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Remedios para la pulmonia

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En Zerain (G) se bebía el agua de la cocción de acelgas, ''xerbak'', tres veces al día, mañana, mediodía y noche. Una informante nacida en el primer decenio del s. XX señala que en otro tiempo las huertas de los caseríos contaban con un rincón donde cultivaban acelgas con esta finalidad ya que entonces no se destinaban a alimento tanto como hoy día. En esta misma localidad, según se recogió a mediados del s. XX, un curandero le aplicó sanguijuelas, ''izainak''<ref>Recuerdan los informantes que las sanguijuelas empleadas para estos menesteres se cogían en los muchos pozos existentes en la localidad y si no, se traían de los pueblos cercanos. Una vez aplicadas, se cambiaban al observar que estaban hinchadas por la sangre sustraída. En caso de no tener suficientes, a las sanguijuelas hinchadas se las revolcaba apretando con la palma de la mano sobre un lecho de ceniza para que expulsaran lo ingerido y estuvieran así preparadas para una nueva aplicación.</ref>, a una mujer enferma de pulmonía, ''odol golpea'', y luego le puso un parche que le sacó una gran bolsa de agua que agujereó con unas tijeras para extraer el agua. Después le cubrió la zona con una hoja de acelga y la enferma sanó.
En Murchante (N), hasta mediados del s. XX, se preparaba una cataplasma de linaza y mostaza cocida que aplicada al costado, de- cían decían que era un remedio eficaz contra la pulmonía; también cataplasmas de salvado cocido en vinagre espolvoreado con mostaza o linaza y mostaza cocida. En el apartado referido a los catarros de pecho ya se ha visto cómo en caso de fuertes catarros de pecho y bronquitis ha sido frecuente, en numerosas localidades, remediarlos mediante el recurso a emplastos de linaza, salvado de harina y mostaza.
En Goizueta (N) como remedio tanto de la pulmonía como de la pleuresía se utilizaban dos emplastos que, envueltos en un trapo, se colocaban calientes en el pecho. Uno de ellos se preparaba con las plantas denominadas verbena (''Verbena officinalis'') y ''miilua'', además de las semillas de esta última, llamadas ''anisa''. Todo esto troceado y macerado para freirlo con un poco de aceite. El segundo era igual al anterior en su preparación, pero se hacía con ''zingiri-bedarra'', aro, y verbena. Emplastos de verbena para extraer la suciedad que producía y aliviar el dolor de costado se han aplicado también en Astigarraga (G). En Amorebieta-Etxano (B) se ha usado un emplasto hecho en la sartén con ''berbena-bedarra'', salvado, clara de huevo y un poco de aceite, que se ponía sobre los pulmones. Se ha recurrido asimismo tanto a salvado caliente como a talo hecho con esta harina, que envuelto en un paño se colocaba en la espalda a la altura de los pulmones. En Carranza (B), para curar la pulmonía, en tiempos pasados se echaba mano fundamentalmente de las ventosas. En otros casos se ha aplicado a la zona dolorida calor mediante ladrillos y suelas de alpargata calentados al fuego, método este último empleado todavía en los años setenta en localidades vizcainas y guipuzcoanas<ref>Ángel GOICOETXEA. ''Capítulos de la medicina popular vasca''. Salamanca: Instituto de Historia de la Medicina, 1983, p. 77.</ref>.
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