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Ofrendas durante el año de luto

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En Gamboa (A), los domingos y fiestas del año de luto, que daba comienzo según unos desde la celebración del funeral y según otros a partir del novenario, la familia llevaba a la sepultura doméstica un pan grande u otana para ofrendarlo. Señalan los informantes que en la ceremonia ritual de la entrega del pan en el ofertorio por la encargada de la sepultura doméstica, el sacerdote besaba el pan y cubriéndolo con la estola lo bendecía. Tras ella otras mujeres ofrendaban dinero y el sacerdote en ese momento rezaba por el difunto y por los últimos fallecidos de la localidad. Los que vivían en caseríos alejados tenían la posibilidad de redimir la obligación de esta ofrenda de pan mediante el pago mensual al cura del equivalente en dinero al valor de los panes.
En Galarreta, Mendiola y Otazu (A), cuando acababa la novena comenzaba el «añal». En Mendiola y Otazu, todos los domingos del ano llevaban media otana de pan [[#ftn55|[55]]][[#ftn56|[56]]]0. En Salvatierra (A) ofrendaban todos los domingos del año de luto un bollo o chosne, y en Amézaga de Zuya (A) en las misas de los días de fiesta pan y espigas, también monedas.
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