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Vasconia continental4

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En Hazparne (L), cuando fallecía un niño de muy corta edad, su cadáver se exponía en una habitación de la casa mortuoria sobre un cojín colocado en una mesa revestida de un tapiz blanco que llegaba hasta el suelo. El niño era vestido con la ropa del bautizo o, si ésta ya no le servía, con otra hecha por las vecinas siguiendo aquel modelo. Generalmente consistía en un vestido de tul, un gorro y unos lazos. La caja se pintaba de blanco, se le colocaba un angelito encima y era portada por niños en edad de primera comunión. Si el camino era largo, lo llevaban jóvenes que se iban relevando. El cortejo fúnebre lo encabezaba el primer vecino. También en Itsasu (L) era el primer vecino de la casa mortuoria quien, como siempre, abría la comitiva pero en el entierro de un niño lo hacía portando la cruz blanca en lugar de la oscura de la conducción del cadáver de un adulto.
En Sara<ref>José Miguel de BARANDIARAN. “Bosquejo etnográfico de Sara (VI)” in AEF, XXIII (1969-1970) pp. 118-119.</ref>(L), si el niño aún no había hecho la comunión solemne, el cadáver era conducido por niños o niñas, según el sexo del muerto. Los jóvenes vestían de blanco y las niñas llevaban coronas de flores blancas. Los hombres no asistían al cortejo fúnebre de los entierros de niños.
En Ziburu (L) eran niños o niñas, según el sexo del niño difunto, los anderos de la caja y las niñas vestían de blanco con el velo de la primera comunión sobre la cabeza. La misa de las exequias fúnebres era la de Gloria sin que se diera la absolución o responsorio de los entierros de los adultos.
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