez que el muchacho entraba en el domicilio de su novia solía ser con motivo de las fiestas patronales o en la txarriboda o matanza del cerdo.
En Mendiola, Pipaón y Ribera Alta (A) el chico, antes de proponer una relación formal a la muchacha, procuraba estar seguro de que no iba a ser rechazado. Eran signos de aceptación que la joven se dejase acompañar en el paseo y a casa, así como que aceptase bailar y conversar con él. Después de un tiempo de estar saliendo solos, si veían que su relación podía ser duradera, el chico le pedía matrimonio.
En algunas de las localidades encuestadas se han recogido frases hechas consideradas como fórmulas de declaración.
En Mendiola (A) señalan que las expresiones usuales eran "Estoy enamorado", "Te quiero" o en épocas posteriores "Me gustas". En Durango (B) "Me gustas, ¿salimos?" o "Estoy por ti".
En Allo (N) la pregunta que el chico le planteaba a la muchacha era "¿Quieres ser novia mía?". Ella solía aplazar la respuesta con un "Chico, ya lo pensaré". El joven insistía una y otra vez, y si la mujer no se manifestaba en contra suponía que era aceptado.
En Artajona (N) se servían de frases como "¿Quieres salir conmigo?" o "¿Quieres que seamos novios?". En Izal (N) el chico se declaraba diciendo a la chica "Yo quisiera ir contigo, si tú quieres". En Obanos (N): "¿Quieres que salgamos?" o "¿Quieres que probemos a salir?".
En Bermeo (B) la fórmula para empezar a salir era "Guzu nigaz ibilli?" (¿Quieres salir conmigo?). Era común que la chica no contestara en el momento aunque lo tuviera decidido de antemano. Si otra persona se encargaba de comunicárselo a la muchacha la frase era "Fulanitok zeugaz gudau urten. Fulanitok errekadue botaten'tsu" (Fulanito quiere salir contigo. Fulanito te manda el recado). La chica debía dar su respuesta a quien le llevaba el recado.
En Ezkio (G) y en Amorebieta-Etxano (B) la frase usada como declaración era la formulada para acompañar a la chica a casa: "Laguntzea nai duzu?" (¿Quieres que te acompañe?), y a continuación empezaban a salir solos.
En Elosua (G) hasta los años cincuenta tras acompañar el chico a la muchacha a casa tres o cuatro veces seguidas solía proponerle relaciones diciéndole "Alkarrekin segiduko jonau?", (¿Qué, seguiremos juntos?). En Getaria (G) preguntaba: "Asiko al gera?" (¿Empezamos a salir?).
En Abadiano (B) dicen que no hacía falta hablar mucho para ponerse de acuerdo entre dos jóvenes que se atraían mutuamente. Una mirada o unas palabras sueltas eran suficientes para darse cuenta de ello.
Cuentan que en cierta ocasión un joven le dijo a una chica: "Nik zuk prestauko babak gustora jango neukez ba..." (Yo comería a gusto las alubias cocinadas por ti). Ella le respondió: "Nik pozik gertauko neuskizuz" (Yo contenta te las prepararía). En Beasain (G) citan tres fórmulas similares empleadas hasta los años sesenta: Zuk egositako babak jango nituzke ba nik (Yo ya comería alubias preparadas por ti). Zuk erretako taloak jango nituzke ba gustora. (A gusto comería talos hechos por ti). Ama zaartu zaigu eta, zeozer pentsatu bearrean nago-ta (Mi madre tiene muchos años, y ya tengo que empezar a pensar en algo). En Bidegoian (G), antiguamente, la forma de declaración consistía en acompañar a la chica tras la romería y decirle algo de este estilo: "Nik zuk prestatutako arraultzak (edo babarrunak) jango nituzke".
En cuanto a las declaraciones por escrito en Moreda (A) señalan que se efectuaban únicamente cuando la novia era de fuera del pueblo o cuando el novio se encontraba alejado por motivos laborales o por estar cumpliendo el servicio militar.
En Markina (B), Berastegi, Bidegoian (G) y Sangüesa (N) los jóvenes también se carteaban cuando vivían en pueblos distanciados, pero lo usual era mantener contactos verbales.
En Telleriarte (G) llamaban kartan errekadua bialdu a declararse por carta.
En Goizueta (N) cualquier forma era válida para declararse sin que fuera extraño enviar una carta, sobre todo si se era tímido. En Viana (N) cuentan que si se temían las declaraciones verbales de amor por miedo al rechazo, se consideraba mejor expresarlas por escrito, sobre todo si el chico estaba en la mili.
En Artajona (N) en el caso de declararse por escrito se buscaba un intermediario que actuase de correo. Este trabajo recaía sobre alguna amiga de la chica o sobre menores de edad familiares de ella. La gente en cuanto tenía noticia de la declaración decía "ya le ha pasado recado".
En Aoiz (N) los adolescentes escriben una carta o postal de amor al otro y se la envían por correo o por medio de un amigo. Es también usual dedicarse una canción de amor desde el kiosko del baile o en las discotecas. En Sangüesa (N) recuerdan que fue común hacerlo por la radio.
En Bermeo (B) el sistema de escribir cartas se consideraba menos serio, ya que podían ser objeto de numerosas bromas.
En Sangüesa (N) la declaración de amor solía ser de palabra ya que si se hacía por escrito se temía que pudiera pasar a terceros y ser causa del hazmerreír general.
En Artajona (N) en algunos casos, los menos, se sustituía la declaración por un regalo consistente en una mantilla o un reloj. Si la chica se quedaba con él significaba que aceptaba la relación; su devolución, por el contrario, suponía el rechazo de la misma.
En Zerain (G) señalan que la preferencia y la aceptación entre los jóvenes se manifestaba mediante gestos como un guiño de ojo a la chica, u ofreciéndole durante el baile la flor que llevaba en la solapa o en la boca y que ella se colocaba en el vestido. La aceptación de un regalo o su rechazo tenía el mismo significado. En tiempos pasados el envío de morcillas o del rabo del cerdo a una joven tras la matanza podía significar el inicio de una relación, o su rechazo si el presente se devolvía. La mujer tenía también sus iniciativas, que eran menos visibles e intimas, ya que se reducían a conversaciones con el interesado mediante el uso de fórmulas del tipo: Nik preparatutako janarie artuko altzenduke...? (¿Tomarías comida preparada por mi?).
En Urdiain (N) un signo de las intenciones amorosas de un joven casadero era el envío de un regalo a la familia de la presunta nuera con motivo de la matanza del cerdo. Cuenta una señora que de joven ella mantenía relaciones con un chico de fuera sin que nadie lo hubiera advertido por lo que ante la llegada a su casa de uno de esos presentes gritó azorada a su madre: "No lo aceptes, que yo tengo novio en Alsasua"[1].
En Gatzaga (G), en tiempos pasados, si la chica conseguía quitarle a su pareja un pañuelo mientras "bailaban a lo agarrao" se podía interpretar tal hecho como una declaración. Si pasado un tiempo prudencial él no se daba por aludido, es que no había nada de nada, ella le devolvía el pañuelo y tan amigos[2].