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El Viatico. Gure Jauna

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En los pueblos de población concentrada era «todo el pueblo» el que participaba en esta comitiva. Así se constata en las localidades navarras encuestadas: Aoiz, Artajona, Izal, Izurdiaga, Lezaun, Mélida, Monreal, Murchante, Obanos, Sangüesa, San Martín de Unx y Viana. Otro tanto se señala en las alavesas de Artziniega, La grán, Laguardia, Moreda, Ribera Alta, San Román de San Millán y Salvatierra.
Estas poblaciones ofrecen un modelo de procesión con el Viático que sigue estas pautas: el pueblo es convocado en la iglesia mediante el toque de campanas. De aquí parte la procesión del Viático; los participantes portan cirios en sus manos; en casos, intervienen las cofradías locales con sus pendones; una vez en casa del enfermo la comitiva permanece fuera mientras acceden a la habitación del enfermo el sacerdote,los familiares y las personas más allegadas; después de viaticar al enfermo la procesión retorna a la iglesia.
Un modelo distinto se observa en las localidades y aldeas de población dispersa. En éstas toma especial relevancia el rito de recibimiento que se hace al Viático en la casa del enfermo. El cabeza de familia, hombre o mujer, con velas encendidas en sus manos, sale a la puerta de la casa al encuentro del sacerdote que viene con el Santísimo, ''Dure fauna, ''arrodillándose ante él; luego le conduce a la habitación del enfermo. Este rito de acogida se constata en las encuestas de Aramaio (A), Amorebieta-Etxano, Busturia, Orozko, Zeanuri (B), Beasain, Elosua, Zerain (G), Allo, Sumbilla (N), Heleta, Izpura, Oragarre (BN), Hazparne y Sara (L).
Por lo demás no es necesario hacer notar que las descripciones locales que aquí se ofrecen son fragmentarias en la mayoría de los casos. Solamente en. Garde (N), Urnieta, Oiartzun (G) y Artziniega (A) se menciona que el enfermo, antes de recibir el Viático, pedía perdón a todos aquéllos a quienes pudiera haber ofendido y que los presentes en el acto le daban también su perdón. Este acto estaba prescrito por el ritual toledano y era común en toda el área peninsular. Otro tanto ocurre con la incorporación de los niños a la comitiva que es anotada en Orozko (B), Eugi, San Martín de Unx (N) y Apodaca (A). Esta práctica fue corriente en las localidades de poca población.
''== El Viático en Vasconia continental''==
En Sara (L) era el primer vecino, ''leenatea, ''quien acompañaba al Viático, ''Sakramendua, ''yendo detrás del sacerdote. Cuando éste se acercaba a la casa del enfermo, el cabeza de familia, hombre o mujer, provisto de dos velas encendidas, salía a su encuentro e iba delante de él hasta la habitación del enfermo. Allí colocaba ambas velas sobre la mesa o altar, ''aldarea, ''preparado al efecto. Tras la confesión del enfermo y las preces del ritual el cura le administraba el Viático y si se hallaba extremadamente grave, también la Extremaunción, ''Anonzioa. ''Durante estos actos se hallaban presentes la mujer del primer vecino y algunos familiares y parientes<supref>9José Miguel de BARANDIARAN. «Bosquejo etnográfico de Sara (VI)» in AEF, XXIII (1969-1970) pp. 114-115.</supref>.
En Azkaine (L) hasta los años sesenta el sacerdote se desplazaba a pie bajo un pequeño palio o umbela sostenido por un monaguillo; otro más le precedía haciendo sonar la campanilla que invitaba a las personas que se encontraran a su paso a hacer una reverencia. Según algunos informantes una persona de la casa, ''etxeko bat, ''acompañaba al Viático situándose detrás del sacerdote que a su vez seguía al acólito, ''apezaren gibeletik eta berettarra aintzinean.''
En Gamarte (BN) acompañaba al sacerdote el acólito con una lámpara encendida y tocando la campanilla. Las personas que se cruzaban con ellos se detenían respetuosamente; pero por lo general la gente evitaba encontrarse con el Viático.
