Hijo saludador. Salutadorea
Los saludadores, salutadoreak[1] según la creencia popular, eran seres dotados de poderes extraordinarios conferidos por alguna particular circunstancia de su nacimiento.
Azkue recoge que el séptimo de los hijos de un matrimonio sin que hubiese mediado ninguna chica, llevaba una cruz bajo la lengua y se le atribuía la virtud de curar enfermedades, principalmente la rabia. Recibía el nombre de salutadorea, saludador. En Zeanuri (B) se decía que tenía una cruz bajo la lengua, en las piernas, en el pecho y en las palmas de las manos. Además recoge que en algunos pueblos suponían que podía ser saludadora la menor de siete hermanas si no había nacido ningún niño entre ellas. En Ezpeleta (L) había una chica saludadora que tenía una cruz en el paladar[2].
En Tolosa (G) se admitía que cuando una madre daba a luz siete hijos varones seguidos el séptimo traía una cruz debajo de la lengua y era salutadora. Toleraba el aceite hirviendo y tenía la virtud de curar la rabia o las mordeduras de los perros rabiosos[3].
En Gatzaga (G) se creía que si nacían gemelos uno de ellos tendría un poder especial que más adelante se manifestaría; así, un informante recuerda a un joven que poseía la extraordinaria virtud o poder de provocar una clara mejoría e incluso devolverle la salud a todo enfermo que visitase[4].
En Tafalla (N) se creía que la criatura que nacía en Nochebuena sería zahorí y vería los objetos que hay debajo de la tierra como si estuvieran en la superficie[5]. Esta creencia es conocida aún por las personas ancianas de esta localidad.
- ↑ Los saludadores disfrutaban de algunas peculiares características como presentar una cruz debajo de la lengua, en el suelo de la boca o en el velo del paladar; su saliva tenía la virtud de curar determinadas enfermedades principalmente la rabia; y además eran capaces de resistir el calor sin quemarse. También podían apagar fuegos con su aliento e introducir sus manos en aceite hirviendo sin que les causase daño alguno. La principal función del saludador era la curación de la rabia para lo cual succionaba la herida causada por el perro a fin de limpiarla y la cauterizaba con aceite hirviendo que previamente retenía en la boca y después proyectaba con fuerza sobre ella.
- ↑ Resurrección M.ª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, pp. 420-421.
- ↑ EAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 420.
- ↑ Pedro M.ª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 43.
- ↑ EAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 206.