El nombre de pila

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En la elección del nombre del bautizando han concurrido diversos factores. Con carácter general ha sido el santoral cristiano la principal fuente de inspiración hasta el primer cuarto del siglo XX e, incluso, hasta fechas más recientes.

En esa época en los pueblos rurales comúnmente la elección del nombre se dejaba a la voluntad del cura que recurría al santoral del calendario eclesiástico e imponía al niño el nombre del santo o santa del día en que era bautizado.

Una anécdota contada por una informante de Zeanuri (B) expresa bien la indiferencia de la familia respecto del nombre. Llevaron a bautizar a una niña nacida (1928) en un caserío de la vecindad de Alzusta. Cuando la comitiva volvió con ésta ya bautizada a casa, el padre les preguntó: Ze izen imini deutsazue? (,qué nombre le habéis puesto?). Y resultó que ni la comadrona, ni la madrina, ni el padrino habían retenido el nombre que el sacerdote le había impuesto en el bautismo. Tuvo que bajar el padre a casa del cura y éste le puso por escrito el nombre de la niña: Crescencia. Era el nombre de la santa del día, 15 de Junio.

Algunos informantes se quejan de los excesos que cometían en este punto los curas que llegaban a cambiar el nombre elegido por la familia (Orozko-B; Berastegi-G). En ocasiones, al asentar la partida de nacimiento en los registros parroquiales el cura añadía al nombre del bautismo el del santo del día (Carranza B).

Con la imposición del nombre del santo correspondiente, eguneko santuaren izena, se pretendía poner al niño bajo su protección; así mismo se buscaba que el bautizado tuviese una referencia, un modelo en la vida y recibiese las cualidades del santo cuyo nombre le habían dado. Eguneko santuena edo ta beste santuen baten izena iminten zanian beralakoa izen eiten izeten zan; izenian santo aren bizimodue gogoratuteko (Lezama-B).

Santoral en lengua vasca. Ed. 1910. Bilbao (B). Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

El nombre del santo correspondiente al día del nacimiento o del bautismo se expresa en euskera con la locución eguneko izena (el nombre (del santo) del día), Nabarniz, Orozko, Zeanuri (B). Una informante de Ajuria (B) señala que su madre les enseñó que imponer el nombre del santo del día era lo más conveniente y adecuado y en su casa siempre se siguió ese criterio, "izena egunekoa, aixe dala garbiena eta ederrena" -esaten eban gure amak.

Se decía que convenía poner el nombre del Santo que correspondía al día del nacimiento porque de lo contrario el santo o santa lloraría (Busturia-B). También se creía que de no hacerlo así moriría la criatura (Sangüesa-N).

Cuando la elección del nombre tenía lugar en el ámbito familiar se recurría al calendario y se escogía entre los santos del día aquél cuyo nombre fuera del gusto. Uno de los calendarios recurridos fue, en tiempos, el Calendario Zaragozano (Artziniega-A; Allo-N).

La elección del nombre en algunos casos era fruto de una promesa hecha a un santo de dar su mismo nombre al futuro hijo o hija (Sangüesa-N).

Mientras se ha respetado el santoral cristiano, la posibilidad de elegir nombre quedaba bastante restringida. Fruto de esta antigua práctica es la pervivencia, en personas con más de 70 años, de nombres con regusto "antiguo": Abdona, Abundio, Eufemia, Teodomiro, Santos, Prudenciana, Zósimo. Y también de nombres de festividades como: Ascensión, Resurrección, Trinidad, Expectación y Concepción, entre otros. Estos se ponían indistintamente a varón y a mujer, si bien ellas llevaban María antepuesto y ellos pospuesto.

Tan arraigada ha estado la costumbre de poner el nombre del santo del día que, "cumpleaños" y "santo" vienen a ser palabras sinónimas. Es frecuente oír: "¿Es tu santo?", cuando lo que se pregunta es si cumple los años.

