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En Abezia (A) han consignado que las mujeres nunca han dejado de lado las tareas agrícolas y ganaderas. Al contrario, realizaban casi las mismas labores que los hombres, excepto algunas como arar o ir a cortar la leña, que incluso en algunos casos las hacían. La mujer tiene una intervención fundamental en la cosecha del cereal. Determinados trabajos son considerados ''propios ''de la mujer, como la escarda o el cuidado de la huerta. El ama de casa tenía que compaginar las tareas del campo con las propias del hogar y del cuidado de los hijos, cuestiones de las que no se ocupaba el hombre. Muchas madres llevaban a los niños de leche o recién nacidos al campo y los dejaban descansar en un cubo, en una canastilla o en una choza de haces mientras trabajaban. Los datos recogidos en Berganzo (A) son similares. En Bedarona (B) indican que hombres y mujeres se ayudaban en todas las labores agrícolas.
En Treviño y La Puebla de Arganzón (A) las mujeres, como un miembro más, realizaban las mismas operaciones que los hombres, incluso la de arar, como señalan los informantes de Aguillo. Si había mujeres que tuvieran niños en edad de amamantar, los llevaban con ellas a la pieza y los colocaban en la media fanega, a modo de cuna, protegidos del sol y del viento. En Agurain (A) señalan también que normalmente la mujer realizaba los mismos trabajos que el hombre. Incluso la madre y ama de casa iba al campo cuando la época y los trabajos lo precisaban.
En Cárcar (N) las mujeres trabajaban mucho en el campo. Para la recolección, toda la mano de obra era poca. El trabajo de ''acollara''<ref>''Acollar: ''Arrimar la tierra a las plantas.</ref> lo solían realizar las mujeres. Antes de ir al campo preparaban la taleguilla —bolsa de tela— con todo lo necesario para "echar el bocao". Siempre llevaban sal y unas guindillas. El pan envuelto en un trapo para que se conservara más blando. Muchas de las talegas tenían bordadas las iniciales. Los pocos trabajos de los que quedaban excluidas eran los relacionados con la conducción de maquinaria —una vez mecanizado el campo— y nunca se las veía tampoco en labores relacionadas con el agua y el riego. Las mujeres eran quienes se ocupaban de poner delante de las casas los productos para la venta. Eran ellas las que hacían los tratos en este comercio a minúscula escala y, también las que bajaban a la fábrica. La fábrica era un mundo de mujeres mandado por hombres. En las familias que tenían más posibles, las mujeres no iban al campo y los hijos, tan solo, cuando habían acabado los estudios.
En Apodaka (A) se ha recogido que las mujeres se encargaban del ordeño de los animales, de la preparación del pienso a los cerdos, de la alimentación de las gallinas y los conejos y de sacar las cantimploras de la leche al lechero. Llevaban los productos de la casa al mercado donde los vendían. En el campo, cuando los hombres segaban con guadaña, las mujeres recogían las gavillas o la hierba. Después de realizar las labores domésticas, ayudaban en la escarda, recolección y trilla. Indican también que si en la casa había más mujeres que hombres, tenían que hacer las mismas labores que ellos.
En Moreda (A) las funciones de la madre en las tareas del campo se circunscriben a las épocas de recolección: vendimia y recogida de la oliva. Este apoyo de la mujer al agricultor también se da en otras épocas del año como en la escarda, despunte, desniete, sarmentera, quema de sarmientos y oliveñas. Además, la mujer se ocupa prácticamente de todas las tareas domésticas, de la educación de los niños y de la atención a las personas mayores.
En Valderejo (A) si bien la mayor parte de las labores eran llevadas a cabo por los hombres, las mujeres también tenían un papel destacado en las tareas agrícolas. Participaban junto a los hombres en la siega, el escardado, el acarreo y en la siembra y recolección de las patatas. Además, realizaban las labores domésticas.
En Obanos (N) en determinadas épocas trabajaban en el campo también muchas mujeres: en la escarda, en el deshijuelo de la vid, en la vendimia y, durante todo el año, en el propio huerto.
En Telleriarte (G) las mujeres ayudaban a los hombres en algunas labores del campo como la siembra, la recolección, ''uzta-biltzea'', la escarda, ''jorraketa'', los trabajos con la hierba seca, ''belar-igarketa,'' y similares.
En Ajangiz, Ajuria, Gautegiz Arteaga y Nabarniz (B) las mujeres colaboraban con los hombres en algunas labores agrícolas, por ejemplo, en la escarda del maíz, ''artajorra''; pero sobre todo atendían el huerto. Otra tarea fundamental era llevar la vendeja al mercado.
Ha sido común a todas las localidades encuestadas que la mujer se ocupara específicamente de la huerta de la casa, frecuentemente dedicada al cultivo de verduras y hortalizas<ref>Véase: "Baratza, huerta o huerto" in ETNIKER EUSKALERRIA, ''Casa y familia en Vasconia, op. ''cit., pp. 178-181.</ref>.
En Argandoña (A) los datos recogidos apuntan en otro sentido. Señalan los informantes que la mujer ordinariamente no acude al campo más que en contadas ocasiones. No obstante, es pieza clave en la marcha de las explotaciones agrarias por la labor que realiza en el mantenimiento de la casa, proporcionando la comida y la indumentaria, ayudando además en labores puntuales como preparar productos y materiales, descargar los remolques o incluso coordinar labores desde la casa.
En Ribera Alta (A) señalan que a medida que la agricultura se ha ido mecanizando, las mujeres se han ido quedando en casa. Las mujeres de menos de 50 años no han trabajado nunca en el campo. Las que tienen más de cincuenta lo han hecho sobre todo en su juventud. En Pipaón (A) indican que la mujer participa menos en las labores agrícolas desde que se ha incorporado al trabajo fuera de la casa a lo que hay que añadir el despoblamiento rural.
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