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La rabia. Amorratuta egon

386 bytes añadidos, 06:15 26 jun 2019
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En las zonas castellanoparlantes es habitual que reciba este mismo nombre de rabia. En Carranza (B) no se dice que un perro tiene la rabia sino que “está de rabia” y tampoco que una persona contrae la rabia sino que “se vuelve de rabia”.
En euskera recibe la denominación de ''amorrazioa ''(Lekunberri-N), ''amurrututa egon'', ''amurrua ''(Bermeo-B), ''amorrua ''(Gautegiz-ArteagaBArteaga-B). En Lekunberri (N) y Orozko (B) el perro rabioso es llamado ''txakur amorratua''.
En Amézaga de Zuya (A) se la considera una enfermedad mortal por lo que se adoptan muchas precauciones. Así, a la menor sospecha de que un perro tenga rabia se le sacrifica. Se dice que también afecta a las vacas.
== Pan de Nochebuena. Ogi salutadorea ==
Bien conocido en Bizkaia y Gipuzkoa es el rito del “pan de Nochebuena”. Consiste en un trozo del pan bendecido por el que preside la cena de Nochebuena; este trozo recibe el nombre de ''ogi salutadorea ''(pan de salud), se guarda debajo del mantel durante la cena y luego en un armario durante todo el año. Tiene la virtud de no encanecerse durante este tiempo y de prevenir la aparición de la rabia en los perros y en otros animales domésticos.
Cuando se sospechaba que podían haber contraído la rabia se les daba de este pan a los perros<ref>En el volumen primero de este Atlas Etnográfico se describe ampliamente el rito del pan sanador y sus usos. Vide ''La Alimentación Doméstica en Vasconia. Atlas Etnográfico de Vasconia''. Bilbao: 1999, 2ª ed., pp. 394-396.</ref>.
== Causas de la rabia ==
En Carranza (B) se creía que la rabia podía surgir espontáneamente en un perro como consecuencia de malos tratos. Por ejemplo si se le tenía atado y no se le daba de beber o si se le sujetaban objetos al rabo que no se podía quitar. En este sentido se consideraba la rabia más como un estado de desesperación que como una enfermedad contagiosa. En esta misma población algún informante asegura que los perros que comían carne humana “se volvían de rabia”. Se dice que hubo perros que durante la guerra civil de 1936 comieron carne de soldados muertos y desarrollaron la enfermedad.
En Oiartzun (G) se decía que cuando un perro bebía sangre humana se volvía rabioso; también que los perros que tenían espolones, ''ezproiak'', no se ponían rabiosos aunque les mordiese otro perro con esta enfermedad<ref>Recogido por José Miguel de BARANDIARAN: LEF. (ADEL).</ref>.
En este mismo sentido en Bermeo (B) cuando una mujer no podía dar de mamar a su hijo por las causas que fueran, se utilizaba una cría de perro para succionarle los pechos hasta que se le retiraba la leche. El cachorro, una vez cumplida su misión, era sacrificado ya que era creencia común que por esta causa adquiría la rabia.
En Amorebieta-Etxano (B) recuerdan igualmente que corría con el rabo entre las patas, la boca abierta y echando espuma. Se desplazaba en línea recta y si uno se cruzaba en su camino se tenía que apartar. En Gautegiz-Arteaga (B) indican precisamente que la principal característica del perro rabioso, ''txakur amorrutua'', era que echaba espuma por la boca, ''bitsetan egon''.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image001.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.425cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || Uno de los síntomas más característicos de esta enfermedad, tal como su propio nombre, hidrofobia, señala, es el anormal comportamiento del perro frente al agua, que rehuye sistemáticamente. Se ha utilizado popular- |- |}]]En Mendiola (A) dicen que los perros rabiosos se muestran muy inquietos, violentos, nerviosos, ladran mucho, muerden todo y expulsan espuma por la boca.
mente Uno de los síntomas más característicos de esta enfermedad, tal como su propio nombre, hidrofobia, señala, es el anormal comportamiento del perro frente al agua, que rehuye sistemáticamente. Se ha utilizado popularmente esta peculiaridad del comportamiento del animal enfermo para determinar si un perro que había mordido a una persona estaba rabioso o no.
En Bernedo (A) para saber si el perro que había agredido a alguien estaba rabioso se le ponía delante del agua porque dicen que si lo estaba, al verse reflejado echaba a correr hasta desaparecer. Otros dicen que cuando se estaba en duda se mataba al animal.
En Ribera Alta (A) se decía que los perros rabiosos no bebían agua sino que huían de ella. Para comprobar el estado de uno de estos animales se le ofrecía agua y se estaba atento a su comportamiento. En el caso de que fuese normal no se adoptaban medidas extraordinarias, pero si se observaba algo extraño se recurría al médico. En Viana (N) también se dice que el perro huye del agua y que por su boca sale baba o espuma.
En Apodaca (A), por el contrario, al perro que mordía a alguien se le ponía en cuarentena y para saber si tenía rabia le colocaban a su alcance una palangana con agua y si ''tiraba a morder ''la imagen que reflejaba sobre su superficie es que padecía la enfermedad.
