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En Aoiz (N) era común que los padres arreglasen el casamiento de sus hijos sin contar con la voluntad de éstos. Los encuestados recuerdan que esto fue más frecuente a principios de siglo cuando los padres obligaban a los hijos, especialmente a las chicas, a aceptar al esposo que se les imponía aunque para ello tuvieran que romper con la relación que hasta entonces mantenían. Los motivos de tales arreglos eran casi siempre de índole económica; cuando un hombre volvía de América con fortuna los padres de las mozas veían en él un medio de elevar la riqueza familiar por lo que obligaban a sus hijas, generalmente más jóvenes, a casarse con ellos. También era usual casar al tío con una sobrina y en las familias pudientes buscaban una persona de igual o mejor situación económica para aunar las fortunas.
En Beasain (G) en los años treinta los padres obligaban o indicaban a la hija la persona con quien debía casarse a lo que ella accedía en la mayoría de los casos. Esta situación se daba sobre todo cuando el pretendiente era el mayorazgo de algún caserío. La misma situación se registraba en Bidegoian (G) donde fueron numerosos los matrimonios concertados por los padres hasta la década de los cincuenta.
En Allo (N) aunque no se considerara práctica habitual también se convinieron matrimonios, casi siempre cuando mediaban intereses económicos. Parece ser que eran más frecuentes en la Montaña.
En Carranza (B) algunos informantes saben de la existencia de matrimonios de conveniencia en tiempos pasados. Estos casamientos eran arreglados por los padres de ambos contrayentes en función de intereses económicos, generalmente primando la posesión de casa y de tierras. Era motivo de orgullo para los padres que sus hijos "se casaran bien". Contra la práctica de establecer matrimonios priman- do primando los bienes, esto es, "por el tener" aconsejaba el dicho popular:
:''No te cases por teneres '':''que son bienes de fortuna '':''cásate con buena moza '':''que lo bueno siempre dura. ''
Al realizarse la mayoría de los matrimonios de conveniencia por intereses económicos éstos solían ser más frecuentes entre las familias adineradas ya que mediante estas uniones veían aumentar su fortuna (Amézaga de Zuya, Gamboa, Treviño-A; Beasain, Bidegoian-G; Artajona, Garde, Monreal, Obanos y Sangüesa-N). En Bigüezal-Romanzado y Urraul Bajo (N) en las casas fuertes tenían por costumbre que las bodas las organizaran los padres. Los demás se buscaban la novia donde podían. El deseo de conservar casa y bienes y, a ser posible, acrecentarlos, era la razón por la que los padres se preocuparan por el casamiento del heredero, fijándose en casas de por lo menos igual categoría para la elección del posible
En Arrasate (G) los noviazgos dirigidos por los padres se daban entre familias de caseríos de cierta raigambre, cuando los padres y sobre todo las madres influían grandemente a la hora de buscar la pareja de sus hijos.
En Sangüesa (N) en las familias de buena posición los padres arreglaban el matrimonio, sobre todo cuando uno de ellos era forastero.
En Gamboa (A) lo usual era que los contrayentes fueran de un mismo nivel social y económico. En su mayor parte se trataba de labradores rentistas y en menor medida de propietarios y los matrimonios se celebraban sin 53 José de CRUCHAGA PURROY. "Un estudio emográfico de Romanzado y Urraul Bajo" in CEEN, II (1970) p. 216. INICIOS DE LA RELACION AMOROSA mezclarse las dos escalas sociales. Fue muy comentado en esta localidad por inusual el enlace del heredero de una de las familias con mayores posesiones con una moza perteneciente a una casa de inquilinos. En Orozko (B) nunca se producían matrimonios entre hijos de propietarios y de inquilinos.
Cuando los matrimonios eran arreglados por los padres a veces atendían exclusivamente a sus intereses económicos, sin preocuparse por los deseos de sus hijos.
En Nabarniz (B) en algunas ocasiones los padres también arreglaban el matrimonio de sus hijos. En tiempos pasados se cree que fueron más frecuentes que los de libre elección, pues de casarse contra la voluntad de los padres corrían el riesgo de que no les hicieran donación o testamento a su favor de la casa y sus pertenecidos.
