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Conjuros realizados desde la iglesia o ermita. Konjuruak

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Los vecinos de Axpe (Atxondo-B) ascendían en rogativa desde el valle hasta la ermita de Santa Bárbara, en Larrano, muy cerca de la peña de Anboto, el día 31 de julio, festividad de san Ignacio. Celebrada la misa, el sacerdote recitaba desde allí el conjuro, ''konfurue'', para preservar las cosechas del pedrisco.
En Otxandio (B), ante una cruz monumental que se halla muy cerca de la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios, popularmente ''Eleiza barri'', el sacerdote impartía la bendición de las nubes, ''hodeien bedeinkaziñoa''<ref>''Odei ''tiene varias acepciones. En Bizkaia y en la cuenca del Deba de Gipuzkoa es “nube de tormenta” en contraposición a ''laiño'', nube. También significa “tormenta” y en este caso, al menos morfológicamente, se utiliza como un sujeto activo y personalizado ''odeia dabil ''= lit.: “la tormenta está actuando”; ''odoiek jo dau ''= la tormenta ha sonado; ''odeie ganean dago ''= la tormenta está encima. En Gipuzkoa y en otras regiones ''odei ''quiere decir nube del cielo y ''laiño ''niebla. Vide: José Miguel de BARANDIARAN, . Voz: ''Odei'' in ''Diccionario ilustrado de Mitología Vasca, ''voz : “Odei”, op. citOO.CC. Tomo I.Bilbao: 1972, pp. 179-180.</ref>, “hacia los cuatro puntos cardinales”.
En Etxebarria (B) cuando las mieses de trigo estaban granando, cada barrio tenía un día prefijado durante el mes de mayo para asistir en la ermita del Santo Cristo de Etxarte, ''Kurutze Santua'', a la misa que se celebraba contra el pedrisco, “''harrixaren kontrako meza ''o ''iñetazi-harriaren kontrako meza”''. Al acto debía de asistir una persona de cada casa.
Barandiaran describe un rito de conjuro que vio practicar en Urepele (BN) el año 1948, en la fiesta de la Trinidad, ''Trinitate'': “Antes de la Misa mayor se hizo una procesión con numerosos fieles alrededor de la iglesia, pasando por el cementerio, contiguo al templo. En el cementerio, el cura que dirigía la ceremonia hizo el ''conjuro ''u oración pidiendo a Dios tiempos bonancibles para los campos (lo que se hace diariamente desde el 3 de mayo hasta el l4 de septiembre). Cuando en esta ceremonia el cura asperjó con agua bendita los cuatro puntos cardinales, cada uno de los presentes giró sobre sí mismo imitando al preste, como también cuando éste bendijo seguidamente con la cruz los mismos puntos”<ref>José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio etnográfico del pueblo vasco en Urepel. Año 1948” in AEF, XXXI (1982-83) p. 18.</ref>.
En Iholdy (BN), en los años 1930, se iba procesionalmente hasta la cruz del monte Arriaga para pedir a Dios que no descargara ningún pedrisco en la localidad. Posteriormente esta procesión se dirigió a la cruz de Holtzei<ref>IdemJosé Miguel de BARANDIARAN. “Para un estudio de Iholdy. Notas preliminares”. Homenaje al Dr. José María Basabe in ''Cuadernos de Sección Antropología-Etnografía''. Núm. 5 (1987) p. 95.</ref>.
En Sara (L) cuando una plaga de larvas, insectos o de pájaros amenazaba destruir las cosechas, muchos acudían a un sacerdote para que este bendijera los campos infestados y conjurase la plaga. En los años 1940 los ancianos de esta localidad habían conocido los tiempos en que el cura del pueblo conjuraba las nubes tempestuosas que amenazaban descargar algún pedrisco; para hacerlo, salía al campo llamado ''Baratzegibelako sorua'', donde leía en el ritual las preces apropiadas al caso. El sacerdote ermitaño de Larrune tenía la obligación de tocar la campana y recitar el conjurado si se aproximaba alguna tormenta.
En Obanos (N), cuando había ''nublaus'', recuerdan los informantes mayores que el párroco, salía revestido de alba y estola a los atrios y desde allí conjuraba las nubes. Un informante, nacido en 1909, recordaba cómo le contó su padre que estando bautizando en la iglesia a un niño, comenzó a caer una pedregada tal que el sacerdote, salió al pórtico y levantando la criatura hacia el cielo exclamó: “¡Aunque sea por este niño, Señor, que no caiga piedra en este pueblo!”.
En Romanzado y Urraul Bajo (N) era corriente que el cura fuera a la iglesia, al atrio o a las eras, cuando una tormenta amenazaba, a rezar la oración “Ad repellendas tempestates”. A esto se llamaba “echar los esconjuros”. En Bigüezal (N), cuando se formaba una tronada, salía el cura a las afueras del pueblo, y con el hisopo hacía unas cruces, para ahuyentar la tormenta<ref>José de CRUCHAGA, . “Un estudio etnográfico de Romanzado y Urraul Bajo”in CEEN, cit., II (1970) p. 197.</ref>.
En la ermita de San Cristóbal de Bergara (G) con el nombre de ''denboralekuak, ''las de temporal, se oficiaban dos misas, una el primero de mayo y la otra en octubre. A su conclusión se rezaba un conjuro desde el pórtico<ref>Imanol SORONDO, . “Las 38 ermitas de Bergara”, cit.Bergara: Estudio Etnográfico-Histórico” in AEF, XXXI (1982-83) p. 198.</ref>.
En la ermita de Santa Bárbara de Segura (G), que se halla en lo alto del monte del mismo nombre, se celebraban misas contra la tormenta que recibía el nombre de ''aide txarra''<ref>Domingo IRIGOYEN. “Ermitas e Iglesias de Guipúzcoa. Ensayo de catalogación” in AEF, XIV (1934) p. 15.</ref>.
En Beizama (G) recurrían a san Lorenzo, titular de la ermita en todo lo referente a temporales y cosechas. En tiempos pasados era costumbre recoger en las cuatro vecindades o ''ballarak ''del pueblo, limosnas para la celebración de tres misas para impetrar del cielo la evitación del pedrisco, ''harrian kontrakuak''. Una de estas misas se celebraba en el santuario de San Ignacio de Loyola, otra en Santa Bárbara de Zegama y la tercera en la misma ermita de San Lorenzo<ref>IbidemDomingo IRIGOYEN. "Ermitas e Iglesias de Guipúzcoa. Ensayo de catalogación" in AEF, XIV (1934) p. 42.</ref>.
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