En Lagrán (A) aseguraban que los perros rabiosos no bebían agua porque al ir a hacerlo veían reflejada en ella la imagen del perro que les mordió<ref>Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “La medicina popular en Álava” in ''Homenaje a D. Joaquín Mendizabal Gortazar''. San Sebastián: Museo de San Telmo, 1956, p. 267.</ref>.
En cuanto a las manifestaciones que la hidrofobia tiene en las personas que han sido mordidas por un perro, en cierta medida se asemejan a las mostradas en los canes que llegan a rabiar.
En Muskiz (B) se observaba al perro durante cuarenta días para ver si tenía la rabia. También se sacrificaba y se llevaba la cabeza a algún laboratorio para que fuese analizada.
[[Image:C:%5CUsers%5CMETXEB~1%5CAppData%5CLocal%5CTemp%5Cmsohtmlclip1%5C01%5Cclip_image001.gif.png|thumb|left|top|{| style="border-spacing:0;width:15.425cm;" |- style="border:none;padding:0cm;" || En Lekunberri (N) si se suponía que el perro podía tener la rabia se sacrificaba y se mandaba la cabeza a Zaragoza para su análisis. Había que hacerlo con urgencia para, conoci- |- |}]]En Lekunberri (N) si se suponía que el dos conocidos los resultados, poder iniciar inmediatamente el tratamiento antirrábico.
En Allo (N) se mataba al perro sin pérdida de tiempo y se enviaba la cabeza a Madrid para analizarla. Si el resultado era negativo volvía la tranquilidad a la familia y al pueblo. Pero de lo contrario, a los cuarenta días de la mordedura comenzaban a aparecer los primeros síntomas de rabia en el afectado.
== Tratamiento ==
En tiempos pasados los únicos tratamientos eran de naturaleza mágica o creencial. Tal y como señala Goicoetxea “quizá las manifestaciones clínicas del enfermo que recuerdan a las antiguas descripciones de los endemoniados ha contribuido a ello”<ref>Ángel GOICOETXEA. ''Las enfermedades cutáneas en la medicina popular vasca''. Bilbao: 1982, p. 51.</ref>.
Se recurría a los santos que se consideraban abogados contra esta enfermedad. De esta invocación a los santos protectores contra la rabia se trata extensamente en el capítulo “Salud y religión popular”. Otro de los recursos era ponerse en manos de los ''saludadores'', personas a las que se atribuía una virtud especial para curar este mal. La información relativa a los mismos se recoge en el apartado siguiente.
En varias localidades se ha recopilado la historia de algún afectado que fue encerrado en una habitación para que muriese aislado, pero que dio en comer los ajos que en ella se encontraban colgados y así salvó la vida.
En Moreda (A) recuerdan que hace décadas a un vecino le mordió un perro que tenía la rabia. Se contagió y tuvieron que encerrarlo en el alto de la casa. Dicen que le daban de comer por debajo de la puerta para que no atacara a ningún miembro de la familia. Como en ese recinto de la casa se guardaba además del trigo, la cebada y los productos de la matanza, ristras de pimientos y de ajos, el encerrado comenzó a comer de estos últimos según estaban, crudos. Pasados unos días con-consiguió curarse y así abandonar su encierro. Aseguran los informantes que le curaron los ajos.
 siguió curarse y así abandonar su encierro. Aseguran los informantes que le curaron los ajos. En Hondarribia (G) se cuenta que en cierto caserío contrajo la rabia un hombre y como se volvió loco lo encerraron en la ''ganbara ''o desván. Al cabo de varios días dejó de hacer ruido y todos pensaron que había muerto. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando lo encontraron completamente sanado. Sólo echaron en falta una ristra de ajos que había allí colgada; gracias a su consumo se había curado.
En Zerain (G) se decía que un hombre atacado por la rabia fue encerrado por sus familiares en el desván de la casa, donde estaban colgadas las ristras de ajos de la cosecha para el consumo del año. El hombre en su desesperación las comió. Al tercer día los familiares dejaron de oír sus gritos y mirando a traves de la puerta le vieron sumido en un sopor del cual despertó curado.
En Aduna (G), según se recogió en la segunda década del siglo XX, introdujeron a un hombre rabioso en una habitación cerrada en la que había colgada una cordada de ajos. La comió entera y como consecuencia de ello se curó<ref>Recogido por Francisco ETXEBARRIA: LEF. (ADEL).</ref>.
Thalamas Labandibar también registró en Vasconia continental que contra la rabia era muy bueno comer ajos en abundancia. Le relataron el caso de un muchacho atacado de esta enfermedad a quien le encerraron, en un momento de furor rabioso, en la cocina de su casa; en su exasperación se comió un collar de ajos y quedó sanado<ref>Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in ''Anuario de Eusko-Folklore''. Tomo XI. Vitoria: 1931, p. 60.</ref>.
Un informante de Carranza (B) recuerda que a un hombre de los Hoyos, un barrio de Villaverde de Trucíos, municipio colindante con Carranza, le mordió un perro rabioso. Al cabo de un tiempo fue a beber agua y vio al perro reflejado en vez de su imagen. Al regresar a su casa dijo a sus familiares “me voy a volver de rabia”. Pidió entonces que lo encerrasen en la despensa o recocina. Y como estaban colgadas las sartas de ajos le dio por comerlas y al cabo de un tiempo se curó.
 