En algunas localidades los padres pedían el consentimiento de los hijos. En Apellániz (A) cuando ambas familias habitaban en el mismo pueblo, los padres del muchacho se dirigían a los padres de la moza que era de su agrado y caso de que fueran aceptadas sus proposiciones se consultaba a los futuros esposos. Si las familias residían en distinto lugar era una tercera persona, generalmente un pariente, el que empezaba las gestiones. Si resultaba un convenio aceptable, una vez acordada la aportación de cada contrayente, se concertaba la fecha de la boda<ref>Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “Apellániz, pasado y presente de un pueblo alavés” in ''Ohitura'', 0 (1981) p. 209.</ref>.
En Lemoiz otras localidades apuntan que los matrimonios no se celebraban mientras no existiera el consentimiento de los hijos. En Moreda (A) los padres arreglaban el casamiento de sus hijos teniendo en cuenta la voluntad de los jóvenes. En Salvatierra (A), Lezama, Urduliz (B) y Obanos (N) tampoco se celebraba la boda sin el consentimiento de los hijos aunque los matrimonios convenidos fueron usuales hasta mediados del presente siglopadres hubieran tomado parte en su preparación. Ello requería el acuerdo En Bernedo (A) los padres de ambas partes preparaban la boda pero respetaban la voluntad de los respecti-hijos; sólo en alguna ocasión llegaron a impedirla.
En otras localidades apuntan algunas poblaciones se ha constatado la costumbre de que los matrimonios no padres arreglasen el matrimonio sin que sus hijos se celebraban mientras no existiera conociesen. Posteriormente concertaban un día en el consentimiento que ambas familias se reunían a fin de que los hijosnovios pudiesen verse, por eso, este acto recibía la denominación de "ir a vistas"<ref>Vide en el capítulo dedicado a ''Capitulaciones matrimoniales ''el apartado “La petición de mano”.</ref>. En Moreda (A) los padres arreglaban el casamiento apartado anterior también aparece citado el mismo, cuando una persona que actuaba de sus hijos teniendo en cuenta la voluntad intermediaria o casamentera se encargaba de los reunir por primera vez a dos jóvenes que no se conocían.
En algunas poblaciones Lekunberri (N) hasta principios de siglo los padres se ha constatado juntaban en la costumbre feria de ganado de Irurzun que los padres arreglasen tenía lugar el 1 de marzo y hacían el trato para concertar el matrimonio sin que sus de los hijos se conociesen, habiéndolo de cumplir estuviera o no de acuerdo la pareja. Posteriormente concertaban Se estipulaba un día denominado "a vistas" en el que ambas familias los padres presentaban a sus hijos para que se reunían conocieran<ref>Esta feria de Irurzun y sus vicisitudes respecto a fin las vinculaciones matrimoniales es mencionada por José Mª Satrústegui en su obra ''Comportamiento sexual de que los novios pudiesen versevascos''. San Sebastián, por eso1981, este acto recibía la denominación de "ir a vistas"<sup>55pp. 195-196.</supref>. En el apartado anterior también aparece citado el mismo, cuando una persona que actuaba de intermediaria o casamentera se encargaba de reunir por primera vez a dos jóvenes que no se conocían.
En Salvatierra tierras de Urraul y el Romanzado (AN) se daba algún caso , los padres concertaban una entrevista de presentación de los candidatos en casa de la novia. Después, ya en privado, las familias comentaban las incidencias del encuentro, valoraban los aspectos tanto positivos como negativos de arreglo la experiencia y emitían su propio juicio de casamiento por parte valor que condicionaba definitivamente el resultado. Es lo que llamaban "ir a vistas"<ref>José Mª SATRUSTEGUI. ''Comportamiento sexual de los vascos''. San Sebastián, 1981, pp. 195-196.</ref>. Refiriéndose a Navarra también, Urabayen señala que a dicha entrevista acudían los presuntos novios y los padresde ambos, excepcionalmente sin conocimiento celebrándose la misma en Pamplona o en un pueblo que no fuera el de los futuros contrayentes, no hablando éstos a solas. Si los jóvenes daban su conformidad, los padres continuaban las negociaciones hasta que se llegaba a un acuerdo o se desistía de la boda<ref>Leoncio de URABAYEN. “Otro tipo particularista. El habitante del valle de Ezcabarte” in RIEV, XIII (1922) p. 367.</ref>.
