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Apendice 2 La covada

51 bytes añadidos, 10:36 14 nov 2018
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La encuesta del Ateneo sí recoge alguna información atribuida a la covada, de dudoso parentesco con ella a nuestro juicio, procedente de Asturias y de las islas Baleares y Canarias.
En el concejo asturiano de Caso se recogió de un médico que ejerció en dicha localidad una costumbre según la cual debido a que la parturienta se incorporaba pronto a sus tareas habituales no podía atender siempre a la criatura cuando ésta lloraba, y entonces el marido se metía en la cama para darle calor al recién nacido hasta que viniera la madre. Excepcionalmente algunos padres ''han dado el pecho ''(en cursiva en el original) a los niños para cortar el llanto<ref>op. citEAM, 1901 (ed.1990) I, 2, p. 659.</ref>.
En la encuesta de Palma de Mallorca señalan que allí no existía la covada pero que sí existió en Ibiza, "reminiscencia sin duda de vascos y celtas". Indican que en la vecina isla de Ibiza "se ve muy marcada la covada" y aportan como testimonio probatorio que tan pronto como se presenta el parto el marido se mete en la cama con la mujer, tomando tazas de caldo como ella, y colocando al recién nacido entre los dos<ref>op. citEAM, 1901 (ed.1990) I, 2, p. 664.</ref>.
Los datos de Santa Cruz de Tenerife relativos al "sorrocloco" son los que muestran, a nuestro parecer, cierto parentesco con la covada. Esta encuesta advierte que antaño fue bastante general en Canarias, y en Fuerteventura y Lanzarote hasta el primer tercio del s. XIX, que los maridos durante el puerperio de las mujeres se constituyeran en estado de "sorrocloco" que consistía en permanecer en cama mientras lo estuviera la parida haciéndose atender y servir como a ella. A finales del siglo pasado los maridos ya no se acostaban de esta guisa pero continuaban haciéndose agasajar al igual que sus mujeres paridas, las mismas veces y durante el mismo número de días. En Fuerteventura a principios de siglo estaba vigente la costumbre de que durante el puerperio el jefe de familia recibiera las visitas, lo que el encuestador interpreta como reminiscencia de la anterior costumbre<ref>op. citEAM, 1901 (ed.1990) I, 2, p. 665.</ref>.
Volviendo a la cuestión de la covada entre los vascos, de lo expuesto y de la abundante bibliografía sobre el tema no se prueba que tal costumbre haya existido en nuestro pueblo, más bien hasta la fecha la hipótesis que habría que sostener es la contraria. En el cuestionario planteado por Barandiarán que ha servido para la elaboración del presente tomo, ni siquiera se plantea la pregunta de su existencia. Teniendo en cuenta que dicho cuestionario lo redactó su autor atendiendo a las investigaciones teóricas y los datos de las informaciones de campo recopiladas por él mismo y en épocas anteriores, tal ausencia resulta sintomática del escaso valor que se les atribuía. Algunos de nuestros investigadores actuales han formulado a sus informantes la pregunta sobre la covada y las respuestas han sido negativas no sólo para su tiempo sino también para el que alcanza su memoria.
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