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Coronas y cruces artesanales

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En Itsasu (L), en otro tiempo se veían escasos ramos de flores. Los pocos que en su caso se llevaban, los confeccionaban las propias mujeres del vecindario. Sobre un patrón se fijaba paja que se recubría de musgo y allí se clavaban flores de época, cultivadas en la propia casa o en la de algún vecino. No había flores concretas ni colores específicos para los entierros. Una tradición similar existía en Sara (L), donde los portadores de las flores eran los niños.
En Ezpeize-Undüreiñe (Z), en tiempos pasados, en el cortejo ''y ''en las exequias había relativamente pocas flores y ramos. El hacer ramos era un trabajo femenino, pues eran las vecinas quienes llevaban las flores a la casa mortuoria, donde hacían los ramos. Se preparaba una moldura de madera en forma de cruz a la que se ataba con ligaduras boj, verde y laurel, ''ezpela, berdura, erramia, ''para después pinchar flores, so- bre sobre todo de lis, que abundaban en el huerto de la casa. Cuando la comitiva llegaba a la iglesia, los ramos y flores se colocaban junto al féretro y después de las exequias, sobre la tumba.
En Urdiñarbe (Z), antiguamente, se portaban ramos de forma circular que carecían de flores, hechos únicamente de ramas verdes, preferentemente de boj, ''ezpela. ''Sobre una moldura en forma de hache se trenzaba el ramaje verde haciendo un círculo. Los propios vecinos hacían este trabajo y llevaban los ramos. Se conoció también otra costumbre, consistente en hacer cruces de madera y adornarlas con toda clase de flores. Una vez depositado el cadáver en la fosa, la cruz se colgaba o se enganchaba en el monumento funerario del difunto.
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