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Personas que ejercen practicas curativas

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En Astigarraga (G), antiguamente, cuando se necesitaba el médico y no se le podía encontrar, se recurría a la partera por sus conocimientos, aunque rudimentarios, de medicina. También en Tiebas (N) se ha constatado que en tiempos pasados se pedía consejo primero a la comadrona. En Améscoa (N) antes de llamar al médico se consultaba con alguna de las personas que se tenían como más entendidas. Dicen los informantes que en todos los pueblos había alguna mujer a la que se consideraba como curandera.
En Carranza (B) había personas sabedoras de determinados remedios o que tenían un don especial para sanar enfermos. Eran conocidas por los vecinos de los barrios cercanos que acudían a ellas a solicitar ayuda cuando estaban enfermas. En el barrio de Ahedo hubo un vecino que poseía unas piedras a las que se atribuían virtudes especiales en relación con los problemas reproductivos de las mujeres. En esta misma localidad encartada, en otro tiempo, además de las parteras exis- tían existían las llamadas ''asistidoras ''que eran personas que auxiliaban a los enfermos en los casos de epidemia, larga enfermedad o pobreza, a cambio de cobrar una módica cantidad<ref>Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. ''El noble y leal Valle de Carranza''. Bilbao: 1975, pp. 370 y 366.</ref>.
En muchas localidades, tales como Astigarraga, Azpeitia, Berastegi, Elosua, Hondarribia (G); Bermeo (B) y Obanos (N) ejercieron su labor unas mujeres, ocasionalmente fueron hombres, a las que se conocía con el nombre de ''mamonas ''o ''aliviadoras ''que chupaban la leche de los pechos de las madres afectadas de la enfermedad del pelo o mastitis. En otro capítulo de esta obra se describen las funciones que desempeñaban.
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