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El Viatico. Gure Jauna

No hay cambio en el tamaño, 13:08 3 may 2019
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En un trabajo publicado en la década de los años setenta se describió de esta manera la administración del Viático en la localidad citada: Si el tiempo lo permitía por la urgencia, se hacía una señal especial de campanas para congregar al pueblo; ésta consistía en unos tañidos lentos de tres en tres golpes. Los fieles acudían a la iglesia llevando velas. Del domicilio del enfermo salían al encuentro del Santísimo dos familiares con hachas encendidas. Al llegar a la casa, los fieles acompañantes se estacionaban en la calle y en las escaleras de la vivienda, rezando las letanías de la Virgen mientras el sacerdote administraba el sacramento. De vuelta a la iglesia, se leían los años y cuarentenas de indulgencias ganadas por los acompañantes según lo hubieran hecho con o sin candelas encendidas<ref>Ricardo Ros. «Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo» in CEEN, VIII (1976) pp. 480-481.</ref>.
[[File:7.27 Paño de Viatico. San Martin de Unx (N).jpg|center|600px500px|Paño de Viático. San Martín de Unx (N). Fuente: Francisco Javier y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Aoiz, antes de que el sacerdote acompañado de dos monaguillos saliera de la iglesia, el sacristán tocaba la campana de Viático. Los vecinos del pueblo se unían a la comitiva. A la casa del enfermo únicamente entraban los familiares y los vecinos más cercanos.
[[File:7.28 Paño mortuorio. San Martin de Unx (N).jpg|center|600px500px|Paño mortuorio. San Martín de Unx (N). Fuente: Francisco Javier y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.]]
Cuando se trataba de un enfermo crónico, se anunciaba el Viático antes del toque del rosario de la tarde mediante cinco campanadas especiales. Al empezar el rosario, el sacerdote comunicaba el nombre y la casa del enfermo. Finalizado el rezo todos los que habían asistido al rosario y los parientes del enfermo iban en la procesión. Llegados a la casa subían a ella solamente el sacerdote, los parientes, el sacristán y el monaguillo. El resto del pueblo se quedaba en la entrada de la casa y en la calle rezando las letanías que dirigía alguna mujer. Recuerdan los informantes que, al llegar a la invocación ''«Salus infirmorum» ''(Salud de los enfermos), la repetían tres veces. Las letanías finalizaban con el rezo de un avemaría o una salve por el enfermo
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