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La planta o fruto que se ha aplicado a las ve- rrugas verrugas se esconde en lugar desconocido para el averrugado: así el mal se deja porque ha sido transferido a la hierba o fruta que ha estado en contacto con las verrugas; cuando la planta se seca o se pudre la verruga desaparece.
Son varias las hierbas y plantas utilizadas. El rito que se realiza con juncos está implantado en todos los territorios; el que utiliza bayas de enebro es más propio de Álava y de la comarca vizcaina de Las Encartaciones; el que se vale de hojas de boj o de olivo se corresponde con el territorio navarro.
En Durango (B), a principios del s. XX, para curar una verruga se disponían dos juncos en forma de cruz y trazaban con ellos una cruzencima de un miembro en que no hubiera verrugas al tiempo que se decía: ''emen garia ''(aquí la verruga). A continuación se trazaba otra cruz encima de la verruga diciendo: ''emen garirik ez ''(aquí verruga no). Después se rezaba un padrenuestro. Los juncos empleados se colocaban debajo de una piedra. Si se secaban era segura la curación de la verruga; si por el contrario reverdecían y brotaban, no se curaba la verruga<ref>Recogido por José Miguel de BARANDIARAN: LEF. (ADEL).</ref>.
En nuestra actual encuesta de Durango figura la siguiente fórmula registrada medio siglo más tarde. La persona que va a realizar el rito recoge los juncos, ''ziriak'', y los corta de forma que pueda aplicar un trozo a cada verruga. Comienza santiguándose, “''Aitearen, Semearen...''” y con el junco hace dos cruces sobre la verruga mientras recita la fórmula “''Zantiretu, zan urratu, zana bere lekuan sartu''” (vena salida, vena rota, vena vuelva a su sitio). Con la punta del junco frota la verruga, después extendida la yerba en horizontal y apretando con los dos dedos índice reza un ''aitagurea'', ''agurmaria ''y ''aintza ''(padrenuestro, avemaría y gloria). A continuación hace el recuento de los juncos y de las verrugas para comprobar que coinciden en número y entierra aquéllos en un lugar que no debe saber el que tiene las verrugas. Al pudrirse los juncos lo harán también las verrugas.
En nuestra actual encuesta de Durango figura Larraun (N) se ponían sobre la siguiente fórmula registrada medio siglo más tarde. La persona que va a realizar el rito recoge los juncos, ''ziriak'', y los corta verruga cinco pajas de forma que pueda aplicar un trozo a cada verruga. Comienza santiguándosetrigo, “''Aitearen, Semearen...” galizpia''y con el junco hace dos cruces sobre la verruga mientras recita la fórmula “/ ''Zantiretu, zan urratu, zana bere lekuan sartu” gari-lastoa''(vena salida, vena rotaen forma de cruz; después, vena vuelva a su sitio). Con la punta del junco frota la verruga, después extendida metiendo la yerba mano en horizontal y apretando con los dos dedos índice reza un ''aitagurea''lodazal, se mencionan las cinco llagas de Jesucristo, rezando cinco padrenuestros<ref>Resurrección Mª de AZKUE. ''agurmaria Euskalerriaren Yakintza''y ''aintza ''(padrenuestro. Tomo IV. Madrid: 1947, avemaría y gloria)p. A continuación hace el recuento de los juncos y de las verrugas para comprobar que coinciden en número y entierra aquéllos en un lugar que no debe saber el que tiene las verrugas240. Al pudrirse los juncos lo harán también las verrugas</ref>.
En Abadiano (B) se ha recogido una fórmula similar; la practica una mujer del barrio de Oromiño en la vecina localidad de Iurreta. Comienza contando todas las verrugas y a continuación recoge otros tantos tallos de junco, ''ziriak''. Utilizando un tallo distinto cada vez, va haciendo tres cruces en cada verruga. Finalizada la operación, recoge todos los juncos y se los entrega al interesado para que los entierre en un lugar que sólo él sepa; para que se pudran. Al pudrirse, desaparecerán las verrugas. Un informante tratado por este procedimiento señala que se le quitaron las verrugas a los seis meses de que le aplicaran el remedio, después de haberlas tenido durante quince años.
En Amorebieta-Etxano y en Gorozika (B) se cuentan las verrugas y sobre cada una se va haciendo una cruz con un junco, ''ziria, ''mientras se reza el ''Gloria ''al revés. Finalizado el rito hay que enterrar los juncos para que se pudran en un lugar que no sepa el interesado. Había curanderos que para que se pudrieran antes los juncos los ponían en las goteras del tejado.
