Resistencia al modo de vida rural
En varias localidades encuestadas se señala que a partir de los años cincuenta la soltería afectó de manera especial a aquellas personas que tenían como medio de vida la explotación agrícola y ganadera. Se cree que muchos caseríos desaparecerán o se cerrarán cuando mueran sus actuales moradores dado que éstos no lograron casarse en su juventud. Existen desde ahora caseríos que han pasado al cuidado de familiares que no los habitan. Esta crisis se produjo en la generación anterior. En los años sesenta y setenta las muchachas jóvenes vieron que el caserío no ofrecía un modo de vida adecuado y deseable. Por aquellos años fue una aspiración general entre las jóvenes casarse con un hombre que trabajara en la industria y poseyera no una casa en el campo sino en el centro urbano, kalean.
Ante la vida más cómoda y de mayor seguridad y bienestar económico que aportaba el sueldo mensual, producto del trabajo en una empresa, los herederos de los caseríos se encontraban en una manifiesta situación de inferioridad ya que seguían ofreciendo las mismas condiciones de vida que sus padres en la generación anterior.
Así se constata en Zerain (G) donde de cuarenta y cinco caseríos habitados, diecisiete pertenecen a personas solieras o sin descendencia directa. Los más jóvenes de éstos trabajan en la industria en empleos por cuenta ajena con lo que obtienen las ventajas económicas y sociales que tienen aquéllos que dejan el caserío.
En Bidegoian (G) relatan una situación similar ya que debido al establecimiento de industrias en los pueblos cercanos de Azpeitia y Tolosa, las jóvenes preferían casarse con jóvenes que trabajaran en fábricas. En esta situación los "mayorazgos" destinados a continuar con el caserío se encontraron en condiciones de inferioridad, quedando muchos de ellos solteros. Actualmente en la localidad es muy elevada la proporción de hombres solteros en todos los grupos de edad. En Beasain (G) a pesar de estar los caseríos actualmente acondicionados con comodidades similares a las de las viviendas urbanas, el trabajo sujeto e ininterrumpido que supone la vida en una casa rural desanima a las jóvenes a tomar ese camino.
En Carranza (B) señalan que muchas mujeres, desde el momento en que se casaban quedaban confinadas en casa atendiendo a los hijos y a los mayores, además de a los animales y las tierras de labor. Sólo salían para ir a la iglesia y a los recados. En general se considera que la mujer de campo "ha sido más esclava" que el hombre y que ha llevado una vida más " arrastrada" que éste. Por estos motivos preferían casarse con hombres que ganasen un jornal fijo, cualquiera que fuese la naturaleza del trabajo. Al fin y al cabo el caserío sólo aseguraba la comida, por ello las jóvenes procuraban marchar a servir a las zonas urbanas y una vez allí se casaban.
En Berastegi (G) anotan que al haberse emancipado la mujer y haber encontrado su modus vivendi lejos del caserío, el número de solteras mayores va descendiendo mientras que el de solterones va en aumento. Ninguna chica quiere casarse para quedarse a vivir en el caserío.
En Arberatze-Zilhekoa (BN) hay más solteros que antaño. Las chicas no quieren casarse para trabajar en la labranza. En dicha localidad, lo mismo que en Iholdi (BN), el número de varones solteros supera al de mujeres.