Cambios

Saltar a: navegación, buscar

Trashumancia menor y transterminancia invernales

2 bytes eliminados, 06:54 10 jul 2019
sin resumen de edición
La bajada desde la sierra no llevaba más de un día, acompañaban al rebaño dos pastores y los desplazamientos por el valle se hacían tradicionalmente a pie. En caso de travesías más largas se invertía normalmente otra jornada más. El descenso no ha sido siempre obligado ni directo. Así, los pastores de Zuya que no vivían abajo sino en los caseríos de las faldas del monte podían permanecer con sus rebaños en los mismos, descendiendo sólo en casos de nevadas persistentes. La bajada directa desde la altura de la sierra se retrasaba en el tiempo lo más posible y mientras en otras elevaciones montañosas comenzaba la bajada al valle, la mayoría de los pastores trasladaban las ovejas de los pastos altos a otros más bajos. Por ello, era muchas veces complicada, ya que había que hacerla en mitad de la nevada, siguiendo los rebaños las huellas del caballo que llevaba los alimentos del pastor.
El monte Oiz y su entorno y las estribaciones del Aramotz presentan unas condiciones idóneas para el pastoreo itinerante a corta distancia, trashumante en unos casos y transterminante en otros, por la posibilidad de compaginar pastos de verano en altura, en la propia falda de los montes citados , con otros de valle en el Duranguesado o en la zona de Larrabe- tzuLarrabetzu, y de la costa, en la comarca del Guerniquesado, Lekeitio y Ondarroa principalmente, a escasos kilómetros de distancia. Cuando los pastos del Oiz y del Aramotz se agotaban, los rebaños descendían al valle y emprendían una itinerancia local, de carácter trashumante y transterminante.
La transterminancia tenía como destino las localidades del entorno, en una rotación por ellas cuya estancia duraba entre un mes y mes y medio por zona. Los desplazamientos apenas superaban los 20 km y se hacían a pie por las carreteras, aunque desde mediados de siglo comenzó a ser peligroso para el ganado y hubo que buscar otras rutas por el monte y caminos vecinales. Los rebaños eran más bien pequeños (alrededor de 300 cabezas como máximo) y se gobernaban entre los miembros de la propia familia, generalmente el padre y uno o dos hijos.
127 728
ediciones