En Izpura (BN) eran las mujeres de la casa las que recibían al sacerdote que venía con el Viático acompañado del acólito; los hombres de la casa no solían estar presentes generalmente. Enlos años cuarenta los sacerdotes comenzaron a motorizarse y se dejó de llevar el Viático a pie utilizando para ello la motocicleta. Hoy en día acuden en coche.
<sup>9</sup> José Miguel de BARANDIARAN. «Bosquejo etnográfico de Sara (VI)» in AEF, XXIII (1969-1970) pp. 114-115, [[ImageFile:Irudia3FIGURA.png|topRTENOTITLE_FIGURA]] Fig. 21. Viático en Iparralde. Apunte de Kauffmann. 1905.los años cuarenta los sacerdotes comenzaron a motorizarse y se dejó de llevar el Viático a pie utilizando para ello la motocicleta. Hoy en día acuden en coche.
En Barkoxe (Z) el monaguillo que acompañaba al sacerdote hacía sonar la campanilla a su paso por las casas, con lo que invitaba a sus moradores a una oración. Con el mismo fin se hacía sonar durante el recorrido la gran campana de la iglesia. A las aldeas más apartadas el sacerdote acudía a caballo revestido de sobrepelliz y precedido por el vecino que montaba también a caballo.
En Ezpeize-Undüreiñe (Z) señalan que al sacerdote y al monaguillo que llevaban el Viático no se les debía hablar y ni siquiera mirarles fijamente a su paso.
En Urdiñarbe (Z) precedían al sacerdote dos monaguillos que portaban la cruz parroquial y un recipiente con agua bendita. Asistían al acto los de casa y los vecinos. Si la administración delViático tenía lugar durante la noche los hombres acompañaban a sus mujeres a la casa del enfermo pero ellos se quedaban apartados de la ceremonia, junto a los monaguillos. Solamente las mujeres se reunían con el sacerdote en la habitación del enfermo.
== El Viático tenía lugar durante la noche los hombres acompañaban a sus mujeres a la casa del enfermo pero ellos se quedaban apartados de la ceremonia, junto a los monaguillos. Solamente las mujeres se reunían con el sacerdote en la habitación del enfermo.Navarra ==
''El En Allo el sacerdote salía de la iglesia acompañado de dos monaguillos, uno portando la campanilla y el otro el farol. A su paso se incorporaban a la comitiva numerosas personas que formaban una procesión hasta la casa del moribundo. A la puerta les esperaba con un cirio en la mano un familiar que conducía al sacerdote -los monaguillos permanecían en la entrada-hasta el lecho del enfermo quien recibía primeramente el Viático y luego la Unción. Solamente los familiares más allegados permanecían en Navarra''la habitación durante la administración de los últimos sacramentos.
En Allo el sacerdote salía de la iglesia acompañado de dos monaguillos, uno portando la campanilla y el otro el farol. A su paso se incorporaban a la comitiva numerosas personas que formaban una procesión hasta la casa del moribundo. A la puerta les esperaba con un cirio en la mano un familiar que conducía al sacerdote -los monaguillos permanecían en la entrada-hasta el lecho del enfermo quien recibía primeramente el Viático y luego la Unción. Solamente los familiares más allegados permanecían en la habitación durante la administración de los últimos sacramentos.En un trabajo publicado en la década de los años setenta se describió de esta manera la administración del Viático en la localidad citada: Si el tiempo lo permitía por la urgencia, se hacía una señal especial de campanas para congregar al pueblo; ésta consistía en unos tañidos lentos de tres en tres golpes. Los fieles acudían a la iglesia llevando velas. Del domicilio del enfermo salían al encuentro del Santísimo dos familiares con hachas encendidas. Al llegar a la casa, los fieles acompañantes se estacionaban en la calle y en las escaleras de la vivienda, rezando las letanías de la Virgen mientras el sacerdote administraba el sacramento. De vuelta a la iglesia, se leían los años y cuarentenas de indulgencias ganadas por los acompañantes según lo hubieran hecho con o sin candelas encendidas<supref>10Ricardo Ros. «Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo» in CEEN, VIII (1976) pp. 480-481.</supref>.
