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"La misma, en otro embarazo, tuvo antojo de unas habas verdes de la huerta del vecino, y ni que decir tiene que el marido fue a hurtarlas en evitación de mayores males, ya que esto está permitido para satisfacer los antojos"<ref>Gerardo LOPEZ DE GUERENU. "Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés" in ''Ohilura, ''0 (1981) p. 159.</ref>.
En Tudela (N) se creía que si no se satisfacían los antojos de la embarazada podía tener un aborto o un parto desgraciado<ref>EAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Caparroso (N) todos se apresuraban a satisfacérselos por el temor a que perdiera el niño o de que le saliese un orzuelo al que pudiendo, no proporcionaba los medios para su satisfacción<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Gernika (B) se creía que los antojos podían ocasionar un aborto y también influir desfavorablemente en el niño que naciese, ya que éste podía salir con labio leporino o con alguna mancha ''noevi materni''<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Aoiz (N) procuraban satisfacerlos para que no le sobreviniesen al niño toda clase de males<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>.
En Mendaro (G) se creía que si no se satisfacían el ser que naciese sería defectuoso<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Pamplona (N) que tendría alguna señal o algún defecto orgánico.
En Amézaga de Zuya (A) si la mujer tenía un antojo durante el embarazo, esto es, la necesidad de una comida o de cualquier otra cosa que no estaba a su disposición, la familia hacía lo imposible por conseguirlo ya que según la creencia popular un antojo no satisfecho suponía que el niño naciese marcado con una especie de lunar.
En Oñati (G) estaba muy generalizada la creencia de que si no se le satisfacían, la criatura mostraría en la piel manchas, verrugas y tumores que por su forma recordarían el objeto que constituyó el antojo<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Estella (N) que si no se le daba a la embarazada lo que pidiese el bebé presentaría una señal parecida a la cosa que se le antojó a la madre<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>.
En Gatzaga (G) si al nacer el niño presentaba manchas en la piel era señal de que la madre no había podido satisfacer sus antojos. A veces las manchas tenían la forma del objeto que había sido motivo del antojo<ref>Pedro M<sup>a</sup> ARANEGUI. ''Gatzaga; una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. ''San Sebastián, 1986, p. 43.</ref>. En Durango (B) si el niño nacía con una mancha morada, se consideraba que la madre había tenido el antojo de comer fresas.