Azkue recogió en Arrasate (G) un remedio para las verrugas, ''karatxuak'', según el cual, además de hacer algunos rezos, había que enterrar los juncos, ''iiak'', en forma de cruz; si éstos se pudrían, las verrugas desaparecerían[[#ftn23|[23]]]<ref>Resurrección Mª de AZKUE. ''Euskalerriaren Yakintza''. Tomo IV. Madrid: 1947, p. 239.</ref>. En Lemoiz (B) se hacían cruces sobre las verrugas con trece juncos, ''ziak'', recitando una fórmula. Luego se enterraban los juncos y al pudrirse, caían las verrugas. En Orozko (B) el rito lo realizaba una persona ajena a quien padeciera las verrugas, contando primero y escondiendo después en un lodazal o debajo de una piedra, el mismo número de juncos que de verrugas. Quien practicaba el sortilegio había de acudir diariamente a la piedra y una vez secos los juncos que estaban colocados en forma de cruz las verrugas desaparecían. En Nabarniz (B), Telleriarte, Zerain y Astigarraga (G) se cogía un manojo de juncos, ''iak'', con los que se frotaban las verrugas y a continuación se enterraban. En Nabarniz, además de juncos se han usado tambien también unas yerbas alargadas llamadas ''aiena ''(¿clemátide?) que tras frotar las verrugas se ponían bajo una piedra para que se pudrieran.
En Bermeo (B) se pinchaba en el centro de la verruga con la parte distal de la hoja del junco, ''zia'', que es puntiaguda. En Arrankudiaga (B) también se pinchaban las verrugas con las puntas de juncos que después se ataban en forma de haz y se guardaban para que se pudrieran en un lugar desconocido para el poseedor[[#ftn24|[24]]]<ref>Recogido por Francisco de SALAZAR: LEF. (ADEL).</ref>.
En Ataun (G) se daban fricciones con juncos, ''eiak'', mientras se decía: “''garatxo, joan adi; garatxo, joan adi” adi''” (verruga, vete; verruga, vete). Luego los juncos se escondían en un lugar desconocido para el averrugado y cuando se pudrieran aquéllos lo hacían también éstas. En esta misma localidad se recogió otro procedimiento que consistía en contar las verrugas con juncos que luego con la raíz hacia abajo se plantaban en tierra. En Bedia (B) hacían con varios juncos un pequeño atado y lo colocaban debajo de una piedra en un camino donde anduviera mucha gente. Creían que al pudrirse los juncos desaparecerían las verrugas[[#ftn25|[25]]]<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Mitología Vasca''. Madrid: 1960, p. 37.</ref>. En Elduain (G) empleaban zumo de juncos; después agregando varios granos de sal, colocaban los juncos debajo de un montón de basura. Cuando se corrompieran los juncos y se disolviera la sal, desaparecerían las verrugas[[#ftn26|[26]]]<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Mitología Vasca''. Madrid: 1960, p. 36.</ref>.
En Oiartzun (G), quien tuviera verrugas debía de arrancar varios juncos con las manos cruzadas por detrás de su cuerpo de modo que no pudiera ver las plantas en el momento de arrancarlas. Después debía de pasar los juncos encima de las verrugas trazando cruces ycolocarlos por fin en la chimenea del hogar para que se secaran. Según iban secándose las hierbas, hacían lo propio las verrugas hasta acabar por desaparecer<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Mitología Vasca''. Madrid: 1960, p. 37.</ref>. En Vasconia continental había que coger ciertas hierbas que tienen cinco hojas y dejarlas colgando de la chimenea. A medida que esas hojas iban secándose, las verrugas disminuían paralelamente hasta desaparecer<ref>Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in ''Anuario de Eusko-Folklore''. Tomo XI. Vitoria: 1931, p. 57.</ref>.
En Amézaga de Zuya (A) se untaban las verrugas con bayas de enebro y a continuación se escondían estos frutos en un lugar desconocido para el paciente o se las guardaba en su bolsillo trasero, al tiempo que decía:
:''Verrugas tengo, '':''verrugas vendo, '':''aquí las dejo '':''y yo voy corriendo.''.
En Llodio (A), quien tuviera verrugas debía de colocar debajo de una piedra otras tantas bayas de enebro, apartando de ellas la vista cuanto le fuera posible al efectuar la operación. Después se alejaba de allí pronunciando la misma fórmula que en Amézaga; según fueran corrompiéndose las bayas, se curarían las verrugas[[#ftn29|[29]]]<ref>José Miguel de BARANDIARAN. ''Mitología Vasca''. Madrid: 1960, p. 36.</ref>.
