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Un caso similar ocurrió en la Parroquia de San Martín de Améscoa (N). En el Libro de Difuntos que arranca en 1600, se repite constantemente que durante el ano de luto se lleve pan añal; en 1739, a la petición anterior se añade «como es costumbre» y en 1812 se dice ya «como es costumbre y obligación». La costumbre que se convirtió en obligación debía de ser gravosa para los que cosechaban poco trigo y andaban escasos de pan, lo que provocó la negativa de algunas familias de llevar el pan al añal de la iglesia. En el año 1816 se firmó un acuerdo entre el Cabildo Eclesiástico y los vecinos del Valle, según el cual se establecían tres clases de funerales determinando la cantidad de trigo que se había de pagar por cada uno de ellos, teniendo las familias libertad para elegir la clase del funeral<ref>Luciano LAPUENTE. “Estudio etnografico de Améscoa” in CEEN, III (1971) p. 122.</ref>.
[[File:FIGURA7.png173 Oblata saskia eta oihal zuria. Gaztelu (G) 1977.jpg|frame|RTENOTITLE_FIGURAOblata saskia eta oihal zuria. Gaztelu (G), 1977. Fuente: José María Múgica, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En algunas localidades se ha podido constatar la tradición de ofrendar cereales en épocas pasadas. Así, en determinados valles navarros se llevaba a la iglesia trigo en sacos. También en Arrona (G), a comienzos de siglo, tres muchachas portaban sendos sacos de trigo como ofrenda<ref>Resurrección Mª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo I. Madrid, 1935, p. 204.</ref>. En Allo (N) se dejaba un óbolo voluntario en forma de trigo y lo depositaban a la puerta del templo formando un montón.