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Idéntica costumbre se conoció en Aramaio (A), donde la torta, ''olata, ''también era recogida por el ama del cura, ''amakaza. ''Al elaborar estas tortas, se untaban con yema de huevo antes de meterlas al horno. Hay un recitado infantil que hace referencia a este tema:
:''Kukurruku Jaune,'':''Non da aittejaune?'':''Zeruetan Jaune.'':''Zetan zeruetan?'':''Artue karanketan'':''Artue zetako?'':''Oilluendako'':''Oillue zetako?'':''Arraultzie eitteko'':''Arraultzie zetako?'':''Olatie eitteko'':''Olatie zetako?'':''Abadiendako.'':''Zetako abadie?'':''Mezie emoteko.'':''Mezie zetako?'':''Aingerutxo bixen'':''artien ipini'':''ta zerure juateko.''
:Kukurruku señor :¿Dónde está el abuelo? :En el cielo, señor. :Y ¿qué hace en el cielo? :Desgrana maíz. :¿Para qué el maíz? :Para las gallinas. :¿Para qué la gallina? :Para poner huevos. :¿Para qué el huevo? :Para hacer oblada. :¿Para qué la oblada? :Para los curas. :¿Para qué el cura? :Para que diga Misa. :¿Para qué la Misa? :Para que flanqueado por :dos angelitos :suba al cielo.
En torno a 1970 se perdió esta costumbre. En el casco urbano aún más antiguamente, en la década de los cuarenta.
En Beasain (G) no se recuerda que se llevaran a la iglesia alimentos como ofrenda en las exequias, pero sí durante el primer año siguiente. La mujer del hogar, ''etxekoandre, ''depositaba un pan en el templo en la sepultura de la casa, ''jarleku, ''durante la misa mayor para que después quedara como ofrenda para el sacerdote.
Antiguamente, las familias de Zerain (G) aportaban durante el ofertorio de la misa mayor un pan denominado ''oblata, ''cuyo tamaño y peso oscilaba, de acuerdo con la categoría del fune ralfuneral, de una a cuatro libras. Lo entregaban durante el año de duelo todos los domingos y días festivos y semifestivos. Después de la guerra de 1936, ante las dificultades para obtener harina y la escasez de alimentos, se acordó sustituir la ofrenda de pan por una cantidad de dinero equivalente a su valor.
En Lekunberri (N) se llamaba pan ''de almas ''al pan que la familia del difunto llevaba a la iglesia durante el novenario y el año de luto. Un familiar, de ordinario la ''etxekoandre, ''depositaba el pan en una cesta al efecto y besaba la estola del cura. En la postguerra y ante la penuria de pan, llevaban durante todo el año el mismo bollo de pan duro para cumplir el rito, y luego pagaban al cura el equivalente en dinero del pan fresco que en circunstancias no tan penosas hubieran aportado más el precio establecido por el responso.
En Andraka-Lemoniz (B), durante el año de luto, el sacristán pasaba por las sepulturas, ''yarlekuak, ''de difuntos recientes al finalizar la misa dominical y recogía el fruto de la ofrenda, consistente en unos panecillos alargados, ''ogi zalatu. ''Este uso desapareció en la década de los años cincuenta.
En Eugui (N) se rezaban los responsos todos Fig. 41. Cestilla para portar el pan funerario o «aurrogie». Zeanuri (B).los domingos después de la misa y a ellos asistían las mujeres. Delante del cura se colocaba un cestillo, donde depositaban durante el responso los trozos de pan que habían traído de sus casas. El pan de difuntos se denominaba ''ola-da. ''Además del pan, se ofrecían céntimos en el bonete del sacerdote.
