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El Viatico. Gure Jauna

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En Izpura (BN) eran las mujeres de la casa las que recibían al sacerdote que venía con el Viático acompañado del acólito; los hombres de la casa no solían estar presentes generalmente. En los años cuarenta los sacerdotes comenzaron a motorizarse y se dejó de llevar el Viático a pie utilizando para ello la motocicleta. Hoy en día acuden en coche.
[[File:7.21 Viatico en Iparralde. Apunte de Kauffmann. 1905.jpg|framecenter|600px|Viático en Iparralde. Apunte de Kauffmann. 1905. Fuente: L’Illustration, CIV. Paris, 3 Nov. Dib. P. Kauffmann.]]
En Barkoxe (Z) el monaguillo que acompañaba al sacerdote hacía sonar la campanilla a su paso por las casas, con lo que invitaba a sus moradores a una oración. Con el mismo fin se hacía sonar durante el recorrido la gran campana de la iglesia. A las aldeas más apartadas el sacerdote acudía a caballo revestido de sobrepelliz y precedido por el vecino que montaba también a caballo.
En un trabajo publicado en la década de los años setenta se describió de esta manera la administración del Viático en la localidad citada: Si el tiempo lo permitía por la urgencia, se hacía una señal especial de campanas para congregar al pueblo; ésta consistía en unos tañidos lentos de tres en tres golpes. Los fieles acudían a la iglesia llevando velas. Del domicilio del enfermo salían al encuentro del Santísimo dos familiares con hachas encendidas. Al llegar a la casa, los fieles acompañantes se estacionaban en la calle y en las escaleras de la vivienda, rezando las letanías de la Virgen mientras el sacerdote administraba el sacramento. De vuelta a la iglesia, se leían los años y cuarentenas de indulgencias ganadas por los acompañantes según lo hubieran hecho con o sin candelas encendidas<ref>Ricardo Ros. «Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo» in CEEN, VIII (1976) pp. 480-481.</ref>.
[[File:7.27 Paño de Viatico. San Martin de Unx (N).jpg|framecenter|600px|Paño de Viático. San Martín de Unx (N). Fuente: Francisco Javier y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Aoiz, antes de que el sacerdote acompañado de dos monaguillos saliera de la iglesia, el sacristán tocaba la campana de Viático. Los vecinos del pueblo se unían a la comitiva. A la casa del enfermo únicamente entraban los familiares y los vecinos más cercanos.
En Sumbilla, a la entrada del Viático en la casa, el dueño de ella o quien hiciera sus veces le aguardaba con velas en ambas manos. Subía las escaleras de espaldas, mirando al Santísimo<ref>APD. Cuad. 2, ficha 198-5.</ref>.
[[File:7.22 Acogida del Viatico en la casa. Oleo de Javier Ciga. Montaña de Navarra 1917.jpg|framecenter|600px|Acogida del Viático en la casa. Óleo de Javier Ciga. Montaña de Navarra, 1917. Fuente: Alegría, Carmen. El pintor J. Ciga. Pamplona, Caja de Ahorros, 1992.]]
En Lekunberri acompañaban al Viático el sacristán o el monaguillo, y los vecinos del pueblo que quisieran. A la administración de los últimos sacramentos asistían solamente los de casa.
[[File:7.28 Paño mortuorio. San Martin de Unx (N).jpg|framecenter|600px|Paño mortuorio. San Martín de Unx (N). Fuente: Francisco Javier y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.]]
Cuando se trataba de un enfermo crónico, se anunciaba el Viático antes del toque del rosario de la tarde mediante cinco campanadas especiales. Al empezar el rosario, el sacerdote comunicaba el nombre y la casa del enfermo. Finalizado el rezo todos los que habían asistido al rosario y los parientes del enfermo iban en la procesión. Llegados a la casa subían a ella solamente el sacerdote, los parientes, el sacristán y el monaguillo. El resto del pueblo se quedaba en la entrada de la casa y en la calle rezando las letanías que dirigía alguna mujer. Recuerdan los informantes que, al llegar a la invocación ''«Salus infirmorum» ''(Salud de los enfermos), la repetían tres veces. Las letanías finalizaban con el rezo de un avemaría o una salve por el enfermo
En la actualidad, durante la administración de los últimos sacramentos, están presentes los miembros de casa ''y ''algunos familiares; a veces alguno de la casa más próxima u otros vecinos. Esta participación vecinal es cada vez más escasa. Al sacerdote no le acompaña el monaguillo.
[[File:7.23 Altar de Viatico en la habitacion del enfermo. Zerain (G).jpg|framecenter|600px|Altar de Viático en la habitación del enfermo. Zerain (G). Fuente: José Zufiaurre, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Urnieta el sacerdote iba acompañado de un monaguillo o del sacristán. Algunos vecinos, al oír la campanilla, ''txintxarria, ''que anunciaba el paso del Viático, se incorporaban a la comitiva portando en la mano una vela encendida. Una vez en el caserío, hasta que terminara la confesión del enfermo, los asistentes permanecían fuera de la habitación en la que estaba el agonizante. Antes del Viático, el sacerdote se dirigía al enfermo con esta admonición: «Aquí están presentes tus familiares y vecinos; todos deseamos que te recuperes o que, por lo menos, tengas una buena muerte; y te pedimos perdón por el mal que alguna vez te hemos podido hacer». El enfermo respondía perdonándolos y pidiendo a su vez perdón a los allí congregados. A continuación recibía la Comunión y luego la Extremaunción.