Según la encuesta del Ateneo, realizada a principios de siglo, esta costumbre de las vistas era común en todo el territorio de Alava a excepción de Vitoria. Se convenía por los padres, o en su defecto por los parientes más próximos, el día en que se había de realizar la visita y se elegía de común acuerdo el lugar de reunión; a ser posible equidistante de los lugares en que viviesen ambas partes. Una vez reunidos todos, comenzaban los tratos entre los padres mientras que los hijos permanecían separados de ellos sin enterarse de las discusiones y regateos. Cuando los progenitores llegaban a un acuerdo acerca de lo que debían dar a sus hijos, pedían la comida. Durante la misma no se hablaba nada del asunto hasta que a los postres y ya de sobremesa manifestaban a sus hijos el motivo de haberse congregado allí. Entonces los pasaban a una habitación inmediata y los dejaban solos para que hablasen entre sí y vieran si se gustaban o no. Transcurrido el tiempo que conceptuasen oportuno, los llamaban y les preguntaban si estaban conformes en casarse. Generalmente contestaban afirmativamente y entonces decidían la fecha en que se escrituraría lo pactado. Si alguno de los dos daba una contestación negativa se le pedían explicaciones y si eran fundadas se atendían, de lo contrario se hacía caso omiso de su opinión. Los gastos se pagaban a escote entre los asistentes. A veces acudían también los abuelos<ref>EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIAi2.</ref>.
En este apartado y en el anterior, referido a los casamenteros, se han recogido varios ejemplos de cómo la feria de ganado constituía un punto de encuentro donde coincidían los padres con hijos solteros y casaderos. Posiblemente el tratarse de un recinto donde se reunían gentes de un ámbito geográfico más amplio que el cotidiano y donde se establecían relaciones de compra venta, contribuía a facilitar la labor de los padres de emparejar a sus hijos.
En Arrasate (G) la feria anterior a la de Santo Tomás era famosa porque ese día los padres de los presuntos novios concertaban una contraseña que habrían de mostrar sus hijos en la feria y romería general de este santo, en el caso de no conocerse, para poder identificarse y encontrarse. Estos jóvenes, concienciados sobre la conveniencia matrimonial y patrimonial por sus familias, vencían las dificultades que se les presentaban y si llegaban a un mutuo entendimiento el noviazgo proseguía de acuerdo a las estimaciones y conveniencia del caserío al que estaban destinados.
En algunas ocasiones los padres negaban al pretendiente de su hija menor el consentimiento para la boda, derivando y orientando su solicitud hacia una hermana mayor que se suponía habría de casarse primero (Orozko, Zeanuri-B).
En Artziniega (A) un joven acudió al padre de familia para pedirle la mano de su segunda hija, el cual no accedió contestándole de la siguiente manera: "Aquí se empieza por el pri- mer primer peldaño, o sea, si te quieres casar, lo haces con la mayor".
En Beasain (G) varios informantes recuerdan el caso del hijo de un conocido ''y ''próspero comerciante que solicitó del señor, ''etxejaun, ''de un caserío la mano de su segunda hija, de la que se declaraba enamorado. Cual no fue su sorpresa cuando el padre, a pesar de la buena situación económica del pretendiente, le contestó que aunque le parecía muy bien, "el pan en su casa se empezaba por la punta" y que si quería casarse con alguna de sus hijas debería hacerlo con la mayor. Y así lo aceptó el pretendiente y trajo a su casa como esposa a la hermana mayor de la que había ido a buscar.
