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Ofrecimiento de niños en ermitas y santuarios

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En Moreda (A) aunque no era habitual la costumbre de presentar a los niños en ermitas y santuarios algunas madres les llevaban al Santuario de la Virgen de Codés.
[[File:6.57 Santuario de la Virgen de Codes. Torralba del Rio (N).jpg|framecenter|600px|Santuario de la Virgen de Codés. Torralba del Río (N). Fuente: García, M.ª Concepción (Dir.). Catálogo monumental de Navarra. Tomo II. Institución Príncipe de Viana, 1983.]]
En Nabarniz (B) llevaban los niños a la villa de Errigoiti para solicitar la protección del "santo de Errigoiti". Allí, tras oír misa, hacían que los niños besaran al santo.
Un ritual semejante se observó en el Santuario de Nuestra Señora de Orduña (B) donde también se solicitaba la intercesión de la Virgen para la salud de los niños. Antaño se pesaba a las criaturas pequeñas en una balanza conocida como ''peso de la Virgen de la Antigua, ''que aún se conserva bajo el camarín de la Virgen, y se entregaba al Santuario una cantidad en trigo equivalente al peso, pidiendo a la vez la protección de la Virgen. Todavía en la década de los ochenta algunas madres proseguían con la práctica de pesar a sus niños, cumpliendo la ofrenda a la Virgen con una entrega en metálico<ref>Gurutzi ARREGI, ''Ermitas de Bizkaia''. Tomo II. Bilbao, 1987, p. 471.</ref>.
[[File:6.58 Peso de la Virgen de la Antigua. Orduña (B).jpg|framecenter|450px|Peso de la Virgen de la Antigua. Orduña (B). Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa.]]
En el Valle de Léniz (G) la protectora de todos los niños es la Virgen de Dorleta. Ha sido costumbre que acudan las madres con sus hijos una vez repuestas del parto, con el fin de poner a su niño bajo la protección de María. Esta costumbre es así recogida por Aranegui: "Un informante recuerda haber visto en más de una ocasión, siendo joven, hasta una cuarentena de asnos cargados con el niño y la correspondiente ofrenda de trigo, esperando la llegada de la beata. Los padres entraban en la iglesia, dejaban en un determinado rincón el saquito del trigo, y se santiguaban no sin antes tocar la frente del niño con los dedos mojados en el agua bendita. La beata solía rezar un rosario muy largo, interminable... y cuando llegaba a las letanías iba colocando los niños sobre la mesa del altar. Terminado el rezo del rosario, se volvía a rezar una inacabable serie de padrenuestros, avemarías y glorias a todos y a cada uno de los abogados (especialistas) contra todo tipo de males y enfermedades que pudieran poner en peligro la salud de los infantes"<ref>Pedro M.ª ARANEGUI. ''Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX''. San Sebastián, 1986, pp. 54-55.</ref>.
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