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Laurel bendecido ereinotz bedeinkatua

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Es frecuente encontrar un árbol de laurel, ''ereiñotza'', plantado junto a la casa; al parecer con sus hojas perennes la protege durante todo el año. Barandiaran nos recuerda los distintos elementos protectores del ''etxe ''o casa, como el fuego, etc., y entre ellos señala que la casa está protegida “por el laurel de su huerta o por el que se conserva en casa; por diversas ramas de espino albar, de fresno y de las flores solsticiales”<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Mitología vasca''. Madrid: Minotauro, 1960, p. 56.</ref>. Aparte de la protección natural se cree que sus ramas bendecidas el Domingo de Ramos tienen la virtualidad de proteger la casa contra el rayo.
En Larrabetzu (B), según recogió Azkue a comienzos del siglo XX, cuando tronaba fuertemente se metía al fuego por debajo una hoja de laurel<ref>Resurrección M.ª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid: 1935, p. 175.</ref>.
En Oiartzun (G), por los mismos años, el día de Ramos colocaban en la puerta y en las ventanas de las casas tres cruces superpuestas: una estaba hecha con dos hojas de laurel bendito; la segunda con dos ramitas de romero bendecido también el día de Ramos y la tercera con cera que provenía de la vela bendecida el día de la Candelaria. Se creía que en la casa que tuviese estas cruces no caía el rayo<ref>LEF. Recogido por Barandiaran.</ref>.
En Apodaca (A) se guardaban en casa todo el año como medio de protección las flores y cuchillos (hojas de lirios) que se ponían en la calle el día del Corpus Christi.
En Haltsu (L), según recogió Azkue a comienzos del siglo XX, en los días de trueno las personas que estaban en casa se solían poner en el vestido hojas de laurel con un alfiler en forma de cruz<ref>Resurrección M.ª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid: 1935, p. 173.</ref>.
En las villas y núcleos de población de cierta entidad, el Domingo de Ramos se bendecían también palmas grandes y pequeñas, algunas de estas últimas con labores de trenzado variadas, y una vez bendecidas en la iglesia se colocaban en ventanas y balcones. El llevar palmas indicaba un cierto estatus.
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