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A los jóvenes solteros que pertenecían a la Congregación de San Luis Gonzaga, popularmente «los Luises» se les vestía con sotana negra y roquete blanco en Amézaga de Zuya (A), Berriz, Bedia y Durango (B) .
Las solteras y las «Hijas de María» eran amortajadas de «Purísima» o «Inmaculada»: túnica blanca y manto azul ajustado a la cintura con un cordón blanco, según se ha constatado en Amézaga de Zuya, Galarreta, Gamboa, Llodio, Mendiola, Salvatierra (A) ; Abadiano, Bedia, Bermeo, Berriz, Durango-B; Amezketa, Arrasate, Berastegi, Getaria, Elosua, Hondarribia, Urnieta, Zerain (G) y Goizueta (N). En Apellániz (A) a las Hijas de María les amortajaban otras congregantes y les colocaban en la cabeza una corona de flores artificiales o naturales<ref>Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés” in ''Ohitura'', 0 (1981) p. 214.</ref>.
Además de los mencionados se han utilizado también como mortaja hábitos pertenecientes a congregaciones o cofradías locales. En Berganzo (A) se usaba el hábito de la Cofradía de la Vera-Cruz; en Moreda (A) el de San Francisco Javier; en Sangüesa (N) señalan haber usado los hábitos de la Trinidad y el de la Hermandad de la Pasión y en Viana (N) los de San Antonio de Padua y San Agustín; en Hondarribia (G) el de Santa Clara para las mujeres.
Tratándose de un sacerdote se le amortajaba comúnmente con los ornamentos propios para la celebración de la misa: alba, casulla y estola (Aramaio, Amézaga de Zuya-A; Bermeo, Durango, Orozko, Zeanuri-B, Baigorri y Arberatze-Zilhekoa-BN) . En las manos o encima del pecho se le colocaban el cáliz y la patena hasta el momento de darle tierra (Aramaio-A, Arnezketa- G) .
En muchas localidades de Alava y Navarra, cuando moría un párvulo, «mortichuelo», se le enterraba de blanco con tules y encajes, rodeado de flores, «como ángeles» <ref name="ftn19">La costumbre debe ser antigua puesto que al restaurar el suelo de la parroquia de Aoiz (N), salió un pequeño féretro blanco con un niño vestido de este modo.</ref>. La costumbre debe ser antigua puesto que al restaurar el suelo de la parroquia de Aoiz (N), salió un pequeño féretro blanco con un niño vestido de este modo. </ref>. También en Zerain (G) se le vestía de ángel, ''aingeru txuriz jazten zen. ''Se pretendía, según los informantes, «alejar toda impresión de sufrimiento y dar sensación de pureza» (Aoiz-N). En Pasajes (G) la Cofradía del Rosario completaba la mortaja de los párvulos con una corona de media luna, ro- sarios rosarios y zimbalillos o campanillas, si era niña, y con rosario, manto y campanillas si era niño"<ref>Fermín ITURRIOZ. ''Pasajes. Resumen histórico''. San Sebastián, 1952, p. 188.</ref>.
En Ziortza (B) , si el muerto es un niño menor de un año lo amortajaba su madrina, ''amabesotakoa. ''Después lo colocaba sobre una almohada sujeto con un ceñidor encarnado que lo cruzaba sobre el pecho <supref>31 AEF, III (1923) p. 24.</supref>.
A los niños y niñas que morían recién hecha la Primera Comunión les vestían comúnmente con el traje blanco que llevaron en aquella ceremonia.
En Arberatze-Zilhekoa (BN) la mortaja blanca se utilizaba en las menores de veinte años. En Portugalete (B) a la joven que moría estando a punto de casarse se le amortajaba con el traje de novia.
Sin embargo, tanto la información bibliográfica como el resultado de la observación e información oral, indican la tendencia general a emplear en el amortajamiento ropa de calle; eso sí, «con el mejor traje», como «de viaje». Los hombres de antaño «con el traje de boda» pues no solían tener otro. Y las mujeres con vestidos o faldas de color negro, sin escotes, ''kostuma beltza ''o, ''kostuma hobena ''(Arberatze-Zilhekoa-BN), con mantilla (Baigorri, Izpura, Lekunberri-BN, Sara-L y Barkoxe-Z) o con un bonito tocado, ''mottua ''(Oragarre-BN).
La boina ha completado la mortaja de los varones hasta la segunda guerra mundial en Behe Nafarroa, Lapurdi y Zuberoa. Normalmente era depositada en un lateral del féretro. También la corbata formaba parte del atuendo con carácter casi general. En el País Vasco peninsular los testimonios a este respecto son escasos. Se ha registrado de modo aislado en Carranza (B), Elgoibar (G), Artajona e Izal (N). Más raro ha sido todavía el empleo del sombrero, como lo era también en la vida diaria. Lo mismo cabe decir de la corbata que era un signo de categoría social tanto en vida como en la muerte.
En Bermeo (B) la creencia en las almas en pena ha estado tan arraigada que se les enterraba con calcetines y zapatos porque «quizás, en la nueva vida necesitarían andar para cumplir las promesas que en vida no habían cumplido». También en Gipuzkoa y en el País Vasco continental se le calzaba, lo mismo que en Navarra, lustrando con betún incluso las suelas (Aria) . No ha faltado amortajadora que, conociendo la necesidad de algunas familias, dejaba «olvidadas» debajo de la cama las botas del difunto: «para que no se fueran a la tierra ya que les hacían más falta a sus familiares vivos» (Artajona) .
No debía ser raro de todos modos enterrarlos sin calzado «por no caber en la caja» (MélidaN) . A este respecto, J. Garmendia recogió una anécdota ocurrida en el Valle de 011o (N) . Resultando pequeño el ataúd que había preparado el carpintero para el niño recién muerto, lo metieron descalzo. Su padre mostró inquietud de cómo se iba a presentar descalzo en el Valle de Josafat, mandó abrir la caja y dejó en uno de los costados el par de alpargatas de la criatura<sup>35 </sup><subref>Juan GARMENDIA LARRAÑAGA. </sub> En la década de los años setenta ha comenza- 35 GARMENDLA LARRAÑAGA, ''Costumbres y ritos funerarios en el País Vasco, ''op. citSan Sebastián, 1991, p. 72.</ref>.