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Morteros murteak

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En Aintzioa y Orondritz (N) las paredes maestras solían ser de 60 cm de anchura. Se colocaban las piedras con su mejor cara hacia fuera y entre medio de ellas se rellenaba con otras pequeñas y mortero e incluso con cal viva. A este relleno se le denomina ''zaborra'', por eso a los acompañantes de los canteros se les llamaba ''zaborreros''. Actualmente al arreglar viviendas antiguas, en algunas paredes aparecen las piedras ensambladas con tierra y paja. Hace años también se hacía mortero con una masa de tierra y agua llamada ''buztin''; la tierra debía ser especial, negra y dura.
[[File:FIGURA2.png143 Fachada de ladrillo. Murchante (N) 1997.JPG|frame|RTENOTITLE_FIGURAFachada de ladrillo. Murchante (N), 1997. Fuente: M.ª Carmen López, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Beasain (G) la masa empleada se hacía a base de tierra, cal y agua. Para los revoques exteriores de las fachadas y las uniones de los bloques sillares se recurría a una masa más dura y adherente que conseguían con cal y tierra quemada, ''lur errea''. En Orexa (G) el mortero se hacía mezclando tierra con cal.
En el Valle de Carranza (B) se utilizaba igualmente un recipiente de madera a modo de cajón alargado con los laterales no muy altos e inclinados hacia fuera que también recibía el nombre de ''cabra''. La persona que la transportaba lo hacía al hombro para lo cual apoyaba previamente un saco que le cubriese tanto el hombro como el cuello a fin de no lastimarse. Para cargar la ''cabra ''con el ''barro ''o mortero, a pie de obra había un palo clavado en el suelo que en su parte superior tenía un soporte donde depositaba el cajón. Vertía en su interior varias paladas de ''barro ''y volvía a cargarlo al hombro. Como estaba sobre el palo, que tenía la medida adecuada, no tenía que agacharse para realizar este primer esfuerzo. Después lo transportaba ascendiendo por los andamios, que estaban hechos con tablas dispuestas en planos inclinados con listones atravesados y clavados que evitaban que el trabajador resbalase.
[[File:FIGURA2.144 Fachada con el mortero a la vista. Nabarniz (B) 2011.jpg|frame|Fachada con el mortero a la vista. Nabarniz (B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.png|RTENOTITLE_FIGURAclass=nofilter]]
Recuerdan en esta población vizcaína que antiguamente los caminos estaban cubiertos de abundante polvo y cuando llovía era arrastrado de tal modo que la parte arenosa quedaba retenida en determinados lugares, llamados ''remanses'', alcanzando en algunos un importante grosor de arena. Con suficiente antelación al inicio de la construcción de la casa se cargaba esa arena en el carro de bueyes y se trasladaba al lugar donde se iba a levantar el edificio. Se hacía así un montón de grandes dimensiones ya que eran numerosos los viajes de acarreo realizados. Después se llevaban al lugar varios carros de cal viva y se les añadía agua para ''matarla ''y conseguir que quedase reducida a polvo. Finalizada esta operación se procedía a mezclar arena y cal en una determinada proporción. Era necesario que dicha mezcla se realizase correctamente tras lo cual se separaba una parte hasta hacer un montón al que se abría un hoyo central en el que se vertía agua; se amasaba bien con la ayuda de una azada y una vez conseguida una masa pastosa llamada ''barro ''se vertía en un montón aparte. Se repetía el proceso y lo obtenido se añadía a este segundo montón, que poco a poco iba alcanzando gran tamaño. Finalizada esta fase de preparación del mortero se dejaba reposar el nuevo montón durante un año para que “fermentase”. Llegado el momento de usarlo se volvía a amasar con agua.
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