En Navarra fue muy frecuente sumar al nombre del santo del día el de los abuelos o padrinos. También en Bidegoian, Elosua, Getaria y Legazpia (G) se constata que al nombre de los padrinos se añadía el del santo del día, o de una advocación de la Virgen, cuando el nacimiento se había producido en fechas próximas a su festividad.

En Zeanuri (B) en una familia de 12 hijos nacidos entre 1881 y 1906, a siete (Gregorio, Bibiana, Víctor, Antonio, María, Juan y Jenaro) se les impuso el nombre del santo del día, eguneko santuarena, y a cinco (Tomás, Basilio, Purificación, Luisa y Andrés) el nombre de su padrino o madrina. Ninguno de los doce hijos recibió el nombre del padre o de la madre quienes a su vez habían recibido sus nombres (Faustino y Silvestra) del santoral.

La proporción de bautizados con el nombre del santo del día fue decreciendo hasta desaparecer a medida que avanzaba el siglo.

En el libro de Bautizados de la Parroquia de San Salvador de Trapagaran (B) correspondiente al año 1901, de 98 bautizados, 28 (casi un tercio) llevan el nombre del santo del día, siendo también frecuentes los nombres de los padrinos; en el año 1911 sólo el 15% de los bautizados lleva el santo del día de su nacimiento; en 1923 el número había descendido al 13% y fue aumentando progresivamente el número de los que recibían el nombre de sus padrinos. Sesenta años más tarde, en 1983, de 134 bautizados no hay ninguno que haya recibido el nombre del santo del día, ni de los padrinos y son escasos los que coinciden con el de sus padres o abuelos.

En muchas localidades, cuando se trataba de los primogénitos se les ponía el nombre de sus abuelos, quienes, además, solían reunir en su persona el papel de padrinos-madrinas. Así ocurría en Arberatze-Zilhekoa, Donoztiri, Iholdi, Lekunberri, Uharte-Hiri (BN); Hazparne, Sara (L) y Liginaga (Z). En Izpura (BN) el primogénito llevaba siempre el nombre del abuelo que vivía en la casa y la primogénita el de su abuela. De los segundos hijos, el varón llevaba el nombre del otro abuelo y la niña el de la otra abuela.

Edición Academia de la Lengua Vasca. J.M. Satrustegui. 1983. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.

En otras localidades la costumbre de poner los nombres de los progenitores ha sido relativamente reciente, y se les reservaba, sobre todo, para los primogénitos (Carranza-B).

Una circunstancia que condicionaba mucho la elección de nombre era la muerte de un familiar próximo cuyo nombre se daba al recién nacido; incluso se repetía el de algún hermano del neonato que hubiera muerto (Berganzo, Ribera Alta-A; Durango, Nabarniz, Zeanuri-B; Getaria-G; Goizueta, Obanos, Sangüesa-N).

La opinión de los padrinos era muy tenida en cuenta en los diversos territorios de Vasconia. Ellos proponían generalmente su propio nombre; el del padrino en caso de ahijado y el de la madrina en caso de ahijada.

La elección del nombre ha ido cobrando importancia con el paso del tiempo. Hoy en día es objeto de consultas y de debates familiares desde antes que nazca el niño. Anteriormente se procuraba armonizar las presiones de unos y otros. En algunas familias se conseguía esto poniendo varios nombres al niño. Las partidas de bautismo son bien elocuentes: Jesús María Eugenio Pablo (nombres 1° y 2° elegidos por los padres, el 3° era el nombre de la madrina en masculino y el 4° el del padrino); o María del Rosario Julia (el 1° y 3° de las abuelas y el 2° del santoral).

Otro motivo de elección de nombre, en sectores más restringidos de la sociedad, ha sido la ideología política. Desde la proclamación de la República (1931) en las zonas mineras se constantan nombres de este tipo. Así en los barrios altos de Trapagaran (B) dedicados a la minería y donde no bautizaban a los niños aparecen nombres como Digna, Levi, Sócrates, Ucrania, Sevigné, Epicuro, Darwina, Fraternidad, Florindo, Progreso, Aurea, Lenin, Olimpo.

