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En Ziortza (B), en los años veinte, se usaban féretros, que tenían una almohadilla donde reposaba la cabeza del cadáver; pero las andas parroquiales estuvieron en uso hasta comienzos de siglo. Sobre ellas colocaban el colchón, el cabezal y las otras prendas de la cama mortuoria, entre éstas la sábana, ''izerie, ''que cubría todo el cuerpo menos la cabeza del cadáver. Una vez en el cementerio una mujer era la encargada de recoger en una sábana todos los efectos del difunto y tras el funeral las llevaba a la casa mortuoria donde se quedaba a comer<ref>AEF, III (1923) pp. 24-25.</ref>.
Se recordaba también su uso a principios de siglo en Otazu<ref>AEF, III (1923) p. 64.</ref>(A), Zegama<ref>AEF, III (1923) p. 109.</ref>(G) y en Otxagabia (N), aquí recibían el nombre de fénetro<ref>AEF, III (1923) p. 135.</ref>. También en Muskiz y Abadiano (B) se guarda memoria de estas angarillas y de la inhumación del cadáver envuelto en una simple sábana.
Hay, sin embargo, algunas localidades donde su uso se ha reservado hasta bien entrado el siglo para gentes sin medios económicos. En Berganzo (A), a principios de la década de los cuarenta, fue enterrado, envuelto en una sábana, un pastor a quien lo llevaron en angarillas. En Bernedo (A) recuerdan que, a principios de siglo, era habitual este tipo de entierro que había perdido vigencia antes de los años cuarenta.