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Evolucion de la cabaña bovina

No hay cambio en el tamaño, 14:02 11 abr 2018
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En la zona del Guerniquesado (B) a principios de siglo se tenían vacas de las denominadas suizas, ''suizak, ''que eran grises con el lomo blanco. Esta raza se conocía también como pardoalpina. Se destinaba al trabajo en la labranza y a criar, vendiéndose los novillos para carne. Se mantuvo hasta los años treinta. Más o menos al tiempo que las suizas convivieron con ellas las asturianas, ''asturianak. ''Eran rojizas con el cuello negruzco. Se dedicaban a carne y a la labranza. Hacia mediados de los cincuenta se trajeron otras vacas, pintas, ''nabarrak, ''destinadas principalmente a la producción de leche, sin excluir la venta para carne. Se importaron de Holanda y de ahí que además de ''nabarrak ''se les conociera también como ''holandesak. ''Hacia los años sesenta se introdujeron unas vacas blancas para carne denominadas charolesas, ''txarolesak. ''Posteriormente se han incorporado dos razas que son las que hoy día se explotan: pirenaica, que es rojiza y se destina a carne y limusina, ''mimosiña, ''que también se destina a carne y es rojiza pero más oscura que la anterior.
 
En Carranza (B) a principios del siglo XX el censo de ganado se componía mayoritariamente de vacas de monte o monchinas además de la pirenaica, muy degenerada, la tudanca y cruce de ambas. En los años veinte la economía carranzana comenzó a encaminarse hacia la explotación de ganado vacuno de leche y avanzados los años treinta las razas predominantes eran ya la holandesa o frisona y la suiza ''Schwitz ''o pardoalpina junto con otras de carácter mixto. Esta última alcanzó su máxima importancia precisamente en el primer tercio del siglo al ser utilizada como animal de tiro y por su doble aptitud cárnica y lechera. La aparición de las centrales lecheras a mediados del siglo XX supuso la extensión de la frisona en detrimento de la suiza, de la que actualmente apenas quedan ejemplares. Durante la década de los ochenta, coincidiendo con la incorporación a la Comunidad Económica Europea se produjo un periodo de desconcierto entre los ganaderos. Los difíciles pero constantes mercados de la leche y de la carne comenzaron a sufrir importantes fluctuaciones. Esto provocó que los pequeños ganaderos orientasen sus esfuerzos unas veces hacia la producción de leche y otras hacia la de carne, en función del mercado. Hubo quien lo hizo comprando ejemplares de raza pura, pero la mayoría, gracias a la disponibilidad de la inseminación artificial, lo intentaron cruzando repetidamente ejemplares descendientes de frisonas o mixtas con semen de toros de otras razas como la pirenaica, la limusina y la charolesa. Esta mezcla quedaba patente al asistir al ferial ganadero del Valle y comprobar la variada gama de colores de los becerros que allí se ofrecían y que hasta pocos años antes eran en su mayoría pintos. En un censo realizado a finales de los ochenta la mayoría de la cabaña estaba formada por vacas frisonas u holandesas (88%). Dentro de las razas productoras de leche se criaba también ganado ''jersey''. En cuanto al ganado productor de carne la mayoría estaba constituido por monchina pura y mestiza y en menor cantidad limusina, pirenaica y suiza. También se explotaban otras razas minoritarias como charolesa y asturiana, apareciendo testimonialmente ''devon'', ''angus'', ibérica y ''hereford''.
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En Carranza (B) a principios del siglo XX el censo de ganado se componía mayoritariamente de vacas de monte o monchinas además de la pirenaica, muy degenerada, la tudanca y cruce de ambas. En los años veinte la economía carranzana comenzó a encaminarse hacia la explotación de ganado vacuno de leche y avanzados los años treinta las razas predominantes eran ya la holandesa o frisona y la suiza ''Schwitz ''o pardoalpina junto con otras de carácter mixto. Esta última alcanzó su máxima importancia precisamente en el primer tercio del siglo al ser utilizada como animal de tiro y por su doble aptitud cárnica y lechera. La aparición de las centrales lecheras a mediados del siglo XX supuso la extensión de la frisona en detrimento de la suiza, de la que actualmente apenas quedan ejemplares. Durante la década de los ochenta, coincidiendo con la incorporación a la Comunidad Económica Europea se produjo un periodo de desconcierto entre los ganaderos. Los difíciles pero constantes mercados de la leche y de la carne comenzaron a sufrir importantes fluctuaciones. Esto provocó que los pequeños ganaderos orientasen sus esfuerzos unas veces hacia la producción de leche y otras hacia la de carne, en función del mercado. Hubo quien lo hizo comprando ejemplares de raza pura, pero la mayoría, gracias a la disponibilidad de la inseminación artificial, lo intentaron cruzando repetidamente ejemplares descendientes de frisonas o mixtas con semen de toros de otras razas como la pirenaica, la limusina y la charolesa. Esta mezcla quedaba patente al asistir al ferial ganadero del Valle y comprobar la variada gama de colores de los becerros que allí se ofrecían y que hasta pocos años antes eran en su mayoría pintos. En un censo realizado a finales de los ochenta la mayoría de la cabaña estaba formada por vacas frisonas u holandesas (88%). Dentro de las razas productoras de leche se criaba también ganado ''jersey''. En cuanto al ganado productor de carne la mayoría estaba constituido por monchina pura y mestiza y en menor cantidad limusina, pirenaica y suiza. También se explotaban otras razas minoritarias como charolesa y asturiana, apareciendo testimonialmente ''devon'', ''angus'', ibérica y ''hereford''.
En Triano (B) hasta la mitad de siglo XX, en muchos hogares había una vaca o novilla de raza holandesa o frisona, suiza o mestiza de suiza y pirenaica. A partir de los cincuenta fueron naciendo pequeñas explotaciones familiares de vacas suizas y holandesas con el fin de producir leche. Posteriormente se han introducido en estas pequeñas industrias familiares las razas ''jersey ''y limusina, la primera para leche y la segunda para carne.
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