En Elosua el sacristán acompañaba al sacerdote que, revestido con el roquete y la estola, llevaba el Viático. El sacristán iba con el farol, la campanilla y un morral con los óleos para la Unción, la estola, una cruz pequeña y el libro del ritual. Todos los de la casa, además de la primera vecina y algunos familiares, les esperaban en la puerta con velas encendidas. Cuando el sacerdote llegaba entraban en el domicilio guardando gran silencio porque «traían al Señor» / ''gure Jaunakin zetozen da. ''Mientras el cura confesaba al enfermo aguardaban fuera de la habitación; a continuación el sacerdote llamaba con los nudillos en la puerta y acudían con las velas encendidas permaneciendo de rodillas mientras el enfermo recibía el Viático.
[[File:7.24 Altar en la habitacion del enfermo. Bidegoian (G).jpg|framecenter|600px|Altar en la habitación del enfermo. Bidegoian (G). Fuente: Luis Galarraga, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Ezkio un vecino del enfermo se encargaba de dar el aviso para que tocaran las campanas de agonía; el número de campanadas distinguía si se trataba de una mujer o de un hombre. El toque tenía lugar en el momento en que el sacerdote con el Viático salía de la iglesia acompañado del monaguillo. Este iba vestido de sotana roja y roquete blanco y llevaba en una mano una vela encendida y en la otra la campanilla que tocaba durante todo el trayecto. La gente mostraba gran respeto al oír la campanilla y al paso del Viático se arrodillaban.
Durante el trayecto los de las casas que daban al camino se arrodillaban ante sus puertas, así como los viandantes que se cruzaban con la comitiva. Cuando llegaban a la casa del enfermo, el monaguillo hacía sonar la campanilla varias veces. En el portal esperaba la señora de la casa arrodillada y con dos candelabros en sus manos; al llegar el sacerdote se levantaba y le conducía a la habitación del enfermo, donde colocaba los candelabros sobre la mesa que hacía de altar. A esta recepción del Viático acudían, además de los miembros de la familia, una persona de todas las casas de la vecindad, generalmente una mujer, portando candelas que encendían en el momento de entrar el sacerdote; luego, mientras el enfermo recibía la Comunión y la Extremaunción, permanecían arrodilladas en la sala contigua a la habitación del enfermo o en la misma habitación. La práctica de llevar el Viático con solemnidad externa, formando una pequeña procesión, perduró hasta 1970. Desde entonces el Viático se lleva a los enfermos en privado sin signos externos.
[[File:7.25 Farol y campanilla de Viatico. Museo Diocesano de Bilbao (B).jpg|framecenter|600px|Farol y campanilla de Viático. Museo Diocesano de Bilbao (B). Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.]]
En Orozko al sacerdote que llevaba al enfermo los últimos sacramentos, le acompañaba el sacristán. Algunos miembros de la familia salían al camino a recibirle y recorrían juntos la última parte del trayecto. También los niños acompañaban al Viático durante una parte del recorrido: ''«Eleixakoak joit'ebezen eta umiak abadea ekosi orduin eleixakoekaz, ba, bere osteien joaten gintzen, urrunera ez». ''Los vecinos al apercibirse de la llegada del sacerdote, acudían a la casa del enfermo con velas que encendían a la puerta del caserío para recibir al Viático. Se arrodillaban formando un pasillo; uno de ellos portando una luz precedía al sacerdote hasta la habitación del enfermo. A este rito asistían los familiares cercanos y los vecinos, siendo mayor el número de mujeres.
En Durango, hasta la década de los años sesenta, cuando se iba a llevar el Viático a un enfermo se tocaban doce campanadas y si, además, se le administraba la Extremaunción se agregaban otros siete toques. El sacerdote llevaba sobre sus hombros el paño humeral con el que cubría el portaviáticos. Le acompañaban dos monaguillos, uno de ellos con un farol y el otro con una campana con mango de madera que hacía sonar de trecho en trecho. El sacristán iba junto al sacerdote cubriéndole con la umbela, que era una suerte de sombrilla roja. Al paso del Santísimo, todos se arrodillaban ''y ''los hombres se descubrían. Las mujeres que iban en la comitiva cubrían su cabeza con mantilla. Los familiares y los vecinos más próximos recibían al Viático en el portal con velas encendidas, bendecidas en el día de la Candelaria.
[[File:7.26 Pixides. Museo Diocesano de Bilbao (B).jpg|framecenter|600px|Píxides. Museo Diocesano de Bilbao (B). Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.]]
También en Gorozika, Lemoiz, Muskiz y Plentzia acompañaba al sacerdote un monaguillo que portaba un farol encendido e iba tocando la campanilla desde la salida de la iglesia. Si ''el ''Viático se llevaba de noche, era el sacristán quien acompañaba al sacerdote.
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