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Vertiente mediterranea alimentacion

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Se observa una clara distinción entre la vertiente atlántica y la mediterránea a la hora de cuidar el ganado que pasta cercano a los pueblos. En la mediterránea ha sido costumbre contratar un [[Pastores_concejiles|pastor ]] que ha cuidado del rebaño constituido por el ganado de todos los vecinos del pueblo<ref>En este mismo volumen se trata más extensamente este asunto de los pastores contratados, concretamente en el capítulo dedicado a las «Clases de pastores».</ref>.
Se registran además otras diferencias como que en esta vertiente el ganado pasta más a menudo en terrenos comunales que en la atlántica, donde la mayor parte de la superficie para pastos está en manos privadas. En esta área del territorio, como se comprobará en las siguientes descripciones, también ha sido habitual que el ganado se suelte a pastar durante todo el año, incluyendo el periodo invernal. Quizá sea debido en parte a que la población se halla más concentrada y de este modo se evitan problemas como la acumulación del estiércol durante la invernada.
Los machos y caballerías de trabajo se sacaron en tiempos pasados en rebaño cuando sus propietarios no los llevaban a trabajar. Se ocupaba de su cuidado el ''dulero''. Una vez que desapareció la ''dula ''se sacaban por sus amos a una era, rastrojo o finca para que pasaran el día y comieran.
En Améscoa (N) debido al régimen de au- tarq uía autarquía que perduró hasta bien entrado el presente siglo, la ganadería estuvo subordinada a la agricultura y a los montes, y como los recursos de la última eran más bien escasos, había que aprovechar al máximo los pastos de los montes. Así, las vacas y yeguas se criaban en estado semisalvaje en la Sierra de Urbasa. Las cabras y los animales que formaban la ''dula ''salían a pastar diariamente a los montes cercanos a los pueblos y hasta los bueyes y vacas de labor, que eran los animales mejor cuidados al pesebre, tenían que salir a los montes próximos los días en que estaban libres de trabajar<ref>En el año 1887 el pueblo de San Martín tenía contratado un boyero al que pagaba 26 robos de trigo al año, correspondiendo pagar a los dueños de los bueyes a 4,40 almudes por cabeza.</ref>. También aprovechaban los residuos de la mies que quedaban en los campos una vez hecha la recolección. Con esta finalidad todo el terreno labrantío de cada pueblo se dividía para el cultivo en dos mitades, para hacer la siembra a dos manos, ''a dos hojas''. Solamente cultivaban el trigo y la cebada en una de las hojas con lo que al recoger la cosecha quedaba todo el término libre para que el día que señalara el Concejo, pudieran apacentar en él todos los ganados del pueblo. Llamaban a esto ''la espiga''.
En Allo (N) casi todas las clases de ganado estaban autorizadas a pastar en el campo. La normativa que durante muchos años reguló esta salida era la correspondiente a las ordenanzas que fueron aprobadas en 1866. La superficie total de los pastos comunales ascendía a más de 9.000 robadas. Este régimen de pasturajes se mantuvo plenamente vigente hasta 1911, en que el ayuntamiento decidió roturar una de las zonas de pasto para destinarla a cultivo comunal distribuyéndolo en parcelas. Con posterioridad algunos otros términos se fueron roturando en todo o en parte hasta que por los años cuarenta, cuando ya sólo los ganados lanar y cabrío disfrutaban de los pastos comunales, éstos se reestructuraron formando cuatro ''corralizas'', que con el devenir de los tiempos también han sufrido alguna transformación aunque subsisten todas. Las corralizas son adjudicadas de forma directa a los vecinos de la Villa o mediante subasta pública cuando concurren otros ganaderos foráneos. Además de los pastos que comprende cada una de ellas, los rebaños se introducen en los rastrojos y viñas, luego que el fruto se ha recogido.
En Apodaca (A) bueyes y vacas se sacaban a pastar a las alfalfas y esparcetas después de haberlas segado. Se cuidaban a renque, un niño acompañado de uno mayor. Las yeguas, cuando parían, se apacentaban cerca de casa.
[[File:3.87 Yeguas pastando en las proximidades del pueblo. Valle de Erro (N) 1998.jpg|center|600px|Yeguas pastando en las proximidades del pueblo. Valle de Erro (N), 1998. Fuente: Rondán Jimeno, Grupos Etniker Euskalerria.|class=nofilter]]
En Valderejo (A) a las vacas de leche y a los bueyes se les saca a pastar desde el mes de mayo hasta septiembre. Las yeguas y caballos dedicados al transporte se sueltan diariamente durante la primavera y el verano. En los meses del estío, una vez han sido recogidas las mieses y la hierba, se suelen llevar todos los animales a las rastrojeras, vigilados por los vecinos, generalmente uno de cada casa.
En Araia (A) se han registrado dos formas de obrar totalmente diferentes. Mientras unos ganaderos no sacan los animales del establo durante todo el invierno y hasta bien entrada la primavera, otros los mantienen paciendo en el campo durante todo el año, incluso con nevadas de varias semanas de duración. Esto ocurre principalmente con los ganados vacuno y ovino. Otros sacan las ovejas a los prados hacia el quince de marzo. Las paridas permanecen en la cuadra con sus corderos y las que salen todos los días, según van pariendo se van quedando en la cuadra.
En Larraun (N) es costumbre sacar a las vacas y ovejas a los prados siempre que se pueda, esto es, mientras no haya nieve. Las ovejas suelen ser conducidas por los niños y las mujeres de la familia. En tiempos pasados los niños debían responsabilizarse de esta tarea cuando tenían uso de razón, comenzando a los siete años a conducir el rebaño así como a vigilarlo mientras pastaba para que no pasase a los prados colindantes, ya que an- tes antes de la concentración parcelaria no estaban cercados. Hoy sus superficies están limitadas con alambre de espino, muro de piedra o seto. Las yeguas, ''behorrak'', se crían por afición y de modo complementario a la actividad principal, aprovechando los pastos del comunal, ''larre''.
En Lezaun (N) sólo se ''pacentaba ''la ''yegua de baste'', la destinada al trabajo. Las vacas desde que se abrían los rastrojos, esto es, una vez terminada la trilla, hasta la entrada del invierno. A la salida de esta estación había quien lo hacía, pero no era lo habitual. Los ''cochos ''se ''pacentaban ''en los rastrojos hasta San Miguel, el 29 de septiembre, en que se marcaban al fuego a fin de llevarlos al monte para que aprovecharan los ''pastos ''o bellota.
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