En Aoiz, antes de que el sacerdote acompañado de dos monaguillos saliera de la iglesia, el sacristán tocaba la campana de Viático. Los vecinos del pueblo se unían a la comitiva. A la casa del enfermo únicamente entraban los familiares y los vecinos más cercanos.
En Aria, hasta los años setenta, el cura acudía a la casa del moribundo acompañado por dos monaguillos que portaban un pequeño farol y campanillas que hacían sonar durante todo el camino. Les seguían los representantes de las casas del pueblo. En Burguete y Espinal, localidades próximas a Aria, los vecinos acudían con velas; si eran suyas (no prestadas), sus portadores ganaban una indulgencia; al decir de la gente, ésta consistía en una pequeña rebaja de días de sufrimiento en el purgatorio. Actualmente los del pueblo no acompañan al Viático y en el rito de los sacramentos que se dan al enfermo únicamente está presente la familia.
En Artajona nueve toques de campana anunciaban la salida del Viático de la iglesia. El sacerdote iba acompañado por el sacristán con la cruz y uno o dos monaguillos, portando el farol y la campanilla. Bastantes personas se sumaban al cortejo con una vela encendida en la mano. Era costumbre que, a su paso por las calles, se encendieran velas en las ventanas de las casas. Mientras permanecía el sacerdote en la casa del enfermo, en la calle uno de los presentes dirigía el rezo de una «Estación», que consistía en seis padrenuestros y seis avemarías terminando con la «comunión espiritual». En el momento de re- 1° Ricardo Ros. «Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo» in CEEN, VIII (1976) pp. 480-481. cibir recibir el enfermo el Viático y la Extremaunción solamente estaban presentes los familiares más directos.
En Eugi el sacerdote iba acompañado por dos monaguillos que llevaban los santos óleos, el hisopo, un farol con vela encendida y la campanilla. Al oír el toque de campanas que anunciaba el Viático los vecinos y los niños de la escuela se sumaban a la comitiva. Llegados a la casa del enfermo, subían a la habitación del enfermo el cura y los monaguillos; los demás acompañantes se quedaban en la puerta. A la administración de los últimos sacramentos solamente asistían los familiares y los vecinos más íntimos que permanecían arrodillados durante todo el rito.
En Izal, al toque de campanas, acudía todo el pueblo a la iglesia y desde allí, cada uno con su vela encendida, acompañaba al Viático hasta la casa del enfermo. Era costumbre que los cofrades acudiesen a este acto con velas de la propia cofradía. Con esta participación en el rito se ganaban indulgencias.
En Sumbilla, a la entrada del Viático en la casa, el dueño de ella o quien hiciera sus veces le aguardaba con velas en ambas manos. Subía las escaleras de espaldas, mirando al Santísimo<supref>llAPD. Cuad. 2, ficha 198-5.</supref>.
1 i APD. Cuad. 2, ficha 198-5[[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
[[Image:Irudia4.png|top]] Fig. 22. Acogida del Viático en la casa. Oleo de Javier Ciga. Montaña de Navarra, 1917.En Lekunberri acompañaban al Viático el sacristán o el monaguillo, y los vecinos del pueblo que quisieran. A la administración de los últimos sacramentos asistían solamente los de casa.
En Lezaun, cuando se solicitaba el Viático con urgencia, únicamente acudían el cura, el sacristán y dos monaguillos que portaban un farol con dos velas y la campanilla. Cuando se pedía con tiempo, el Viático se llevaba desde la iglesia en procesión.