A partir de los años sesenta, y con carácter general, se percibe un cambio importante[1]. En esta década se procuraba que los nombres euskéricos elegidos no tuvieran traducción castellana para que fuera factible su inscripción en el registro. Se elegían nombres tales como, Garikoitz, Eneritz, Amaia, Igotz, Nerea, Aitziber, Dorleta, Unai. Esto conllevó a la proliferación de nombres vascos arcaicos que no tienen equivalencias en el santoral cristiano: Itxaso, Urko, Ekaitz, Ibai, Aitor, Asier, Maider, Amagoia. En las últimas dos décadas, a partir de 1976, se observa un gran incremento de nombres en lengua vasca. Así se hace constar en las localidades encuestadas de Gamboa, Mendiola, Moreda (A); Amorebieta-Etxano, Busturia, Lemoiz (B); Elosua, Telleriarte (G) y Aoiz (N).

En el Registro Civil de Carranza (B), se puede observar que de los 232 nacimientos que tuvieron lugar entre 1980 y 1986, el 49,5% se registran con nombre en euskera, el 45,7% en castellano y el 4,8% restantes en inglés o francés. En Trapagaran el año 1983 de los 134 bautizados, a 64, casi la mitad, se les impuso el nombre en euskera.

Ha sido una paulatina presión social la que ha motivado disposiciones legales amparando el derecho de los padres a la libre elección de nombre (años 1977, 1980 y 1994). Como consecuencia de este reconocimiento se puede afirmar, con carácter general, que actualmente:

1. Apenas se tienen en cuenta los nombres del Santo del día.

2. Continúan registrándose nombres debidos a credos políticos o a razones afectivas y religiosas.

3. Han aparecido nombres nuevos por influjo del cine de la televisión o de los semanarios (Sisi, Yasmin, Soraya, Aida, Casandra).

4. Han proliferado los nombres euskéricos. Para su elección se consultan frecuentemente los nomenclátores[2].

5. Han aparecido otros nombres que hacen referencia a la naturaleza como: Lur (tierra), Ur (Agua), Goizeder (luz de la mañana), Amalur (madre tierra), etc.[3]

6. Se han generalizado nombres de santuarios marianos a los que se ha suprimido la advocación de María convirtiéndose en toponímicos: Eunate, Idoia, Iratxe, Iranzu, Leire, Orreaga, Uribarri, Goiuria, Estibaliz, Juncal, Zuberoa.

A partir de los años noventa la tendencia a poner nombres arcaicos o inusuales ha remitido y se vuelve a nombres más comúnes o tradicionales (Zeanuri-B; Aoiz-N; Beasain-G). Con todo perviven los nombres tomados de la mitología vasca.

Cabe añadir que en la actualidad, es la madre la que sugiere y elige el nombre de sus hijos de acuerdo con el marido (Ribera Alta-A; Durango, Lemoiz, Urduliz-B). Los abuelos, padrinos y otros familiares apenas opinan al respecto. Contrasta este hecho con lo que sucedía antaño. "La que menos pintaba era la madre, nadie contaba con tu opinión", se quejaba no sin amargura una informante de más de ochenta años en Obanos (N).


 
  1. Ricardo Ollaquindia, constata con datos concretos cómo se manifiesta en Navarra el cambio de gustos a la hora de imponer los nombres. Vide: "Cambios en los nombres propios entre abuelos y nietos" in CEEN, XXVIII (1996) pp. 237-251.
  2. Según Ollaquindia, buena parte de los nombres impuestos hoy en Navarra en euskera están inspirados en el Euskal Izendegia-Nomenclátor Vasco que publicó J. M. Satrústegui en 1983.
  3. Esta tendencia se observa tras las últimas normas jurídicas de 1994, que dieron total libertad a los padres en la elección del nombre de sus hijos.