En Orozko (B) los informantes no guardan memoria de casos de contagio. Sólo una persona señala que su padre por ser tratante de ganado acostumbraba ir a otras provincias y supo de un alavés que había enfermado de rabia. Se trataba de un joven que tuvo que ser encerrado en una tejavana separada de la casa para evitar que atacara a los miembros de su familia. No le prestaron demasiados cuidados por creerlo desahuciado y la escasez de comida le llevó a comer unas ristras de ajos crudos que se guardaban allí. Creen que se curó gracias a ellos.
La relación entre esta enfermedad y el consumo de ajos como único remedio para combatirla es conocida en unas cuantas de las localidades encuestadas.
En Zerain (G) si se tenía la sospecha o la certeza de que el perro que había mordido estaba rabioso, para evitar la transmisión de la enfermedad se debían comer todos los ajos crudos de que se era capaz. Pero para que los ajos tuvieran verdadera eficacia, ''birtutea'', te nían tenían que ser sembrados el día de Nochebuena y recolectados la mañana del día de San Juan. En Liginaga (Z) para evitar que una persona rabiase, también se decía que debía comer ajos sembrados por Nochebuena y recogidos el día de San Juan, antes de que amaneciese.
En Liginaga (Z) para evitar que una persona rabiase, también se decía que debía comer ajos sembrados por Nochebuena y recogidos el día de San Juan, antes de que amaneciese. En Bedia (B) a los ajos sembrados en ''Gabon ''y recogidos el día de San Juan se les atribuía igualmente virtud contra la rabia. Se sabe de personas afectadas por la hidrofobia que se curaron merced a los mismos. A cierto hombre que tenían encerrado en un cuarto a causa de haber contraído la rabia le arrojaron dentro del aposento unos cuantos ajos de éstos y él se los tragó en la furia que le impelía a morder cuanto a su alcance caía y poco después se repuso<ref>Recogido por Tiburcio ISPITZUA: LEF. (ADEL).</ref>.
En Moreda (A) se recomienda igualmente comer ajos crudos. En Bidegoian (G) también decían que contra la rabia era bueno comer gran cantidad de ajos.
En Carranza (B) la relación de la rabia con los ajos se pone de manifiesto en un dicho muy extendido con el que se replica a las per-
 
 
 
 
 
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