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El Viatico. Gure Jauna

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El Viático en Bizkaia
Durante el trayecto los de las casas que daban al camino se arrodillaban ante sus puertas, así como los viandantes que se cruzaban con la comitiva. Cuando llegaban a la casa del enfermo, el monaguillo hacía sonar la campanilla varias veces. En el portal esperaba la señora de la casa arrodillada y con dos candelabros en sus manos; al llegar el sacerdote se levantaba y le conducía a la habitación del enfermo, donde colocaba los candelabros sobre la mesa que hacía de altar. A esta recepción del Viático acudían, además de los miembros de la familia, una persona de todas las casas de la vecindad, generalmente una mujer, portando candelas que encendían en el momento de entrar el sacerdote; luego, mientras el enfermo recibía la Comunión y la Extremaunción, permanecían arrodilladas en la sala contigua a la habitación del enfermo o en la misma habitación. La práctica de llevar el Viático con solemnidad externa, formando una pequeña procesión, perduró hasta 1970. Desde entonces el Viático se lleva a los enfermos en privado sin signos externos.
 
[[File:7.25 Farol y campanilla de Viatico. Museo Diocesano de Bilbao (B).jpg|frame|Farol y campanilla de Viático. Museo Diocesano de Bilbao (B). Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.]]
En Orozko al sacerdote que llevaba al enfermo los últimos sacramentos, le acompañaba el sacristán. Algunos miembros de la familia salían al camino a recibirle y recorrían juntos la última parte del trayecto. También los niños acompañaban al Viático durante una parte del recorrido: ''«Eleixakoak joit'ebezen eta umiak abadea ekosi orduin eleixakoekaz, ba, bere osteien joaten gintzen, urrunera ez». ''Los vecinos al apercibirse de la llegada del sacerdote, acudían a la casa del enfermo con velas que encendían a la puerta del caserío para recibir al Viático. Se arrodillaban formando un pasillo; uno de ellos portando una luz precedía al sacerdote hasta la habitación del enfermo. A este rito asistían los familiares cercanos y los vecinos, siendo mayor el número de mujeres.
En Durango, hasta la década de los años sesenta, cuando se iba a llevar el Viático a un enfermo se tocaban doce campanadas y si, además, se le administraba la Extremaunción se agregaban otros siete toques. El sacerdote llevaba sobre sus hombros el paño humeral con el que cubría el portaviáticos. Le acompañaban dos monaguillos, uno de ellos con un farol y el otro con una campana con mango de madera que hacía sonar de trecho en trecho. El sacristán iba junto al sacerdote cubriéndole con la umbela, que era una suerte de sombrilla roja. Al paso del Santísimo, todos se arrodillaban ''y ''los hombres se descubrían. Las mujeres que iban en la comitiva cubrían su cabeza con mantilla. Los familiares y los vecinos más próximos recibían al Viático en el portal con velas encendidas, bendecidas en el día de la Candelaria.
 
[[File:7.26 Pixides. Museo Diocesano de Bilbao (B).jpg|frame|Píxides. Museo Diocesano de Bilbao (B). Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.]]
También en Gorozika, Lemoiz, Muskiz y Plentzia acompañaba al sacerdote un monaguillo que portaba un farol encendido e iba tocando la campanilla desde la salida de la iglesia. Si ''el ''Viático se llevaba de noche, era el sacristán quien acompañaba al sacerdote.
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