En Pipaón (A) se utilizaban endrinas que se escondían envueltas con un pañuelo en un lugar por donde ya no se volvía a pasar, recitando la fórmula:
:''Tantas verrugas tengo, '':''tantas andrinas dejo, '':''las tapo '':''y me marcho corriendo.''
En Berganzo (A) se escondían tantas bolitas de enebro como verrugas se tuvieran al tiempo que se cantaba:
:''Verruguitas tengo '':''verruguitas vendo, '':''allá van todas '':''que no las quiero. ''No se podía volver a pasar por aquel lugar ni
No se podía volver a pasar por aquel lugar ni acordarse de ellas.
En Murchante (N) el averrugado debía introducir en un pequeño saco tantas piedras como verrugas se quisiera quitar y debía dirigirse al campo y allí lanzarlas con fuerza, mientras cantaba:
:''Verrugas tengo, '':''verrugas vendo, '':''aquí las dejo '':''y me voy corriendo.''
Al finalizar el canto, se salía corriendo. Señalan los informantes que fueron mujeres aragonesas de una localidad fronteriza con la de Murchante quienes introdujeron esta costumbre que estuvo vigente hasta los años cincuenta.
En Bernedo (A) se cogían bayas de ''ginebro ''o ''giniebro '' (''Juniperus communis)''), se introducían en una bolsita que se tiraba en un lugar por el que no se debía pasar hasta que desaparecieran las verrugas; en vez de bayas podían ser también hojas de nogal. En Apellániz (A) se valían igualmente de hojas de nogal y el que las guardaba no debía pasar durante un año por el lugar donde se escondieran31escondieran<ref>Gerardo LÓPEZ DE GUEREÑU. “Folklore de la Montaña Alavesa” in AEF, XX (1963-1964) p. 27.</ref>. En Obecuri de Treviño el procedimiento consistía en contar en secreto tantos garbanzos como verrugas y esconderlos en un lugar que nadie supiera; o, como señalan en Bajauri, por donde no volviera a pasar el interesado.
En Amézaga de Zuya (A) se toman seis u ocho bayas de enebro que metidas en un pequeño saco se colocan debajo de una piedra. Hay que evitar pasar cerca de ellas durante un año. En Berganzo (A) se escondían tres bolitas de enebro en sendos lugares; había que olvidarse de ellos y no pasar por allí.
En Ribera Alta (A) una persona que no tuviera verrugas debía enterrar unas bolitas de enebro o de hinojo, con la intención de que al averrugado le desaparecieran. En Mendiola (A) se frotaban las verrugas con bolas de ''jiniebro ''que luego se tiraban. En Valdegovía (A) se cuentan las verrugas y se cogen otros tantos''curabachos''<ref>Los ''curabachos ''son excrecencias pequeñas y redondas que salen en las hojas de las encinas por la acción de las picaduras de los insectos.</ref> para enterrarlos sin que se pueda pasar por allí. Otro procedimiento consiste en coger tantas bolas rojas que producen ciertas hierbas rastreras como verrugas y enterrarlas o esconderlas bajo una risca, sin volver a dicho lugar. En Carranza (B) se emplean las ''bolinchas ''o gálbulos del enebro o ''verruguero ''(''Juniperus communis''), que tienen gran parecido con las verrugas como señala un informante. Quien realiza la operación debe contar las verrugas sin que el afectado lo sepa. Después recoge tantas bayas como verrugas ha contado y las esconde. Según se vayan secando las nebrinas, otro tanto les ocurrirá a las verrugas. El lugar donde se ocultan varía de unos informantes a otros: debajo de una piedra o una losa de la calle para que no les dé el sol ni el aire; en un sitio donde no se mojen pero debajo de una piedra y tocando tierra; en un lugar oscuro o en una pequeña caja. Hay quien señala que por el lugar donde se escondan no debe pasar la persona afectada, pero también hay quien afirma lo contrario que deben ocultarse en un sitio por donde transite para que las pise<ref>De este procedimiento de quitar verrugas, dejó constancia a principios del s. XX Manuel LÓPEZ GIL en LEF. (ADEL). Algunas variaciones a las recogidas en nuestra encuesta pueden verse en Nicolás VICARIO DE LA PEÑA. ''El noble y leal Valle de Carranza''. Bilbao: Junta de Cultura de Vizcaya, 1975, p. 369.</ref>.
Un informante de esta localidad recuerda otro procedimiento que consiste en coger una rama o ''verduga ''y repetir veintitantas veces la fórmula “sécate verruga” y luego ponerla debajo de una piedra o enterrarla; todo ello sin que el afectado se enterara.