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Drogas

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Cuando se autorizó a Navarra el cultivo del tabaco en 1933 por parte del Estado, la Diputación Foral comenzó a subvencionar con 250 pesetas por hectárea a cuantos agricultores se decidieron a establecer en sus fincas este cultivo. Desde el año 1939, vista la dificultad del agricultor para obtener la planta, se suprimieron las indemnizaciones y se establecieron semilleros por toda la provincia en los que el agricultor pudiera adquirir la planta ya producida. En 1944 se facilitaron 800 000 plantas a cerca de 900 agricultores que producían unos 75 000 kg de tabaco seco, que se entregaba en el Centro de Fermentación de la zona, para cuya instalación en un solar de 2000 m<sup>2</sup> junto a la Estación del Norte de ferrocarril la Diputación ofreció una fuerte subvención económica. Dicho Centro funcionó hasta la década de 1970 en que necesidades urbanísticas lo hicieron desaparecer. La mejor clase de tabaco se obtenía en la zona atlántica, del tipo ''habana, ''pero también estaba extendido por la parte oeste en poblaciones del alto Ega<ref>PURROY; MENDIZABAL, ''La agricultura navarra en la primera mitad del siglo XX, ''op. cit., pp. 125-126.</ref>.
[[File:FIGURA8.91 Tabacal del Bidasoa (N) 1940.jpg|frame|Tabacal del Bidasoa (N), 1940. Fuente: ''Vida Vasca''. Núm. 17. Vitoria: 1940, p. 153 (foto Galle).png|RTENOTITLE_FIGURAclass=nofilter]]
Antaño, en una de ellas, Genevilla, cada familia lo sembraba en la huerta por san José (19 de marzo) para después pasarlo a las fincas en forma de planta. Todo el tabaco que se producía se debía vender al Gobierno, pero cada vecino se guardaba una parte o aprovechaba los retoños que salían después de cortar la planta, que eran de bastante peor calidad, para venderlos en régimen de estraperlo en los tiempos del racionamiento durante la posguerra, pues de este modo obtenían más beneficios que con la venta del bueno al Gobierno. El transporte ilegal del tabaco se hacía por el monte con ganados a altas horas de la noche para evitar arbitrios y controles de la guardia civil. Hombres y mujeres ocultaban los manojos de hojas húmedas forrándose con ellos el cuerpo o se disimulaban como fondo de sacos de alubias.
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