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Muros interiores y tabiques hesiak tabikak

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[[File:2.156 Caserio tipo lauharriko. Istilarte (Sara-L) 2004.JPG|frame|Caserío tipo lauharriko. Istilarte (Sara-L), 2004. Fuente: Luis Manuel Peña, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En algunas poblaciones guipuzcoanas se ha podido constatar la existencia de muros interiores que dividían el caserío en dos de tal modo que aislase las alcobas del resto de la vivienda. Este muro cortafuegos de separación sólo presentaba una puerta de comunicación que era metálica y consistente. La función de esta división y de dicha puerta, que se cerraba por la noche, era evitar que si se declaraba un incendio en la cuadra o el henil, el fuego consumiese todo el edificio y al menos se pudiese salvar la parte destinada a vivienda de sus moradores<ref>Alberto SANTANA, . ''Baserria'', op. cit.Donostia: 1993, p. 79.</ref>.
En amplias zonas de Bizkaia y Gipuzkoa ha sido habitual que los caseríos estuviesen divididos por su mitad siguiendo el eje que va de la fachada a la pared zaguera, de tal modo que pudiese ser habitado por dos familias distintas. Esta división se realizaba mediante un muro medianil.
En Ataun (G) eran por entonces de ladrillo que llegaba de fuera, sin embargo, con anterioridad se hacían con piedra y mortero o también con entretejido de varas de avellano, ''esie'', recubierto de argamasa, o simplemente con tablas.
En Lesaka (N) las paredes interiores eran de ladrillo las más, habiendo también en los caseríos paredes de tabla de castaño o roble, y siendo corriente el empleo de varillas de fresno y avellano entrecruzadas cubiertas de argamasa y encaladas después<ref>Julio CARO BAROJA, . “Algunas notas sobre la casa en la Villa de Lesaka”in AEF, cit., IX (1929) p. 76.</ref>.
En Ezkio-Itsaso (G) los tabiques interiores de edificios nuevos o reformados cuando aquéllo eran de ladrillo, ''arrilluba''. En las edificaciones antiguas, en cambio, de piedra y mortero, o también de varillas de avellano, ''urritz-ziorra'', y de fresno, ''lizar-makilla'', recubiertas de argamasa encalada. Se veían también tabiques hechos con tablas bien ajustadas.
En Artajona (N) los tabiques o media asta se hacían de adobe, intercalando a veces pies derechos de madera. Desde aproximadamente la década de los cuarenta del siglo XX se hacen de ladrillo. En Murchante (N) ocurrió algo similar pues hasta la década de 1940 las paredes interiores de las casas más antiguas y humildes fueron de adobe; no obstante, desde la década de 1920 comenzó a ser habitual levantarlos de ladrillo.
Los tabiques, independientemente de la naturaleza de los materiales con los que estuviesen fabricados, se enlucían y después se blanqueban con cal. Este embellecimiento se ha ido modificando también con el paso del tiempo. La labor de encalado se llevaba a cabo casi todos los años y solía realizarse en vísperas de las fiestas patronales<ref>En el capítulo de esta obra dedicado a la limpieza de la casa se trata ampliamente este aspecto.</ref>. Otro motivo era de tipo sanitario<ref>En otros volúmenes de este Atlas etnográfico se tratan estos aspectos. ETNIKER EUSKALERRIA, ''Ritos funerarios'', op. cit.Bilbao: 1995, p. 246 y ''Medicina popular'', Bilbao: 2004, p. 381.</ref>. Así, en Mirafuentes (N) cuando se producía un fallecimiento se encalaban las paredes de la habitación para acabar con todo resto de enfermedades contagiosas. Esta actividad con fines desinfectantes era realizada siempre por unos vecinos ya habituados. Cuando se blanqueaba la habitación de alguna persona que hubiera fallecido de enfermedad considerada contagiosa, quienes la llevaban a cabo lo hacían sin dejar de fumar, ya que se consideraba que el tabaco tenía efectos desinfectantes que protegían del contagio.
En San Martín de Unx (N) el empapelado se conocía de tiempos pasados y el papel se fijaba con cola de harina de trigo o de harina de habas, que era más fuerte. Recuerda un informante de la localidad que en los años treinta del siglo XX, en Pamplona se ordenó quitar el papel de las paredes por razones de higiene.
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