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El Viatico. Gure Jauna

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En San Martín de Unx, hasta los años setenta, todo el pueblo, incluidos los niños, acompañaba al Viático por las calles y muchos de los asistentes llevaban hachas o velitas encendidas. El cortejo llegaba hasta la puerta de la casa, pero los hijos del enfermo eran quienes, «si tenían valor», acompañaban al sacerdote hasta el lecho donde yacía aquél.
 
[[File:7.28 Paño mortuorio. San Martin de Unx (N).jpg|frame|Paño mortuorio. San Martín de Unx (N). Fuente: Francisco Javier y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Viana, antes de 1950, el Viático era público y eran muchos los vecinos que acudían a él. Era anunciado a toque de campana para que asistieran los hombres que trabajaban en el campo. El Santísimo salía de la iglesia custodiado por dos faroles llevados por sendos vecinos, a veces parientes del enfermo; el sacristán entregaba a los asistentes 15 ó 20 velas, un monaguillo tocaba la campanilla de trecho en trecho. Los hombres formaban dos filas y las mujeres iban detrás del sacerdote; el respeto era grande. Al llegar a la casa, los asistentes se arrodillaban en la misma calle. Mientras duraba la Comunión, el sacristán o algún particular rezaba en la calle oraciones por el enfermo, que eran contestadas por el público que guardaba silencio. Al regresar a la iglesia se rezaba de nuevo por el enfermo. Los asistentes recibían la bendición con el Santísimo y finalmente el cura leía las indulgencias que habían ganado cada uno de los presentes: 200 días ó 100 según hubieran llevado velas o no. Los miembros de algunas cofradías estaban obligados a asistir al Viático de los enfermos cuando éstos eran cofrades.
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