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Para la recolección de la fruta es habitual subir por el tronco del árbol hasta llegar a las ramas más altas y coger la fruta manualmente o bien ayudarse de escaleras. Se colocan los frutos con esmero en cestos[[#ftn8|[8]]] <ref>Los cestos y los aperos de recogida de fruta se describen en el capítulo de esta obra dedicado al mobiliario agrícola.</ref> para que no se golpeen, luego se trasladan a casa, donde [[Frutas|se extienden sobre paja o heno ]] para consumirlas o venderlas a lo largo del año[[#ftn9|[9]]].
Los cestos fruteros utilizados en Viana (N) eran cilíndricos, construidos con mimbres sin pelar, alguna vez de caña, con asas en los extremos y reborde reforzado, en otras ocasiones con una única asa hacia el interior de lado a lado.
En Argandoña (A) los frutos de los árboles ubicados en huertas o cercanos a las casas e incluso los de las parcelas mayores, se dedican prácticamente al consumo propio por lo que conforme se van recogiendo se van consumiendo. Sin embargo, todavía se suelen conservar en los desvanes o despensas manzanas, peras o membrillos, que aguantan un tiempo más y que se consumen día a día. Algunos de estos frutos (manzanas, peras, ciruelas, membrillos, etc.) se utilizan para hacer todo tipo de conservas embotadas aunque esta práctica también está decayendo.
En Ribera Alta (A) las cerezas las cogían hacia junio o julio; las ciruelas en agosto y las manzanas hacia otoño. Estas últimas las conservaban durante buena parte del invierno extendidas sobre el suelo del ''sobrao''. Las nueces las cogían por octubre o un poco antes y eran el postre propio de invierno.
En Moreda (A) la fruta de los melocotoneros, manzanos, perales, membrillares, cerezos y otros similares, se recoge a mano una a una. En ello se pone el mayor esmero para que no se golpee, ya que si caen al suelo desde el árbol se estropean. Después se deposita con cuidado en cestas, canastos, cuévanos y demás recipientes apropiados para este fin.
Los higos se consumen frescos, cuando maduran por septiembre. Hay que cogerlos con cuidado por la zona del rabillo en un movimiento que consiste en tirar hacia arriba. Luego se depositan en cestas con el fondo de papel, hierbas e incluso de las mismas hojas de la higuera. En esta época si llueve un poco enseguida se hinchan y maduran. Algunas de estas higueras, algún año y no todos, suelen proporcionar brevas, que son grandes y pueden ser negras o blancas. Las brevas maduran antes que los higos ya que es el primer fruto anual de la higuera.
Con los higos se hace dulce de higo añadiéndoles azúcar para su conservación y cociéndolos. Sin embargo, otros los prefieren secos, pero solo sirven para secar los higos obtenidos de la primera florada, ya que son muy ricos en azúcar, los posteriores se pierden por falta de dulzura. Los higos se secan mejor a la sombra y con aire. Los sitios ideales son los balcones de las casas poniéndolos sobre trigueros, y los graneros en que haya oscuridad pero donde corra el aire.
Los primeros almendrucos se comienzan a recoger a mediados de septiembre, para las fiestas de san Mateo. Después se siguen recolectando durante todo el mes de octubre. Se sabe que están maduros porque se les abre la cáscara.
Los almendrucos se recogen de varias formas. La más habitual, si son pequeños, es empleando un cesto colgado al cuello. Se ordeñan con las manos, al igual que se hace con los oli-olivos, de modo que vayan cayendo al interior del cesto. Otra forma muy corriente, sobre todo si los almendros son altos, consiste en poner en el suelo mantas o redes y apalear los árboles; luego se recogen en cestos y de estos se echan a los sacos.
Una vez limpios los almendrucos, y también las nueces, se tienden para que se sequen y no se ''canuzcan ''a consecuencia de la humedad. Los sitios apropiados deben estar bien ventilados y secos. Cuando se secan, al mes o dos meses, se llevan a vender a un almacenista de la ciudad de Viana; los suelen cambiar por abono, venden los almendrucos y compran abono.
El precio del almendruco es más bajo en el mes de noviembre pero como contrapartida pesa más. Los que los venden en la primavera obtienen un precio mayor, pero al estar más secos pesan menos. Se llevan a vender en el cajón del tractor o en furgonetas. Se pesan en básculas manuales y se les descuenta la tara de los sacos vacíos. Aparte de llevarlos a vender a Viana, también llegan a la villa camiones a comprarlos. En caso de que los paguen mejor se juntan varios labradores en un lugar común del pueblo y los cargan al camión. También se preparan almendras garrapiñadas.