En Mélida, hasta los años sesenta, cuando el sacerdote recibía el aviso de la familia ordenaba al sacristán que hiciera sonar las campanas «a Viático». Al tercer toque la gente acudía con velas a la iglesia. Esperaban la salida del sacerdote e iban en procesión silenciosa con las velas encendidas hasta la casa del moribundo. Un monaguillo portaba una linterna o farol para alumbrar al Santísimo y otro una campanilla que hacía sonar regularmente. Al llegar a la ca sacasa, la gente esperaba abajo en silencio y subía el sacerdote con los monaguillos. Les estaban esperando los familiares más cercanos, esposo/a, hijos, padres. Asistían al acto los familiares y los amigos más allegados que así lo desearan, colocándose alrededor de la cama. Después de administrar los sacramentos, cuando bajaba el sacerdote, de nuevo se volvía a la iglesia en procesión.
En Monreal, hasta los años setenta, cuando se solicitaba el Viático para un enfermo, se procedía a un toque de campanas muy lento y suave que duraba de cinco a diez minutos. Este toque «a Viático» convocaba al pueblo en la iglesia. De aquí partía la procesión encabezada por el sacristán, que iba tocando una campanilla; detrás iba el cura, flanqueado por dos monaguillos que portaban el libro del ritual y el acetre con el hisopo; a continuación iban dos hombres generalmente con hachas encendidas, amigos dela de la familia y a veces elegidos por el enfermo. Luego venía el resto de la gente en dos hileras paralelas llevando velas encendidas. Cuando la procesión llegaba a la casa el sacerdote, los monaguillos, el sacristán y los dos hombres con las hachas encendidas entraban en ella. Las demás personas se quedaban en la calle. Al acto de la administración del Viático asistían también los familiares. Si la habitación era pequeña, algunos permanecían en el pasillo o en las escaleras. Concluido el acto, era costumbre volver en procesión hasta la iglesia donde se rezaban oraciones por el enfermo.
En Murchante, cuando las campanas de la iglesia tocaban «a Viático», se unían a la comitiva del sacerdote y monaguillos todos los que quisiesen. Según los informantes, aquéllos que acudían con velas «ganaban las indulgencias dobladas» (200 días de indulgencia en vez de 100). En la localidad se recuerdan aún unos versos alusivos a este rito que se recitaban hasta hace unas décadas:
''«Sale el Señor de su casa vestido de carne humana a visitar los enfermos que están malos en la cama. Que les dé Dios lo que convenga;''
 
''les dé la salud o la salvación del alma».''
En Obanos, si la administración de los últimos sacramentos iba a tener lugar de día se tocaba «a agonía» y aquéllos que podían acudían al porche de la iglesia. Al Viático, llevado por el sacerdote, precedía el sacristán con la cruz ''y ''un monaguillo con la campanilla. Junto a él iba el familiar o vecino varón que había avisado al sacerdote, llevando el farol del Viático que se guardaba en la iglesia. El pueblo que acompañaba iba detrás.
Cuando se trataba de un enfermo crónico, se anunciaba el Viático antes del toque del rosario de la tarde mediante cinco campanadas especiales. Al empezar el rosario, el sacerdote comunicaba el nombre y la casa del enfermo. Finalizado el rezo todos los que habían asistido al rosario y los parientes del enfermo iban en la procesión. Llegados a la casa subían a ella solamente el sacerdote, los parientes, el sacristán y el monaguillo. El resto del pueblo se quedaba [[Image:Irudia5.png|top]] Fig. 23. Altar de Viático en la habitación del enfermo. Zerain (G). en la entrada de la casa y en la calle rezando las letanías que dirigía alguna mujer. Recuerdan los informantes que, al llegar a la invocación ''«Salus infirmorum» ''(Salud de los enfermos), la repetían tres veces. Las letanías finalizaban con el rezo de un avemaría o una salve por el enfermo
Actualmente se prepara al enfermo con tiempo y se le da la Unción cuando está consciente, como un sacramento más; asisten al acto los familiares más próximos. El enfermo participa en el rito. Al sacerdote, que suele acudir en coche, no le acompaña nadie.