Una informante de Durango (B) señala que bastantes años antes de la última guerra civil, a los nueve días de haber muerto un familiar, vecino o amigo se acudía a la iglesia con un pan de libra que «se echaba a la manta». Más tarde, esta ofrenda fue sustituida por 20 céntimos. El pan que se entregaba en el templo se repartía entre los ''sacristanes txikitos ''(monaguillos que ayudaban al sacristán). La ''manta ''era el término con el que se designaba en Durango a la sepultura familiar
''== En la festividad de Todos los Santos y en el Día de Difuntos''==
En Olaeta (Aramaio-A) acudían a la iglesia el día de Todos los Santos con unos panecillos caseros de forma triangular, ''olata, ''hechos de vís pera víspera o varios días antes. Dichos panecillos se tenían en la sepultura hasta el ofertorio de la misa mayor, momento en que los recogían en dos bolsas. Finalizada la función religiosa, el sacristán y el primer mayordomo los trasladaban a la sacristía. (En Arnorebieta-B el sacerdote rezaba un responso en cada sepultura, antes de retirar los panecillos). En este recinto se procedía al reparto, reservándose unos cuantos para el párroco y quedando los restantes a disposición de los monaguillos y de los niños y niñas. El día de Difuntos o de Animas también se llevaban panecillos a la iglesia, con la diferencia de que en esta fecha los parientes se intercambiaban mutuamente en las sepulturas ofrendas de pan, cera ''y ''monedas para responsos. Los panecillos se recogían en el ofertorio. Al terminar la ceremonia religiosa se reservaban unos cuantos para el señor cura y los monaguillos, y el mayordomo de las ánimas (siempre un soltero) transportaba los restantes a la taberna del pueblo, ubicada en la casa consistorial; allí se preparaba una comida que se tomaba con dichos panecillos y vino suministrado por el alcalde de barrio.Los hombres pasaban así la tarde y al toque de Angelus se retiraban a sus hogares tras rezar un responso a la ánimas del purgatorio<supref>7ZAMALLOA, Félix. «Fiestas populares en Olaeta: Todos los Santos y día de difuntos o ánimas» in ''Anuario de Eusko Folklore, ''II. San Sebastián, 1922, pp. 97-98.</supref>.
Por Todos los Santos, las familias de Bernedo (A) ofrendaban tres tortas cada una y al día siguiente ofrendaban dos.
En Lagrán (A), por Todos los Santos, las mujeres iban a la misa mayor con unas pequeñas tortas llamadas ''hortejos ''que ofrecían al ofertorio. Tras el acto religioso se repartían algunas piezas entre los chicos asistentes. Al día siguiente se hacía otro tanto.
Antiguamente en Carranza (B), el dos de noviembre concurría todo el vecindario, acompañado de los niños y las niñas, a la misa de la mañana que se celebraba por los difuntos, llevando las roscas, tortas o panes amasados al objeto. Concluida la ceremonia, en el pórtico de la iglesia o en la casa del cura, se repartía entre los pequeños el pan recogido, tras rezar por los pobres del pueblo<supref>8VICARIO de la PENA, ''N. El Noble y Leal Valle de Carranza. ''Bilbao, 1975, p.306.</supref> .
En Legazpia (G), los miembros de la casa en que hubiese fallecido algún familiar durante el año, acudían el día de las Animas a la iglesia con panes y una vela. Es lo que explica que se hicieran tantas hornadas en la víspera de Todos los Santos.
En Sangüesa (N), en las misas del 1 y 2 de noviembre, los familiares de los difuntos fallecidos durante el año encendían los ''añales, ''en los que colocaban pan. Después de la misa recogían los panes y también las talegas de trigo, cargadas con mayor o menor cantidad de grano, según la posición económica de la familia del difunto.
 
<sup>7</sup> ZAMALLOA, Félix. «Fiestas populares en Olaeta: Todos los Santos y día de difuntos o ánimas» in ''Anuario de Eusko Folklore, ''II. San Sebastián, 1922, pp. 97-98.
 
8 VICARIO de la PENA, ''N. El Noble y Leal Valle de Carranza. ''Bilbao, 1975, p.306.
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