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Asistencia al cementerio

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En primer lugar se hace referencia a la costumbre de llevar luces al cementerio. Además de en la localidad vizcaina de Durango, antes citada, en Aria (N) era tradición que después de rezar sobre la sepultura de la iglesia, a la que se llevaba la cesta funeraria, ''txestua, ''se dirigiesen todos al cementerio, las mujeres con la cesta, donde rezaban un responso.
En Aoiz (N), el día de Todos los Santos se visitaban las tumbas por la mañana. Se iba a primera hora para poner faroles y flores. Los faroles podían ser de aceite con mecha o bien con una vela en su interior. Si se utilizaban los segundos se avisaba al guarda del cementerio para que cuidase de que no se apagaran. Los más antiguos tenían la forma propia de un farol pero con el transcurso del tiempo fueron cambiando y diversificándose. Ahora sólo los utilizan las personas de raza gitana. También se ponían velas o hachas junto a los retratos de los difuntos, que según recuerdan los ancianos se situaban en las tumbas, y se rezaban responsos.  [[File:7.211 Responso ante la tumba c. 1950. Izurdiaga (N).jpg|frame|Responso ante la tumba, c. 1950. Izurdiaga (N). Fuente: Carmen Jusué, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Obanos (N) hasta la guerra civil casi no se visitó el cementerio, a partir de entonces se empezó a acudir al mismo sobre todo este primer día de noviembre y a poner faroles y flores.
Al ser habitual visitar las tumbas los domingos, antes o después de asistir a misa, así como en ciertas festividades importantes del año que se detallarán en un apartado posterior, el día de Todos los Santos no ha destacado tanto como en el área peninsular; aún así, en algunas localidades comentan que la de esta jornada es la ceremonia que registra mayor asistencia de todas las del año. Es el caso de Senpere (L), donde después de las vísperas se celebra una ceremonia religiosa en la iglesia seguida de una procesión hasta el cementerio. En este último recinto tiene lugar una oración en común y a continuación una alocución del sacerdote. Cada familia va después a su tumba.
Una costumbre particular de Vasconia continental relacionada con la festividad de Todos los Santos consistía en dar pequeñas cantidades de dinero a niños para que rezasen junto a la tumba familiar.  [[File:7.212 Niños postulando en el cementerio. Dibujo de P. Kauffmann.jpg|frame|Niños postulando en el cementerio. Dibujo de P. Kauffmann. Fuente: L’Illustration, CIV. Paris, 3 Nov. Dib. P. Kauffmann.]]
En Liginaga (Z) la gente acudía a rezar a sus respectivas sepulturas familiares situadas alrededor de la iglesia. Los hijos que vivían fuera del pueblo regresaban a orar sobre la tumba de sus antepasados. Era costumbre rezar en tal ocasión rosarios, ''De Profundis y Requiem. ''Algunos pagaban dinero a los niños a cambio de que rezasen sobre la sepultura de su familia los siete salmos penitenciales. El cura se trasladaba al cementerio después de misa y allí cantaba ''Absolve. ''Los rollos de candelilla ardían sobre las sepulturas adornadas con flores mientras la gente oraba alrededor de éstas después de la misa y de las vísperas<ref>José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco: en Liginaga (Laguinge)” in ''Ikuska'', III (1949) p. 44.</ref>.
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