Los nogales no se suelen varear. El viento se encarga de tirar las nueces al suelo. Se recogen en cestos y se echan luego a sacos. Muchas veces al ir a recogerlas a mano es preciso llevar un palo o una hoz para hacer limpieza del suelo y descubrir la nuez de entre la hierba y maleza en que estuviera oculta.
En el Valle de Roncal (Ustárroz, Isaba y Urzainqui) (N) las ciruelas y las cerezas se recogían entre julio y primeros de agosto, las peras a finales de agosto, y a principios de septiembre las manzanas, las almendras y las avellanas.
En Aoiz (N) la fruta se recolectaba a mano, utilizando escaleras o trepando por el tronco. Se iba depositando en cestos o cestas de mimbre con asa y si había gran cantidad, se vertía en el carro. Desde aquí se llevaba a las bajeras de la casa familiar o al desván. Frutos como la nuez se recogían del suelo, vareando o no el árbol; y lo mismo la avellana, que se podía recoger golpeando las ramas con un palo mientras se colocaba debajo una cesta de mimbre.
En Viana (N) algunas frutas y verduras las venden todavía los particulares colocándolas públicamente en la calle, en cestos, junto a la entrada de la propia vivienda. Las ciruelas, sobre todo las claudias, se ''enrastraban ''con un cordel envolviéndolas en papel y se secan al aire libre. Las guindas se mezclaban con anís y se aconsejaba su consumo para el dolor de tripas. Con los membrillos se elaboraba la ''carne ''o dulce de membrillo. Con las manzanas y otras frutas como las peras y otras ya secas como los ''orejones ''de melocotón y las ciruelas pasas, se elaboraba el ''manzanate ''de frutas cocidas típico de la Navidad. Con nueces se solía hacer un licor de nuez. En el caso de los higos, además de su consumo natural, directamente del árbol, los ponían al sol en cañizos o en cribas en el granero y una vez secos los aplastaban y les echaban algo de harina. A veces se ponían en rastras mediante cuerdas.
La fruta situada a mayor altura en el árbol era recogida por los hombres. Para ello bajaban las ramas o ellos se subían a una escalera. Los hombres portaban unos ''pozales'', recipientes de plástico o de metal, con una cuerda y un gancho para poderlos colgar de las ramas. Cuando el ''pozal ''estaba lleno se lo entregaban a las mujeres o a los niños, que eran los encargados de rellenar las ''barcas ''que habían quedado incompletas. Así ''rancle ''tras ''rancle''.
A media mañana, cuando los mosquitos ya habían aparecido, se paraba para “echar el ''bocao''”, preparado siempre por las mujeres. Al atardecer los hombres cargaban el remolque ''barca ''por ''barca'', uno conducía el tractor y dos se dedicaban a cargarlo. Mientras tanto las mujeres y los niños se ocupaban de recoger la fruta caída en el suelo, que era la que luego se comía en casa. Prácticamente la totalidad de la fruta recogida se llevaba a Pamplona. Solo una mínima parte se colocaba delante de la puerta de la casa con el cartel de “Se vende”. Para pesarla utilizaban una balanza de dos platos o una ''romanilla''.
En esta misma población navarra la recolección de los almendros se efectuaba colocando una gran sábana y vareando las ramas.
En Valtierra (N) la fruta que estaba muy madura o picada era la que solían comer fresca; la otra la pelaban, cocían y embotaban con medios rudimentarios hasta que aparecieron las fábricas conserveras, en los años sesenta.
En Bera (N) la manzana que, generalmente, se recogía de septiembre a octubre se transportaba y medía en un recipiente de madera que se llamaba ''konporta ''con el que se calculaban las cargas. Las manzanas para sidra eran las llamadas dulces, ''gezak''<nowiki>; las ácidas se usaban para comerlas asadas y había más variedades. Con la sidra se mezclaba una de calidad inferior llamada </nowiki>''ollo-kaka10kaka''<ref>Julio CARO BAROJA. “Un estudio de tecnología rural” in CEEN, I (1969) p. 224.</ref>.
