Cambios

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Las tareas agrícolas requerían en tiempos pasados mucha mano de obra, pero no suponía un obstáculo ya que las familias eran más numerosas que hoy en día. Algunos de los trabajos exigían además más manos que las disponibles en la casa por lo que se hacía necesaria la colaboración vecinal que más adelante era devuelta del mismo modo. Esto contribuía al sostenimiento de la estructura vecinal, que poco a poco se ha ido resquebrajando, cobrando cada vez más importancia lo que podría definirse como un individualismo de cada casa. La reducción del número de trabajadores y este individualismo están ligados en cierta medida a la incorporación de maquinaria cada vez más potente.
Numerosas casas de los barrios rurales se han desvinculado de la actividad agraria. Los barrios han experimentado un progresivo proceso de “urbanización” y las casas se han reformado a menudo con criterios urbanos, hasta el punto de que se ha producido un curioso proceso de convergencia entre los habitantes rurales que aspiraban a tener una casa con las “comodidades” de una vivienda urbana, y los llegados de la ciudad que levantaban la suya tratando de que se asemejase a su ideal de lo que era una casa de campo; el resultado ha sido que ambos tipos de casas muestran una sospechosa semejanza<supref>1En un tomo anterior de este Atlas dedicado a casa y familia en Vasconia se tratan estos cambios.</supref>.
En tiempos pasados la estrategia productiva se basaba en la diversidad: de cultivos, de variedades de cada cultivo, de animales criados, etc. Hoy en día ha crecido notablemente la especialización, no solo en cuanto a los productos cultivados sino incluso en las técnicas y maquinarias empleadas. Esto supone un alejamiento progresivo de la naturaleza, donde prima la biodiversidad. La especialización y la reducción de la diversidad generan una especie de “monocultivo de las ideas”, dificultando la posibilidad de apreciar nuevos enfoques y formas de producción distintas.
Los cambios acontecidos en los cultivos a lo largo del siglo XX han acarreado modificaciones del paisaje a todos los niveles, llegando a producir incluso una pérdida cromática en la vertiente atlántica, donde el verde tradicional estaba salpicado por el dorado de los cereales en sazón, el azul del lino florecido, el amarillo de los nabos al final del invierno o los variados colores otoñales del arbolado autóctono, transformándose hoy en la monótona uniformidad de las plantaciones de pino insignis, con su verde oscuro, o el verde más deslavado de los eucaliptales que dominan el paisaje de amplias superficies de Bizkaia y Gipuzkoa, reflejo del fracaso de la actividad agrícola y ganadera.
 
<sup>1</sup> En un tomo anterior de este Atlas dedicado a casa y familia en Vasconia se tratan estos cambios.
La reducción del número de casas que cultivan la tierra en una determinada zona del territorio implica una serie de complicaciones que antes no se presentaban. Se dificulta el intercambio de semillas y lo que es peor, cuando una casa pierde las de una variedad tiene muy difícil recuperarla (en ese sentido en tiempos pasados el conjunto de casas que formaban un vecindario constituían un reservorio de simientes). En el caso de que tengan frutales sufren un mayor acoso por parte de los pájaros y a medida que se han abandonado las tierras agrícolas y las dedicadas a pastos, a menudo sustituidas por plantaciones forestales, se ha incrementado la fauna salvaje que también causa serios desperfectos en los cultivos y los frutales, como son los jabalíes y los corzos.
'''Fig. 8. Application of herbicides in lettuce. Argandoña (A), 2003.'''
“Además hay que tener en cuenta que el valor provisional de los derechos que ahora se le comunican, están afectados por la convergencia, es decir, se calcula un acercamiento progresivo de los valores unitarios iniciales hacia el valor medio regional en 5 etapas idénticas desde el 2015 hasta el 2019. En el caso que el valor de sus derechos estén por debajo del 90 % del valor medio de su región, estos tendrán un incremento progresivo para alcanzar en 2019 el incremento correspondiente al tercio de la diferencia entre su media y el 90 % de la media de la región. En cambio, en caso que sus derechos tengan un valor por encima de la media de la región, financiarán esta convergencia, mediante la reducción del valor de los derechos de pago que en 2019 tengan un valor superior al de la media, aunque con una reducción máxima del 30 % de su valor nominal. Si, tras calcular la convergencia al alza, sus derechos de pago quedaran en 2019 por debajo del 60 % de la media de la región, alcanzarán en 2019 ese 60 % de la media, a no ser que esto suponga pérdidas a los donantes superiores al 30 %, en cuyo caso tenderán al 60 % aunque sin alcanzarlo. Por último, si sus derechos tienen un valor entre el 90 % y la media de la región, no se ven afectados por este proceso de convergencia”<sup>2</sup>. <sup>2</supref> Párrafo extraído de una notificación llevada a cabo a los productores del la Comunidad Autónoma Vasca por la Dirección de Agricultura y Ganadería del Departamento de Desarrollo Económico y Competitividad del Gobierno Vasco en 2015.</ref>.
El peso económico que tiene la actividad agraria en el conjunto de la sociedad es cada vez menor. Esto se traduce a su vez en un progresivo alejamiento del mundo urbano respecto de la actividad productora de alimentos y de lo que eso supone. Para mucha gente ya se considera normal encontrar determinadas frutas y hortalizas en las tiendas de alimentación en los meses invernales, pues ni siquiera se cuestionan la estacionalidad de los cultivos.
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