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Los antojos. Influencia sobre el niño

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"Una embarazada de Aguilar vio a una vecina que traía del horno del Concejo tres panes, y cuando llegó a casa le dijo a su madre que fuese a pedirle un corrusco de una de las tortas, ''y ''aunque tenían pan en casa, su madre le hizo caso y fue a por ello; enseguida se le antojó otro corrusco de la otra torta, y también fue a por él, y, por fin, quería un corrusco del tercer pan que había visto, a lo que no accedió su madre, y aquella noche dio a luz tres niños, dos vivos y el otro muerto, con la boca abierta".
"Llevaron a casa una paloma y un ''micharro ''(lirón)<ref>López De Guereñu define la voz ''micharro ''en su libro ''Voces Alavesas ''como "lirón; mamífero que se alimenta del fruto del haya y en invierno se aletarga y no sale hasta mediados de junio. Su carne es muy apetecible, por lo que su caza es muy codiciada (corriente en la montaña); ratón de campo que suelen encontrar aI al arar las heredades y que suelen comer como manjar apetitoso (Villabuena) ". Vide: ''Voces alavesas. ''Bilbao, 1958, p. 113. Federico Baraibar que también le da el significado de lirón o musgaño, ''Sorex vulgaris, ''lo hace derivar del latín ''mus, ''ratón, por medio del vascuence ''misarra ''y ''musarra. ''Vide: ''Vocabulario de pala.- Iras palabras usadas en Alava. ''Madrid, 1903, pp. 170-171.</ref> que habíamos cazado, y, como el ''micharro ''era pequeño, el ama de la casa, que estaba embarazada, se lo llevó a su madre y puso la paloma para su gente. Durante la noche estuvo pensando en el ''micharro ''y, al otro día, sin darle importancia, preguntó a su madre si se lo había comido, y ésta le contestó que sí, nada dijo la hija, pero en la misma noche dio a luz, antes de tiempo (siete meses), un niño muerto con la boca abierta".
"La misma, en otro embarazo, tuvo antojo de unas habas verdes de la huerta del vecino, y ni que decir tiene que el marido fue a hurtarlas en evitación de mayores males, ya que esto está permitido para satisfacer los antojos"<ref>Gerardo LOPEZ DE GUERENU. "Apellániz. Pasado y presente de un pueblo alavés" in ''Ohilura, ''0 (1981) p. 159.</ref>.
En Tudela (N) se creía que si no se satisfacían los antojos de la embarazada podía tener un aborto o un parto desgraciado<ref>EAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Caparroso (N) todos se apresuraban a satisfacérselos por el temor a que perdiera el niño o de que le saliese un orzuelo al que pudiendo, no proporcionaba los medios para su satisfacción<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Gernika (B) se creía que los antojos podían ocasionar un aborto y también influir desfavorablemente en el niño que naciese, ya que éste podía salir con labio leporino o con alguna mancha ''noevi materni''<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Aoiz (N) procuraban satisfacerlos para que no le sobreviniesen al niño toda clase de males<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>.
En Mendaro (G) se creía que si no se satisfacían el ser que naciese sería defectuoso<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Pamplona (N) que tendría alguna señal o algún defecto orgánico.
En Amézaga de Zuya (A) si la mujer tenía un antojo durante el embarazo, esto es, la necesidad de una comida o de cualquier otra cosa que no estaba a su disposición, la familia hacía lo imposible por conseguirlo ya que según la creencia popular un antojo no satisfecho suponía que el niño naciese marcado con una especie de lunar.
En Oñati (G) estaba muy generalizada la creencia de que si no se le satisfacían, la criatura mostraría en la piel manchas, verrugas y tumores que por su forma recordarían el objeto que constituyó el antojo<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>. En Estella (N) que si no se le daba a la embarazada lo que pidiese el bebé presentaría una señal parecida a la cosa que se le antojó a la madre<ref>IbidemEAM, 1901 (ed. 1990) I, 1, p. 154.</ref>.
En Gatzaga (G) si al nacer el niño presentaba manchas en la piel era señal de que la madre no había podido satisfacer sus antojos. A veces las manchas tenían la forma del objeto que había sido motivo del antojo<ref>Pedro M<sup>a</sup> ARANEGUI. ''Gatzaga; una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. ''San Sebastián, 1986, p. 43.</ref>. En Durango (B) si el niño nacía con una mancha morada, se consideraba que la madre había tenido el antojo de comer fresas.
En Nabarniz (B) los antojos se denominaban ''oraiñek ''y la marca que dejaban en la piel de por vida ''oraiñena. ''Se decía que la criatura nacía con esas manchas porque a la madre durante el embarazo no se le había dado de comer aquello de lo que se encaprichó en un determinado momento.
[[File:FIGURA6.png20 Ermita de Santa Librada (Santa Marina). Urduliz (B).jpg|center|RTENOTITLE_FIGURA600px|Ermita de Santa Librada (Santa Marina). Urduliz (B). Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.]]
En Carranza (B) existía la creencia de que cuando una mujer deseaba con intensidad un alimento y no podía conseguirlo, su hijo nacería con una marca en la piel que asemejaría el aspecto de lo deseado. Esta marca recibía el nombre de antojo y podía ser de duración efímera y por lo tanto visible sólo durante los primeros días siguientes al nacimiento, o bien permanecer meses, años e incluso toda la vida. Se aseguraba que esta manifestación cutánea no surgía en cualquier parte del cuerpo del bebé sino en la equivalente a donde la madre puso la mano después de encapricharse con el alimento. Por eso se le decía a la embarazada que cuando desease algo con intensidad "echase mano al culo" para que de salirle el antojo al niño, lo hiciese en lugar no visible. La mayoría de las mujeres consultadas conocen anécdotas relacionadas con este asunto.
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