En el Valle de Carranza (B) las manzanas maduran a finales de septiembre y sobre todo en octubre. Ha solido haber variedades más tempranas, por julio, en la época en que se trillaba. Las peras primeras eran las de ''san Juan''<nowiki>; también las había que maduraban en agosto y otras en septiembre. Las más tardías eran las de los perales de </nowiki>''invierno ''cuyo fruto se consumía por Navidad. Estos árboles conservaban las peras en sus ramas después de haber perdido las hojas. Las peras que se almacenaban en casa tenían una duración mucho menor que las manzanas, aún así los informantes cuentan que eran más duraderas que las procedentes de los árboles que en las últimas décadas se han adquirido en comercios.
Las peras primeras eran las de ''san Juan''; también las había que maduraban en agosto y otras en septiembre. Las más tardías eran las de los perales de ''invierno ''cuyo fruto se consumía por Navidad. Estos árboles conservaban las peras en sus ramas después de haber perdido las hojas. Las peras que se almacenaban en casa tenían una duración mucho menor que las manzanas, aún así los informantes cuentan que eran más duraderas que las procedentes de los árboles que en las últimas décadas se han adquirido en comercios.
Las brevas se maduran en agosto. Los higos más tarde, como muy pronto por san Miguel (29 de septiembre). Antaño era frecuente comer higos durante todo el mes de octubre. Para que la cosecha perdurase debía haber buen tiempo, soleado. Si llovía, muchos higos se abrían y al cabo de unos días se estropeaban. El principal enemigo de esta fruta es la helada, que destroza toda la cosecha. Por ello, en otoños excepcionalmente benignos se podían seguir comiendo higos en noviembre y a veces hasta en diciembre. Antes se decía que si llovía el día de san Pedro (29 de junio) ese año se estropearían los higos.
El níspero es más conocido por el refrán que habla de su sabor desagradable que por haber sido cultivado y su fruto consumido con alguna frecuencia.
:''El que ''mísperos/ bísperos ''/come''bísperos :''come espárragos chupa '':''y besa a una vieja '':''ni come, ni chupa, ni besa.''
En Bedarona (B) las manzanas se consumían directamente o se hacía sidra con ellas. Para recogerlas se cimbreaba fuertemente el árbol y las que no caían se echaban con una vara, ''kakua''.
Después se cargaban en cestos. Las manzanas para comer a diario se dejaban extendidas en el camarote.
Había manzanas que duraban casi todo el año, conservándolas en el camarote bien extendidas sobre la paja, ''galtzue''. Así ocurría por ejemplo con las ''kanak'', ''boskantoiek ''y ''altzondoak''. Se recogían en octubre. Con las manzanas en muchos caseríos se elaboraba sidra para consumo doméstico. También se producía txakoli.
Las castañas se recogían por la festividad de san Miguel (29 de septiembre) con erizo, ''lokotza'', y delante de la casa se hacía con ellas un montón, ''montorra'', sin otra protección que cubrirlas con ''azpigarria ''(hierba con la que se hacía la cama del ganado) o helecho. Aguantaban hasta bien entrado el invierno, en primavera comenzaban a dar brotes y ya no servían. Se comían asadas y cocidas. Para cocinarlas hay que quitarles el erizo y pelarlas para que no peguen tiros al asarlas, en tiempos pasados en el tamboril, ''tanboliñe''<nowiki>; para cocerlas basta con darles un corte.</nowiki>
En Gautegiz Arteaga (B) del nogal se recogen las nueces que van cayendo y las demás se varean con un palo largo, ''kakoa''.
En Sara (L) se daba comienzo a la recolección de la castaña por san Miguel (29 de septiembre) o antes. Vareaban, ''erautsi'', los castaños con un palo largo llamado ''haga ''al que se hacía cimbrear. Una vez caídas las recogían en cestas con su erizo sirviéndose de unas pinzas de madera de nombre ''martxola''.
El erizo del castaño se denomina ''karloa''<nowiki>; las púas de mismo, </nowiki>''ileak'', ''puntak''<nowiki>; el grano, </nowiki>''pikorra'', ''bihia''<nowiki>; el grano agusanado, </nowiki>''maskorra''<nowiki>; el grano arrugado por defecto de desarrollo, </nowiki>''zizpela''<nowiki>; la castaña pilonga, </nowiki>''gaztain ximurra''<nowiki>; la corteza del grano, </nowiki>''azala''<nowiki>; y la película que envuelve la carne, </nowiki>''atorra''.
