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En Amézaga de Zuya (A) acuden al sepelio la mayoría de las personas que ha asistido al funeral; al salir de la iglesia siempre hay algunas que se quedan allí, pero los familiares y amigos se desplazan al cementerio para estar presentes. El cura porta el hisopo y los monaguillos, uno la calderilla y el otro la cruz. El sacerdote tras rezar un responso bendice el féretro.
En Salcedo (A) se sigue manteniendo la tradición de llevar el féretro a hombros. La disposición del cortejo es similar a la que se adopta desde la casa a la iglesia: la cruz, el féretro, el cura y los monaguillos, los familiares más allegados, los niños, los hombres y las mujeres que acompañan la comitiva.
En Lezama (B), hoy en día, al ser el funeral, ''illeta-meza, ''de cuerpo presente, terminado el oficio religioso se forma de nuevo el cortejo que acompaña al cadáver hasta la capilla del cementerio donde es depositado en espera de su inhumación. Las coronas se dejan sobre el ataúd.
[[File:7.185 Traslado del cadaver al cementerio. Bilbao (B) 1992.jpg|frame|Traslado del cadáver al cementerio. Bilbao (B), 1992. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.]]
En Garde (N) acuden todos al cementerio detrás de la caja. El sacerdote bendice el sepulcro y lo rocía con agua bendita y mientras se deposita el ataúd en el mismo reza una oración y los asistentes el padrenuestro.