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Otros juegos de burros

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Bajo la denominación de «Al arroz» se conocía en Vitoria (A) un juego de chicos para cuya realización se necesitaban dos equipos con igual número de componentes, entre cinco y ocho niños cada uno. Otro hacía de ''ama''. Tras un sorteo los chavales del bando perdedor se situaban en círculo agarrados con los brazos por los hombros y con la cabeza inclinada hacia el centro. Los componentes del otro equipo saltaban sobre ellos encaramándose, pero debían hacerlo de uno en uno y preguntando primero al ''ama'': «¿Hay arroz?». Hasta que éste les respondía: «La cazuela llena» no podían brincar. No les estaba permitido agarrarse ni sujetarse a los de abajo ni con las manos ni los pies; tampoco podían hablar mientras estuviesen encaramados y mucho menos avisar o aconsejar a sus compañeros. Si uno de éstos tocaba el suelo perdían. Sí podían, en cambio, asirse entre ellos para evitar la caída de uno cualquiera, pero bajo ningún concepto a los contrarios.
 
[[File:4.60 Niñas jugando al burro. Eugi (N).png|center|600px|Niñas jugando al burro. Eugi (N). Fuente: M.ª José Subiza, Grupos Etniker Euskalerria.|class=grayscalefilter]]
El equipo que hacía de ''cazuela'', esto es, los de abajo, debían mantenerse agarrados por los hombros y no podían agacharse ni hacer movimientos bruscos con el fin de derribar a los que tenían encima.
Los que formaban la ''cazuela'' se situaban dentro de un círculo trazado en el suelo del que no podían salir, ni siquiera pisar la circunferencia que lo delimitaba. Sus contrarios debían saltar desde otro círculo mayor, concéntrico al anterior, y tampoco podían pisarlo.
 
[[File:4.61 Le cheval fondu. Grabado de J. Stella s. XVII.png|center|600px|Le cheval fondu. Grabado de J. Stella, s. XVII. Fuente: Stella, Jacques. Juegos y Pasatiempos de la Infancia. Grabados de Claudine Bouzonnet Stella. Palma de Mallorca, José J. de Olañeta, Editor, 1989.|class=grayscalefilter]]
El círculo exterior sobrepasa en unos dos metros al interior, cuyo tamaño dependía del número de jugadores, pues los componentes de la ''cazuela'' debían caber con cierta holgura dentro de él. La corona delimitada por ambos círculos señalaba un terreno que no podía pisar nadie salvo el ''ama'', para verificar si alguno de los jugadores estaba en posición incorrecta.
Si alguno de los saltadores toca con el pie la cabeza de uno de los que están encorvados, su grupo pierde y se procede al relevo colocándose los perdedores en posición de agachados.
 
[[File:4.62 Salto de la rana. Vitoria (A). 1949.png|center|600px|Salto de la rana. Vitoria (A). 1949. Fuente: Iñigo Irigoyen, José. Folklore Alavés. Vitoria, Diputación Foral de Alava, 1949.|class=grayscalefilter]]
José Iñigo Irigoyen cita una versión llamada «Salto de la rana» que más que un juego es un ejercicio de agilidad. Dos, tres, cuatro o más niños, según la habilidad del que va a saltar, se ponen de ''burros ''en hilera dando «proa» con «popa». Otros tres muchachos en banda corren hacia la hilera y al llegar a ella el que va en el centro se eleva en el aire apoyando sus brazos en los hombros de los otros dos y llevado así por la carrera de éstos pasa sin tocar por encima de la hilera de ''burros'', que deben permanecer inmóviles. Son necesarios buenos pulsos en quien salta y en los dos que le transportan velocidad, regularidad yno separarse entre sí más de lo conveniente<ref>José IÑIGO IRIGOYEN. ''Folklore alavés, ''Vitoria, 1950, p. 102.</ref>. En Quintana (A) se juega del mismo modo y se conoce por idéntico nombre.
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