Celebraciones sin banquete
Según los datos recogidos en las encuestas, en las primeras décadas de este siglo la única celebración en las familias con pocos recursos era un desayuno que los contrayentes ofrecían a los que acudían a la ceremonia religiosa. En algunos casos, si los medios económicos lo permitían, este desayuno tenía lugar en una taberna o un bar (Apellániz-A; Busturia, Markina, Orozko-B; Hondarrabia-G; Aoiz, Baztan y Viana-N).
Podía haber razones objetivas, como el hecho de que uno de los contrayentes fuera viudo, para que el banquete fuera sustituido por un desayuno, sin ningún otro tipo de celebración (Apellániz-A; Elgoibar-G).
En Apellániz (A)[1] el desayuno tenía lugar independientemente de la organización del banquete. Si la boda se celebraba a hora temprana los convidados, junto con los casados, hacían un desayuno con chocolate. A continuación tomaban estos últimos el coche en Vírgala y partían de viaje para visitar a parientes de otros lugares, lo que no impedía que los invitados celebraran la comida de bodas.
En Bermeo (B) dan cuenta de una boda celebrada en hora temprana. Asistieron al desayuno invitados jóvenes y tras la chocolatada los novios partieron de viaje y los invitados continuaron con sus labores cotidianas.
En Lezama (B) se recoge que a principios de siglo se casaban a primera hora. Después iban a desayunar al bar y luego comían en la casa en que iba a instalarse el nuevo matrimonio junto con los familiares más próximos y los pocos benefactores a quienes había que invitar por obligación: Lenau zortzi t'erdietan ezkondu, armozeu tabernan ta etzera. An bazkarie, bizi izeten joan gintzazan etzian, familikoak eta mesede egiñekoak-eta.
En Markina (B) se recoge el relato de una boda en las primeras décadas de este siglo en la que los novios, padres y cura (siete personas en total) acudieron a desayunar chocolate, café y bollos a un bar. El costo total fue de ocho reales de la época. Los desposados cambiaron la ropa de la ceremonia por la de faena y seguidamente acudieron a realizar sus labores en el campo.
En Arakil (N) cada uno de los invitados a la ceremonia aportaba una botella de vino rancio y unas galletas para el refrigerio posterior a la ceremonia[2].
En Sangüesa (N) describen bodas celebradas muy de mañana con un posterior convite a desayuno en el casino-bar o en una casa. Se tomaba café, chocolate hecho, pastas, bollos, churros, algún licor, anís y moscatel. Tras la colación los recién casados partían en viaje de novios.