Una vez recogidas las castañas se llevaban a casa en carretadas, ''burkadak'', y se apilaban contra la fachada o en la tejavana envueltas en helechos. Para que se mantuviesen en condiciones debían estar húmedas y por ello se dejaban a la intemperie. Así las cortezas se iban pudriendo, pero los frutos aguantaban bien por lo menos hasta Navidad. Unos tres o cuatro días antes de consumirlas se llevaban dentro para que se secasen. En el interior no aguantan más de quince días, pues se endurecían, ''txikoldu''. Si se guardaban durante demasiado tiempo les salían brotes, ''ernemine emon''.
En Uhartehiri (BN) una parte de las frutas recogidas se consumían en casa y la otra parte se vendía. En Liginaga (Z) con las frutas se hacían confituras.
En Zeberio[[#ftn10|[10]]] <ref>Juan Manuel ETXEBARRIA. “Kirikiñusiek” in ''Etniker Bizkaia''. Núm. 2 (1976) pp. 43-45.</ref> y en Zeanuri (B) las ericeras, ''kirikiñuusiak, ''eran los depósitos donde se almacenaban en pleno monte las castañas una vez vareadas.
Para su construcción se hacía un murete con piedras de forma circular de un metro de altura y unos tres metros de diámetro. También podía levantarse contra la misma ladera cerrando por su parte inferior una pared tosca de piedra o con estacas entrecruzándolas con varas flexibles. Solía estar provista de una abertura lateral para extraer por ella las castañas. Estos depósitos se llenaban de frutos con sus caparazones, ''kirikiñoak ''y se cubrían por encima con ramas y helechos. De allí se llevaban al caserío a lo largo del invierno.
En el Valle de Carranza (B) se utilizaba un ''rastrillo ''similar por su forma a la ''rastrilla ''de recoger hierba, si bien tenía el ''peine ''más corto y más grueso y los ''pinos ''de mayores dimensiones y grosor. Se empleaba en las ''oriceras ''u ''ordineras ''para ''batir las castañas ''almacenadas y separarlas de su envoltura espinosa, el ''orizo ''u ''ordino. ''Este proceso se llamaba ''desorizar''. Para ello se sacaban algunas castañas por un margen de la ''oricera''<nowiki>; se le daba vuelta a la herramienta y se golpeaban con la parte plana del </nowiki>''peine. ''Los restos de la envoltura, al ser más ligera, quedaban encima mientras que las castañas, por pesar más, quedaban debajo. Después se iba ''arrastrillando ''la masa batida; eso permitía retirar las envolturas y dejar las castañas sueltas. Después con el mismo ''rastrillo ''se cargaban en un cesto para voltearlas en la ''cama ''del carro de bueyes en que se llevaban a casa. En Ataun (G) para recoger el erizo, ''morkotsa'', de la castaña se servían de una horquilla de madera llamada ''matxardea ''(''morkots-sardea'', horquilla para erizos de castaña). En siglos pasados la castaña constituyó el alimento ordinario durante buena parte del año. La cosecha se conservaba durante meses depositada sobre arcilla y sin despojarla del erizo. Se removía con frecuencia, echándole cascabillo de trigo, ''garinjaulkea'', y permanecía fresca hasta el mes de mayo e incluso más tarde. Podía ser conservada durante más tiempo si la recolección se llevaba a cabo antes de que se le abriera el erizo. La enfermedad conocida como el mal de la tinta terminó con la mayor parte de los castañares[[#ftn11|[11]]]. [[#ftnref8|[8]]] Los cestos y los aperos de recogida de fruta se describen en el capítulo de esta obra dedicado al mobiliario agrícola.[[#ftnref9|[9]]] La conservación y aprovechamiento de la fruta, así como sus aplicaciones medicinales populares han sido ampliamente tratadas en sendos volúmenes de este Atlas Etnográfico de Vasconia: ETNIKER EUSKALERRIA, ''La alimentación doméstica en Vasconia'', op. cit. y ''Medicina popular en Vasconia''. Bilbao: 2004.[[#ftnref10|[10]]] Juan Manuel ETXEBARRIA. “Kirikiñusiek” in ''Etniker Bizkaia''. Núm. 2 (1976) pp. 43-45.[[#ftnref11|[11]]] ARIN, “La labranza y otras labores complementarias en