En Sangüesa el «toque de Viático» consistía en cinco campanadas sueltas con la campana grande, repitiendo el toque varias veces. Asistían, además de los parientes, un número considerable de personas aunque fuese de noche o hubiera que madrugar. El sacristán salía de la iglesia con el farol, el sacerdote con el Santísimo y varios hombres con hachas encendidas que eran alquiladas en las cererías. De vez en cuando se tocaba una campanica. Los hombres iban en filas, las mujeres «en montón» tras el sacerdote. Mientras el enfermo comulgaba en presencia de los familiares más cercanos los asistentes guardaban en la calle un respetuoso silencio. Al regresar a la iglesia se rezaba un padrenuestro, avemaría y gloria por la salud espiritual y corporal del enfermo, añadiendo a esto último «si le conviene». Todos los presentes recibían la bendición con el Santísimo. Al final se leían las indulgencias que habían ganado los asistentes según hubieran llevado hacha,[[ImageFile:Irudia6FIGURA.png|topRTENOTITLE_FIGURA]]
FigEn Sangüesa el «toque de Viático» consistía en cinco campanadas sueltas con la campana grande, repitiendo el toque varias veces. Asistían, además de los parientes, un número considerable de personas aunque fuese de noche o hubiera que madrugar. El sacristán salía de la iglesia con el farol, el sacerdote con el Santísimo y varios hombres con hachas encendidas que eran alquiladas en las cererías. 24De vez en cuando se tocaba una campanica. Altar Los hombres iban en filas, las mujeres «en montón» tras el sacerdote. Mientras el enfermo comulgaba en presencia de los familiares más cercanos los asistentes guardaban en la habitación calle un respetuoso silencio. Al regresar a la iglesia se rezaba un padrenuestro, avemaría y gloria por la salud espiritual y corporal del enfermo, añadiendo a esto último «si le conviene». Bidegoian (G)Todos los presentes recibían la bendición con el SantísimoAl final se leían las indulgencias que habían ganado los asistentes según hubieran llevado hacha, vela, etc. El último Viático celebrado solemnemente en esta villa tuvo lugar en el año 1965.
En San Martín de Unx, hasta los años setenta, todo el pueblo, incluidos los niños, acompañaba al Viático por las calles y muchos de los asistentes llevaban hachas o velitas encendidas. El cortejo llegaba hasta la puerta de la casa, pero los hijos del enfermo eran quienes, «si tenían valor», acompañaban al sacerdote hasta el lecho donde yacía aquél.
En Viana, antes de 1950, el Viático era público y eran muchos los vecinos que acudían a él. Era anunciado a toque de campana para que asistieran los hombres que trabajaban en el campo. El Santísimo salía de la iglesia custodiado por dos faroles llevados por sendos vecinos, a veces parientes del enfermo; el sacristán entregaba a los asistentes 15 ó 20 velas, un monaguillo tocaba la campanilla de trecho en trecho. Los hombres formaban dos filas y las mujeres iban detrás del sacerdote; el respeto era grande. Al llegar a la casa, los asistentes se arrodillaban en la misma calle. Mientras duraba la Comunión, el sacristán o algún particular rezaba en la calle oraciones por el enfermo, que eran contestadas por el público que guardaba silencio. Al regresar a la iglesia se rezaba de nuevo por el enfermo. Los asistentes recibían la bendición con el Santísimo y finalmente el cura leía las indulgencias que habían ganado cada uno de los presentes: 200 días ó 100 según hubieran llevado velas o no. Los miembros de algunas cofradías estaban obligados a asistir al Viático de los enfermos cuando éstos eran cofrades.
''[[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]] == El Viático en Gipuzkoa''==
En Zerain el sacerdote revestido con roquete y esclavina dorada, llevaba la Comunión en una cajita redonda de oro colgada del cuello; le acompañaba el mayordomo o el monaguillo que portaba un farol de cuatro velas en la mano izquierda y la campanilla, ''txintxarria, ''en la derecha; iba tocando ésta por el camino para que las gentes que estuvieran en los campos y huertas se arrodillaran y rezaran hasta que el sacerdote se alejara.