En Bidegoian (G) relatan que un chico de Tolosa se fijó en una chica de Bidania en la celebración de una boda. Le gustó mucho y acompañado de un amigo acudió a la casa de la joven unos días más tarde para hablar con la madre. La respuesta de ésta fue: "''`Neri ogia koskorretik astia gustatuko litzaidake" ''" (a mí me gustaría empezar el pan por la punta) refiriéndose a que tenía a la hija mayor soltera y que preferiría que se casara ella la primera. En consecuencia aquel joven se casó con la hija mayor ''y ''no con la que le había atraído.
Otra situación peculiar fue la denominada ''truke-ezkontza. ''Consistía en el doble matrimonio entre hermanos de dos caseríos. En Gatzaga (G) algunos indicaban que la razón de ser de estos enlaces era fundamentalmente económica ya que suponía un ahorro de gastos y molestias pues en estas ocasiones ambas bodas se celebraban el mismo día con una única ceremonia y comida. Pero al parecer la verdadera razón parecía radicar en la dificultad con que los padres tropezaban a la hora de casar a sus hijos, especialmente a los segundones. Los informantes recuerdan el caso de una joven bien situada económicamente que fue casada con un apuesto mozo de un caserío a condición de que un hermano de éste se casara a su vez con una hermana de la primera, físicamente poco agraciada:
:''Ederra ta galanta '':''biak leku baten; '':''ona ta aberatsa '':''eztek errez billatzen. '' (Hermosura y corpulencia, bondad y riqueza, no es
En Arrasate (G), en ocasiones, problemas derivados de los acuerdos patrimoniales entre familias potentadas encontraron solución en el matrimonio de intercambio, ''trukezkontza. ''Se casaba el mayorazgo con la chica de otro caserío y el hermano heredero de ella lo hacía con una de las hermanas de su cuñado. Entre estas familias los contratos fueron factor importante, no existiendo preocupación entre la gente llana.
En ocasiones era preciso acordar matrimonios en los que un viudo con varios hijos volvía a contraer nupcias poco después de morir su esposa para poder sacar a su familia adelante (Amézaga de Zuya-A). Cuando se daba esta circunstancia era corriente que tal mujer fuese hermana de la difunta esposa. El hijo mayor de una familia también podía contraer matrimonio para que su hermano pequeño se librase de cumplir el servicio militar obligatorio, cuando regía la norma de que si el hermano mayor estaba casado, el menor podía librarse de la mili en el caso de que no hubiera más varones en la familia (Gamboa-A). Otra de las razones de estos matrimonios acordados fue que en un caserío no hubiese ningún hombre para trabajar (Carranza-B).
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En cuanto a la consideración de los matrimonios convenidos por los padres, no siempre fue negativa. En Amézaga de Zuya (A) se veían como una buena solución para mucha gente, "cuando dos personas tenían necesidad de unirse, lo hacían aunque no existiese el amor. Con el tiempo y con paciencia ambas personas se estimarían mutuamente y serían capaces de permanecer juntas durante mucho tiempo".
Caro Baroja señala que la defensa del matrimonio de conveniencia, basado ante todo en razones económicas, la hace la sociedad rural vasca mediante la divulgación de un pensa- miento pensamiento supersticioso, según el cual no conviene que los novios se amen mucho, pues en tal caso luego serán desgraciados en su vida matrimonial<sup>6<ref name="ftn21">s Julio CARO BAROJA, . ''Los Vascos, . ''op. cit.San Sebastián, 1949, p. 322. </ref>.
Según Satrústegui la intervención de los padres en la boda de sus hijos ha sido una práctica social aceptada y refrendada por el uso aunque también exista la crítica a la postura autoritaria paterna en la elección de estado de los hijos que pone con frecuencia en boca de la novia, obligada a tomar estado, la queja de que también ella es objeto de compraventa como si se tratara de una vaquilla en la feria de cualquier pueblo <ref name="ftn22">José Mª SATRUSTEGUI, . ''Comportamiento sexual de los vascos, ''op. cit.San Sebastián, 1981, pp. 176-178. </ref>.