Los familiares de casa esperaban al sacerdote en el portal con las velas encendidas. A su llegada, marido y mujer le abrían paso hasta la habitación; detrás iban el monaguillo y los vecinos. Entraban en el dormitorio dejando libre un espacio alrededor de la cama para el sacerdote. Otros se quedaban ante la puerta de la habitación. Mientras el sacerdote se preparaba para dar el Viático, se rezaba una Estación a Jesús Sacramentado. Después de la Comunión, se le ofrecía un poco de agua al enfermo. A continuación se le administraba la Extremaunción; la primera vecina ayudaba al sacerdote en este menester. Concluido el rito, los vecinos salían de la habitación, decían unas palabras de consuelo a los familiares y partían hacia sus casas.
Al sacerdote, monaguillo y mayordomo se les obsequiaba en la cocina con un refrigerio. Fue también costumbre ofrecer al sacerdote al día siguiente, a modo de pago, una gallina'<supref>2Esta costumbre data al menos del siglo XVIII. Está constatada en el ''Libro de Aniversarios y Memorias de esta Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. Asumpcion. ''Zerain, 1746, folio 447.</supref>.
<sup>12</sup> Esta costumbre data al menos del siglo XVIII. Está constatada en el En la actualidad, durante la administración de los últimos sacramentos, están presentes los miembros de casa ''Libro de Aniversarios y Memorias de esta Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. Asumpcion. ''Zerain, 1746, folio 447.[[Image:Irudia7.png|top]] Fig. 25. Farol y campanilla algunos familiares; a veces alguno de Viáticola casa más próxima u otros vecinos. Museo Diocesano de Bilbao (B)Esta participación vecinal es cada vez más escasa[[Image:Irudia8.png|top]] Fig. 26. Píxides. Museo Diocesano de Bilbao (B)Al sacerdote no le acompaña el monaguillo.
En la actualidad, durante la administración de los últimos sacramentos, están presentes los miembros de casa ''y ''algunos familiares; a veces alguno de la casa más próxima u otros vecinos[[File:FIGURA. Esta participación vecinal es cada vez más escasa. Al sacerdote no le acompaña el monaguillopng|RTENOTITLE_FIGURA]][[File:FIGURA.png|RTENOTITLE_FIGURA]]
En Urnieta el sacerdote iba acompañado de un monaguillo o del sacristán. Algunos vecinos, al oír la campanilla, ''txintxarria, ''que anunciaba el paso del Viático, se incorporaban a la comitiva portando en la mano una vela encendida. Una vez en el caserío, hasta que terminara la confesión del enfermo, los asistentes permanecían fuera de la habitación en la que estaba el agonizante. Antes del Viático, el sacerdote se dirigía al enfermo con esta admonición: «Aquí están presentes tus familiares y vecinos; todos deseamos que te recuperes o que, por lo menos, tengas una buena muerte; y te pedimos perdón por el mal que alguna vez te hemos podido hacer». El enfermo respondía perdonándolos y pidiendo a su vez perdón a los allí congregados. A continuación recibía la Comunión y luego la Extremaunción.
En Beasain al sacerdote que llevaba el Viático le acompañaba el sacristán. En la casa del enfermo aguardaban los familiares más allegados y vecinos de confianza del enfermo: antiguamente todos ellos portaban velas encendidas en la mano. Si el enfermo no estaba confesado, el sacerdote permanecía con él privadamente en la habitación y le hacía una confesión general. Seguidamente abría la puerta y entraban en la estancia los que asistían. Entonces el sacerdote administraba al enfermo la Comunión y la Extremaunción.
En Berastegi acompañaba al Viático el monaguillo y algún miembro significado de la familia. En ocasiones se incorporaba algún vecino.Al rito de la administración de los sacramentos asistían los miembros de la familia presentes y la ''etxekoandrea ''vecina.  
En Bidegoian, hacia los años cincuenta, acompañaba al sacerdote el sacristán; más tarde un monaguillo. Los vecinos que habían sido avisados anteriormente aguardaban el paso del sacerdote y se unían a él acompañándole hasta la casa del moribundo. Algunos informantes recuerdan que después de la confesión, el sacerdote decía al enfermo si tenía algo de qué arrepentirse y si pedía perdón a las personas, familiares y vecinos, allí presentes.
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